Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado sábado 04 de diciembre, y ahora se comparte para todos los lectores.
Un nuevo capítulo parece estar empezando en la historia de la pandemia con el surgimiento en Sudáfrica de la variante ómicron hace una semana, la que ha concentrado la preocupación mundial dadas las altas tasas de transmisión en esa parte del mundo y la posibilidad de que se transforme en la variante dominante no solo de dicho país -algo que parece ya ser así-, sino que reemplace a delta como la variante con mayor prevalencia a nivel mundial.
Después de todo, la proteína de pico de esta variante, la que permite enganchar e infectar las células humanas, tiene más de 30 mutaciones, las que -al parecer- le estarían permitiendo burlar mejor los sistemas inmunitarios. Esto, al menos respecto del perfil de la población sudafricana, la cual tiene una baja tasa de vacunación (24%) -con Pfizer, Johnson & Johnson y Astrazeneca-, un desconocido número de personas que ya tuvieron la infección y que desarrollaron anti-cuerpos, y un determinado perfil etáreo, de hábitos y comorbilidades.
Todos, elementos particulares que inciden específicamente en Sudáfrica en la velocidad de transmisión y el grado de severidad de la enfermedad (al parecer, más leve que otras variantes dominantes), por lo cual todavía la situación de este país no es extrapolable al resto del mundo.
Todos, elementos particulares que inciden específicamente en Sudáfrica en la velocidad de transmisión y el grado de severidad de la enfermedad (al parecer, más leve que otras variantes dominantes), por lo cual todavía la situación de este país no es extrapolable al resto del mundo. Aunque, ya son una veintena los países que han reportado casos de ómicron, incluidos Brasil y Perú, habiendo sospechas en Estados Unidos y Holanda de transmisión comunitaria, esto es, no a través de viajeros internacionales.
Ante este escenario, durante todo este tiempo, los científicos han optado por llamar a la calma, pues son muchas más las dudas que las certezas respecto de lo que depara ómicron, de acuerdo con si esta variante está en condiciones de convertirse en la dominante a nivel mundial o no.
Tal vez el aspecto más crítico para resolver ese dilema esté en conocer el comportamiento de la variante ante poblaciones altamente vacunadas. ¿Disminuyen las vacunas la velocidad de transmisión de la variante? ¿Cuánto, con cuántas dosis y en qué condiciones? ¿Es menos severa la enfermedad en poblaciones vacunadas? ¿La conjunción de la velocidad de transmisión con la severidad de la enfermedad tiene el potencial de saturar los sistemas hospitalarios? ¿Dónde ómicron tiene mayor potencial de prosperar y de ser más letal? ¿Qué medidas farmacológicas y no farmacológicas se pueden adoptar para evitar o refrenar una probable nueva ola pandémica?
Son varios los artículos internacionales que abordan estas preguntas y otras más, pero recomiendo dos de ellos en especial:
- ¿Cuán mala es ómicron? Lo que los científicos saben hasta ahora, de Ewen Callaway y Heidi Ledford, en Nature, cuya virtud es -a mi juicio- de que se trata del artículo más actual, y por lo tanto es menos optimista, en tanto incorpora datos preliminares recientes respecto del comportamiento de ómicron en Sudáfrica. Estos establecen que la variante es tres veces más susceptible de reinfecciones que delta y que la inmunidad a causa de haber tenido una infección previa ofrece pocas defensas contra la nueva variante.
- No sabremos cuán mala es ómicron sino hasta el próximo mes, de Antonio Regalado del MIT Technology Review, donde se explica que el comportamiento de la pandemia no solo depende de los cambios del virus, sino de la respuesta humana frente a ellos, lo que hace que la situación sea dinámica e imprevisible. El artículo aborda las principales dudas acá expuestas, ante las cuales el autor reflexiona en un esquema de análisis en el que se abordan las preocupaciones, los experimentos de laboratorio que pueden arrojar luces (cuando los hay y son pertinentes), los plazos y lo que se puede hacer al respecto.
La nota rescata las palabras del CEO de Moderna -una de las empresas productoras de vacunas de última generación- quien reconoció que la nueva variante puede hacer más ineficaces las vacunas.
Son varios otros los temas relevantes asociados a la emergencia de esta nueva variante. En el ámbito económico, The Economist dedicó su portada a los efectos perniciosos de las nuevas restricciones que podrían surgir para intentar detener una nueva gran ola pandémica. En Qué implicancias tiene ómicron para la economía mundial, el semanario británico aborda el impacto en el crecimiento por las limitaciones de movilidad internacional y dentro de las fronteras de los países, incrementos en la inflación por alteraciones en las cadenas logísticas, daños en las economías emergentes por tasas de intereses desfavorables y fuga de capitales y la ralentización del crecimiento de China. La nota rescata las palabras del CEO de Moderna -una de las empresas productoras de vacunas de última generación- quien reconoció que la nueva variante puede hacer más ineficaces las vacunas.
Sin embargo, ómicron no tiene por qué ser apocalíptico, pues en los meses de pandemia, la humanidad ha desarrollado capacidades para no tener que volver a la casilla inicial, en materia de vacunas, trazabilidad y aprendizaje para manejar medidas de cuidado. Al respecto es interesante el artículo de Zeynep Tufekci en The New York Times, Llegó la variante ómicron y tenemos algunas ventajas (en español), donde se abordan dichos aspectos.
Sin embargo, la lección más dura de ómicron parece ser que la desigualdad en la aplicación de las vacunas es la causante principal de este brote. Al respecto, recomiendo En cuanto la variante ómicron llegó a Occidente, los países ricos están cosechando lo que sembraron, donde el columnista Anthony Faiola explica en The Washington Post las debilidades de la OMS y Covax en encontrar mecanismos multilaterales para vacunar de manera equitativa a todo el mundo, y así evitar que un continente como África quede rezagado, registrando apenas 3% de la población inmunizada.
De tal modo, como la inequidad está creando las condiciones para nuevas mutaciones exitosas que pueden llevar a nuevas variantes capaces de sortear las barreras puestas en países altamente inmunizados, muchos están reflexionando nuevamente sobre la necesidad de liberar las patentes o de copiar las vacunas y no pagar los royalties, como ya empiezan a hacer laboratorios sudafricanos, y como ya hizo Lula da Silva en Brasil con los retrovirales contra el VIH en 2007.
Comentarios
No, no hay que vacunar mas,
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