Silvio Berlusconi, el político italiano que supo mezclar política, espectáculo y fútbol, con una personalidad arrolladora para ascender a la riqueza, la fama y al poder, falleció a los 86 años por un problema pulmonar derivado de una leucemia.
Nacido y criado en el seno de una familia de clase media de Milán, Berlusconi inició su carrera en el mundo de los medios en 1974. Con 38 años comenzó su trayectoria como empresario de medios con la fundación de Telemilano y cinco años más tarde de la red Canale 5, que supuso el fin del monopolio estatal en la industria televisiva. Tras estos hitos, fue creando un poderoso conglomerado de medios, agencias publicitarias, e influyentes periódicos, con la adquisición de Il Giornale y el Grupo Mondadori, que edita La Repubblica, L’Espresso, Epoca y Panorama. Todos estos activos los aunó en el poderoso conglomerado Mediaset.
En paralelo Berlusconi fue probablemente el primero en entender el valor del fútbol como plataforma para apalancar influencia y visibilidad. De tal manera, en 1986 compró el AC Milan, siendo recordado dentro del calcio italiano por haber sido el presidente del club en su era dorada.
La fama que le otorgó presidir el club rossoneri, así como la exhibición desfachatada de su estilo de vida de lujos y de relaciones amorosas con mujeres más jóvenes, fue su trampolín para subir a la cima de la política en Italia, la que alcanzó por primera vez en 1994 y repitió en 2001 y 2008, como presidente del Consejo de Ministros, un cargo equivalente al de primer ministro del sistema parlamentarista italiano.
Berlusconi fue probablemente el primero en entender el valor del fútbol como plataforma para apalancar influencia y visibilidad. De tal manera, en 1986 compró el AC Milan, siendo recordado dentro del calcio italiano por haber sido el presidente del club en su era dorada.
Su herramienta para acceder al poder fue Forza Italia (FI), el partido que fundó en 1994 como una escisión del viejo partido el Pueblo de la Libertad, situándose en la derecha del espectro político.
Dada la forma en que accedió a la fama y al poder, Berlusconi fue tachado de como el primer líder “populista” que trasladó con éxito a la política los métodos del mundo del espectáculo. Algo que llevó a cierta deriva autoritaria, pues cuando estuvo en el poder llegó a controlar -y hacer sentir ese control- el 100% de las transmisiones televisivas, pues además de Mediaset, ejerció influencia sobre los tres canales públicos de la RAI.
Según La Repubblica, uno de los principales diarios del país, de su propiedad, “en los últimos 50 años no ha habido un día en el que no se haya mencionado su nombre en la televisión, en los periódicos, en el Parlamento, en los bares o en los estadios”.
Sin embargo, y aunque se signa a FI como populista por sus métodos de llegada al electorado, marcados por la personalidad de Berlusconi, ambos cumplieron un rol de contención de la Liga del Norte y sus impulsos anti-europeos, ya que Berlusconi siempre apostó fuertemente desde la derecha por la Unión Europea, llegando a ser presidente del Consejo Europeo en 2003.
Para El País “Silvio Berlusconi, que tenía cinco hijos y estaba casado en la actualidad con Marta Fascina, de 33 años, ha sido, sin duda, la figura más influyente del último cuarto de siglo en Italia. Y para conseguirlo, siempre supo que debía extender su control a los canales de comunicación y ocio donde encontraría a una gran clase media creciente que dominaría el consumo del país. Fue el empresario que revolucionó la comunicación y la modernización ―para bien o para mal― de la televisión, fundó el primer partido/empresa más basado en las leyes del mercado que en las viejas ideologías ―él sí inventó el eslogan Comunismo o libertad―, e instauró una cultura del ascenso y el éxito, del compadreo y el nepotismo, en suma, que caló tan hondo en Italia que hasta Paolo Sorrentino la retrató en un díptico que señalaba a todos los que fueron incapaces de resistir la tentación de ponerse a su servicio a cambio de algo. A un país entero”.
Según Euronews, Silvio Berlusconi “dominó la narrativa pública durante 30 años, ganando tres elecciones generales y cambiando el curso de la política italiana. Un éxito, sin embargo, parcialmente ensombrecido por numerosos escándalos y pasos en falso”.
Y es que Berlusconi también fue pionero en términos de conflictos de intereses y abusos de poder.
De tal modo, en junio de 2013 se le condenó a siete años de cárcel e inhabilitó de forma perpetua para ejercer cargos públicos por prostitución de menores y abuso de autoridad en el Proceso Ruby, lo que implicó su destitución como presidente del Consejo de Ministros, aunque fue absuelto posteriormente en la arista de pago de testigos. Pocas semanas después, en agosto, la justicia italiana lo condenó a cuatro años de cárcel por fraude fiscal en el llamado Proceso Mediaset. A esto se sumó una nueva condena de tres años por haber sobornado a un senador en 2006.
Pese a todo lo anterior, Silvio Berlusconi nunca pisó la cárcel, por indulto de Romano Prodi y prescripción del delito de soborno, solo debió atender cuatro horas semanales un centro de ancianos en Milán y limitar sus movimientos a la región de Lombardía, quedando sin restricciones en 2015.
Según La Repubblica, uno de los principales diarios del país, de su propiedad, “en los últimos 50 años no ha habido un día en el que no se haya mencionado su nombre en la televisión, en los periódicos, en el Parlamento, en los bares o en los estadios”.
De tal modo, su figura quedó también marcada por estos casos, además de sospechas sobre el origen de su fortuna, ligada al parecer a la Cosa Nostra, y a otras actuaciones reprochables, como lo fue cierto “transfuguismo” político, y una incorrección política que habría sido venial, pero que le sirvió para retorcer las leyes.
Un pionero de Piñera, Macri y Trump
La prensa europea y estadounidense ha destacado a Silvio Berlusconi como un pionero en la mezcla de política y showbiz, que preludió el ascenso al poder de Donald Trump en Estados Unidos, quien también es un millonario ligado a la televisión y a la farándula.
De tal modo El País escribe en su obituario que “Berlusconi unió política, deporte y publicidad en su magnética coctelera y sirvió una exitosa bebida que marcó la pauta para tantos fenómenos que llegarían casi dos décadas después, como el trumpismo. La idea era aquella del hombre rico, hecho a sí mismo y capaz de extender la fórmula de su éxito a la gestión del bien común. Aunque fuera mentira”.
Pero, desde el Cono Sur se puede agregar que Berlusconi inspiró también a Sebastián Piñera en Chile y a Mauricio Macri en Argentina.
Para hacerse de la presidencia de Chile, y ser el primer presidente de una tendencia de centro derecha desde el retorno a la democracia, Piñera comenzó a influir en la esfera pública de forma más eficaz tras la adquisición del canal Chilevisión y por medio de su llegada a Colo Colo, club del que aprovechó su popularidad, pese a ser un reconocido hincha de Universidad Católica. El ex mandatario chileno también imitó el “transfuguismo” político, el que solo fue limitado por el debilitamiento de su figura producto del estallido social.
En el caso de Macri, si bien ya era conocido por su actividad empresarial, adquirió mayor notoriedad pública al presidir el Club Atlético Boca Juniors desde 1995 hasta 2007, y nuevamente durante un par de meses en 2008. En ambos casos, al igual que Berlusconi y Piñera, coincidió con éxitos deportivos que catapultaron la figura de los presidentes de clubes que gozan de la popularidad de los campeonatos obtenidos.
Luego de su paso por Boca Juniors, Macri fue elegido diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires en el año 2005 y luego jefe de Gobierno del mismo distrito en el año 2007, siendo reelegido para ocupar el mismo cargo en julio de 2011. Todo esto devino en el logro de su llegada al sillón presidencial en 2015.
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