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Lunes, 21 de Julio de 2025
[Una voz en la ciudad]

En busca del desaparecido pub gringo

Terencio

“La gran mayoría de los parroquianos que había aquella noche eran gringos de intercambio y una decena de chilenos. Más tarde aprendí que los creadores de este pub estilo norteamericano habían sido un par de surfistas de San Diego que habían venido a buscar olas a Chile y se dieron cuenta de que se daba todo en Santiago [nombre que es otra forma de decir “San Diego”] para instalarse con el local de sus sueños”.

La mañana del martes 17 de junio de 2008 yo figuraba en el patio de la universidad fumándome un pucho tras la clase de las ocho y media. En aquella clase yo había comentado que ese día se jugaba el Game 6 de las finales (Finals) de los Celtics contra los Lakers, donde una de las mayores expectativas era si Los Ángeles lograría empatar el número de anillos de la NBA que tenía Boston, que hasta ese entonces eran dieciséis. Yo me quejaba de que no se me ocurría ningún lugar donde ver aquella changa.

Se me acercó una alumna y me dijo si podía decirme algo. Y me dijo, “profe, si quiere ver el partido en algún local, yo sé de uno que cumple con todas las características para eso, se llama Bar Basic y queda en Irarrázaval justo donde se inicia la calle Condell. Ese lugar es uno al que solo van gringos”.

Esa noche, siguiendo el consejo de mi alumna, llegué a ese bar/pub y quedé impresionado. Estaba instalado en un pequeño rincón dando a la calle de una especie de proto-stripcenter construido varias décadas antes y el interior era pequeño, pero no cabía un alfiler. Tenían schop en una barra con varias líneas de tiraje, y entre ellos mi querida Kross Stout, la que además servían en un tipo de vaso que luego supe que se llamaba “pinta”. Nunca había tomado cerveza en una pinta y el vaso lo adoré. Era grueso, con forma de cono truncado apilable, y hacía 473ml.

El Bar Basic además servía hamburguesas al estilo yankee, así como alitas de pollo en salsa Buffalo; y en las paredes había telones en que desde un data conectado no sé cómo a canales estadounidenses, proyectaban el partido. La gran mayoría de los parroquianos que había aquella noche eran gringos de intercambio y una decena de chilenos. Más tarde aprendí que los creadores de este pub estilo norteamericano habían sido un par de surfistas de San Diego que habían venido a buscar olas a Chile y se dieron cuenta de que se daba todo en Santiago [nombre que es otra forma de decir “San Diego”] para instalarse con el local de sus sueños.

El Basic desde aquella velada se transformó en mi bar favorito y recuerdo haber ido a ver el Supertazón de 2009 en que jugaban mis Steelers, llegando tres horas antes para encontrar mesa.

Luego la historia es conocida: el Basic cerró en Ñuñoa y se regeneró como el California Cantina algunos meses más tarde en Providencia. Seguía, eso sí, siendo el mejor lugar para ver finales. Y fue creciendo y creciendo: hacia un segundo piso, comprando la casa de al lado y así.

Y un buen día se transformó en otro local más. Los gringos parroquianos habían desaparecido y me quedé sin sucucho regalón.

Para el Supertazón de 2017 yo había encontrado otro bar de las mismas características, el Shamrock que estaba en Las Torres de Tajamar. Un pub irlandés manejado por Darren, que se preocupaba hasta del último detalle: pintas, barras de tiraje de cervezas, cervezas artesanales, una pizarra con datos de las chelas, e incluso un pizarrón más pequeño y numerado donde ponían los nombres de la persona a cargo de recibir la cuenta en alguna de su veintena de mesas (además, algunos habitués, como yo, teníamos un número fijo en dicho pizarrón).

Para la pandemia el Shamrock cerró para siempre y en su lugar se puso La Isla, comandado por un par de esos mismos habitués antiguos del local de Darren que no querían que se perdiera aquel espacio, y que según un reportaje de El País es ahora centro de reuniones de personeros del Frente Amplio; pero ya nunca más fue un sportspub: ya no volvió a ser lo mismo.

A inicios del mes pasado nuevamente jugaban mis Celtics, esta vez para conseguir su decimoctavo anillo y no quedaba un solo lugar para verlo a la usanza gringa en Santiago. Es verdad que hay lugares la ciudad como el Flannery’s o algunos sport cafés en algún mall, pero no es para nada igual.

Y yo figuraba dando vueltas los Mapas de Google para pillar alguno que reemplazara a mis memorables Basic y Shamrock.

Casi derrotado puse el siguiente estado en Instagram: “no tengo dónde ver el partido de los Celtics con los Mavs, el California ya no es opción, el Shamrock cerró y no me quiero ir a meter a un sportspub genérico de centro comercial”.

Una media hora más tarde recibí un mensaje. Era de Danilo, el Danny, el pizzaiolo de la Danny's New York Style Pizza, un local minúsculo, pero con un corazón gigante, que está empotrado en esa pequeña calle llamada Diagonal Rancagua y que con todo merecimiento elabora la mejor pizza neoyorkina de Santiago. Y Danny me decía, “ven a verlo al local, nos traes unas chelas y estamos”.

Así que finalmente yo figuraba esta vez en una pizzería de esas que tienen ventanales con información escrita con efecto sombra tridimensional y como hecha con pasta de dientes. 

Fue lo mejor que me podría haber pasado. Danilo sacó unas pizzas hechas con ingredientes nuevos, al corte, y sus sendas alitas de pollo con su propia salsa picante, para cada visitante improvisado. Y las comimos fascinados los seis ahora parroquianos que habíamos llegado desde el barrio o desde más lejos. 

Claro, no es un pub, pero quizá es la forma más gringa de terminar viendo las Finals, bajo la lluvia santiaguina del otoñovierno y al calor de la acogida y de los hornos pizzeros.

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