El historiador Fernando Pairican presenta con este texto el libro 'Corazón de Weichan' de la periodista Carolina Rojas Neculhual, cuya reseña describe a la publicación de esta manera: “Al sur de Chile, entre las regiones octava y décima, se concentra el mal llamado "Conflicto mapuche". En esos cientos de kilómetros, esparcidas en distintas latitudes, entremedio de un puñado de campos y ciudades, viven las protagonistas de este libro, todas mujeres mapuche. El resguardo de los hijos y la familia, la protección del bosque y la naturaleza, el reconocimiento de lo que es winka y lo que es mapuche, asumir una espiritualidad y un camino de lucha, así como enfrentar el constante prejuicio o incluso el encarcelamiento son situaciones que caracterizan estas complejas vidas, que también encuentran el sentido de vivir y el bienestar en el libre desarrollo de su identidad indígena”.
Publicó Elisa García Mingo, Zomo Newen, en el año 2017 y planteó como tesis central, con justa razón, la persistencia de un sesgo en la historia del movimiento mapuche en relación con el papel de las mujeres en la configuración, desarrollo y apogeo del mismo. La propuesta de la autora: comenzar a “añadir algunas páginas” a esas historias inconclusas, reconociendo lo que denominó “invisibilidad analítica”, a raíz, de una “triple discriminación”.
Existen distintos obstáculos que dificultan el desarrollo del papel de la mujer mapuche en el ámbito político y académico. Lo que a la vez, se manifiesta en la ausencia de sus historias. Cuando publicamos en Pehuen Editores “Mujeres y pueblos originarios”, Rita Segato nos recordó en el prólogo a dicho libro que, los feminismos convencionales, no logran dar cuenta de las triple dimensiones que afectan a la mujer indígena, porque perduran, en los feminismos no indígenas aspectos de credo salvacionistas que, “inevitablemente”, concluyen en actos de racismo colonial. Aunque también subrayó que los feminismos indígenas como no indígenas beben de la misma inspiración: fuentes cósmicas, fuentes que residen en un horizonte histórico y geográfico común, marcado por la conquista y siglos de colonialidad”.
En las últimas décadas, los estudios de carácter histórico impulsados por académicas indígenas y activistas de los movimientos en América Latina han comenzado a revertir esa brecha. En Bolivia, el “feminismo comunitario” se ha abierto como corriente y en el caso mapuche y Maya, han brotado lo que ellas mismas denominan Historia de las Mujeres. Situó este libro en esta última corriente, pero a la vez, como parte de la historicidad del movimiento mapuche. Este libro nos ilumina sobre la historia del movimiento mapuche y de las consecuencias de perpetuar una política de criminalización. Como señalaría Aura Cumes, lo que este libro nos da cuenta, es una dimensión del patriarcado colonial. Subrayando, como la misma autora interpreta de las voces históricas de sus libros que “a algunas no les gusta autodenominarse feministas”. La misma lamgen lo señala casi al final de su libro “con ella supe también que el feminismo blanco puede ser un peregrino maleducado en un lugar donde la primera opresión es el racismo”.
El libro trata sobre la violación a los Derechos Humanos en Wallmapu. Al igual que el coordinado por Elisa Garcia Mingo, sobre “relatos de vida de mujeres mapuche”. La diferencia, el ejercicio de la profesión de una lamgen periodista que nos van narrando en forma de crónica su investigación que logra articular en cada uno de los casos que nos presenta lo que ella misma llama “hilos” de las memorias.
Al ser un libro sobre la violencia de Estado en Wallmapu: las historias adquieren una dimensión de horror porque normalmente están situadas en la soledad y en otras, debiendo cumplir múltiples roles a la vez: escuchar las groserías de la policía, calmar a los hijas e hijas y resistir de forma física. Como callar el paradero del esposo o familiar que ha decidido cruzar a esa dimensión política de la clandestinidad. Pero también, es un libro de cómo algunas comunidades en el ejercicio de la autodefensa han incremetando su uso de la violencia: “Temucuicui volvió a un sistema de vigilancia armada” señala.
El libro trata sobre la violación a los Derechos Humanos en Wallmapu. Al igual que el coordinado por Elisa Garcia Mingo, sobre “relatos de vida de mujeres mapuche”. La diferencia, el ejercicio de la profesión de una lamgen periodista que nos van narrando en forma de crónica su investigación que logra articular en cada uno de los casos que nos presenta lo que ella misma llama “hilos” de las memorias.
Para comprender o a lo menos, situarnos a buscar respuestas un poco más complejas a lo que está sucediendo en Wallmapu es indudable leer estas historias, porque, como dice la lamgen Carolina son “voces de mujeres que quedaron marcadas por la vida, en medio de drones, lacrimógenas, audiencias, diásporas y retornos”. Agregaría racismos: “¡ándate nomás, indio!” se lee en la historia que inicia el libro de historias en el sur y que siguen reproduciéndose en los trabajos domésticos en las ciudades en lo que la historiadora Marie Juliette Urrutia denomina como “destierros puertas adentro” en que vemos como una red de micro dominaciones concluyen dando cuenta del que el trabajo doméstico es entendido, en algún punto por los dueños, como una extensión física de la propiedad en relación con la persona que trabaja. La historia de Onésima Lienqueo es explicita: “para ellos era la india, la hija de la nana”.
También de las violencias de las policías o guardias forestales. Estos últimos, empresas privadas que contratan a ex personas vinculados con FFAA, los que experimentan su sensación de guerra con personas corrientes o bien se ejemplifican en el accionar de las Fuerzas Especiales de Carabineros. Por supuesto la historia de Ada Huentecol, madre de Brandon Hernández Huentecol, es uno de los símbolos de estas tragedias que van narrando en cada capítulo de este libro. Gran parte de esas historias, concluyen no creyendo en el Estado como actor de la justicia, sino, en algo extra terrenal: dios, una energía, un poder, familiares que ya no viven. Eso podría ser la manifestación a esta altura de veinte años de políticas de seguridad de terror que están dando vida a nuevas formas de militancia o explicaciones para superar la violencia de Estado. Por ejemplo, Vania Queipul se da cuenta como vocera de los prisioneros a una edad temprana y no habitual para la niñez si subrayamos sus derechos que ella era werken. Es decir, una vocera, pero contra la Ley Antierrorista en post de buscar un juicio y debido proceso. “Niños y niñas triste con angustia” –escribe la autora del libro avanzado Corazón de weichan– “niños que duermen vestidos por miedo a los allanamientos”.
Por último, quisiera subrayar en la escritura del libro y la narrativa del mismo. Es un libro muy bien escrito, narrado y que logra insertarnos en la sensación de la resistencia de las mujeres de Wallmapu con sus distintas especificidades históricas. La resistencia de una mujer, las defensoras de los bosques nativos, la fuerza de una werken que asume su rol por las condiciones de injusticia, los que se han abocado a la protección de la niñez, la defensa de los ríos y la naturaleza. Es un viaje por distintas historias, geográficamente ubicadas en espacios distintos de Wallmapu. “Corazón de weichan” que toma una frase del poemaria de Daniela Catrileo, poeta que expresa a esta generación y la última camada que han dado nacimiento Wallmapu de esta corriente literaria, nos introduce a las historias de los Estados de Excepción, la militarización y la otra cara de la democracia chilena. Aquella menos moderna y que ha sido una continuidad en relación al pueblo mapuche: aplicación de la violencia para detener sus aspiraciones por derechos. A lo largo de estos años, este libro reafirma la óptica que la violencia estatal ha engendrado mayor violencia en la que hoy las nuevas militancias mapuche buscan respuestas no solo en la racionalidad sino también en aspectos cosmológicos para dotar de contenidos su horizonte de libertad.
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Fuerza indómito pueblo
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