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Miércoles, 6 de Agosto de 2025
[Sábados de streaming]

CODA: un minuto de silencio

Juan Pablo Vilches

La Academia estadounidense dice que es la mejor película del año. No lo es. Es una traducción competente –algo no muy usual en Hollywood– de una cinta superior, y que sabe aprovechar sus mejores momentos.

Todo comenzó en Francia, con un libro escrito por una persona sin problemas de audición que se crio en una familia de sordos. Alguien –una actriz y comediante llamada Victoria Bedos– se cruzó con el libro y coescribió un guion de ficción basado en la experiencia narrada, y ese guion fue llevado al cine en 2014 bajo el título de La familia Bélier.   

Fue un exitazo de taquilla, el segundo más grande en su año de estreno, al punto de que uno de sus productores –Phillippe Rousselet– tuvo la idea de realizar una versión estadounidense. Para ello se asoció con otros productores y contrató a la cineasta Sian Heder para que escribiera y filmara esta versión, la cual compitió y ganó en el Festival de Sundance y fue vendida a Apple TV+ para su comercialización masiva.

A medida que la nueva versión –CODA, o Children of Deaf Adults– recibió diversos premios de círculos de críticos, así como variadas muestras de simpatía por su desenfadado retrato de una familia sorda, se empezó a vislumbrar un sendero hacia los premios Oscar. 

Tres nominaciones, las tres exitosas. Incluyendo a Mejor Película, siendo la primera cinta producida y/o distribuida por un servicio de streaming en ganar este premio. De seguro será la primera de muchas, lo que la convierte en un hito histórico para la industria, pero es poco claro que sea recordada por algo más que eso. ¿Por qué? Sigamos.

También recibió el premio al Mejor Guion Adaptado, lo que parece un despropósito si consideramos que este remake cambia muy pocas cosas de La familia Bélier, y aquello que cambia no es necesariamente para mejor. En otras palabras, sin ser una mala película en absoluto, CODA padece del mismo síndrome de los remakes estadounidenses de películas exitosas de cualquier parte del mundo: son una versión más concreta, formulista y tosca, para un público al que consideran poco dispuesto a esforzarse demasiado. 

A medida que la nueva versión –CODA, o Children of Deaf Adults– recibió diversos premios de círculos de críticos, así como variadas muestras de simpatía por su desenfadado retrato de una familia sorda, se empezó a vislumbrar un sendero hacia los premios Oscar. 

Sin embargo, hay ciertas decisiones de traducción que sí funcionan bien. Rubi Rossi (Emilia Jones) no vive en la campiña sino en Gloucester, un pueblo costero de Massachussets, donde ella y su familia se dedican a la pesca. Por el hecho de llegar al colegio pasada a pescado, y por tener padres y hermano sordo, es un bicho raro en la hoguera de vanidades adolescente donde trata de estudiar.

Lo que en la película francesa era un hecho de la causa, que la protagonista se tomaba con resignación y algo de ironía, tiene en la versión estadounidense un tono incómodamente cercano a la victimización –muy común en las películas de colegio en ese país–, donde el drama parece inundarlo todo, incluso los momentos cómicos salpicados por ahí, como remanentes del original.

Es así como el talento para el canto que Rubi descubre accidentalmente, se convierte a los pocos minutos en una maldición que la obliga elegir entre la lealtad a su familia ¬–que la necesita como traductora y que además pasa momentos complicados en lo económico– y la posibilidad de salir del pueblo y de la adolescencia, siguiendo una vocación que la puede hacer brillar.

Es en este momento en que CODA parece deberle menos a su fuente francesa que a ese clásico contemporáneo llamado Billy Elliot (Stephen Daldry), al punto de que se puede adivinar todo lo que vendrá porque están desplegadas más o menos las mismas fuerzas: las urgencias de la clase trabajadora; lealtad a la vocación/traición a la familia; crecimiento vs. estancamiento. Y todo con el mismo dramatismo de Billy Elliot, pero en un entorno bastante más agradable (nice, como dirían en EE. UU.) que las violentas huelgas de los mineros del carbón bajo y contra Thatcher.

Sin embargo, la película se eleva al final, gracias al tratamiento original de aquellos momentos en que la familia sorda puede captar y apreciar el talento vocal de Rubi. Cuando su padre (Troy Kotsur, actor sordo que también ganó un Oscar) la siente cantar, poniendo las manos en la garganta de su hija; o cuando Rubi realiza una importante interpretación juntando el canto con el lenguaje de señas.

Sin embargo, el momento más impresionante se da en el espectáculo de fin de año del colegio, cuando Ruby interpreta un dueto romántico con un compañero que no le es indiferente. En vez de recurrir a la apoteosis artística de validación ante la comunidad, la película cambia el eje y lo pone en el padre, quien no es capaz de escuchar nada –y durante cerca de un minuto, nosotros tampoco– pero sí puede ver el efecto que el talento de su hija provoca en los demás.

Es un magnífico quiebre que una película centrada en la sufriente Rubi súbitamente vislumbre para nosotros la experiencia de vivir en el silencio, y de que algunos de los fenómenos percibidos sean simplemente inexplicables. Y el quiebre se produce precisamente en uno de los momentos más cargados de la historia que nos ocupa, lo que da como resultado una escena magnífica que deja la película en alto para su último envión.

El momento más impresionante se da en el espectáculo de fin de año del colegio, cuando Ruby interpreta un dueto romántico con un compañero que no le es indiferente. En vez de recurrir a la apoteosis artística de validación ante la comunidad, la película cambia el eje y lo pone en el padre, quien no es capaz de escuchar nada –y durante cerca de un minuto, nosotros tampoco– pero sí puede ver el efecto que el talento de su hija provoca en los demás.

Pues bien, todas estas magníficas escenas y recursos ya estaban en La familia Bélier (se puede ver en la plataforma Qubit), por lo que los premios recibidos por la versión estadounidense hay que interpretarlos como un reconocimiento por no estropear miserablemente algo que ya funcionaba bastante bien. De hecho, en general es una buena película y una buena traducción de una película superior, pero ciertamente no es la mejor del año. Como los campeones de las series mundiales del béisbol tampoco son campeones mundiales.

    

Acerca de…

Título: Coda (2021)

Nacionalidad: Francia, Canadá y EE. UU.

Dirigida por: Sian Heder

Duración: 1 horas y 51 minutos

Se puede ver en: Apple TV+ y Prime Video

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