La presión internacional sobre el gobierno de Israel para buscar una salida a la guerra en Franja de Gaza y dar una solución a la crisis humanitaria, parece no hacer mella en la intención de su primer ministro, Benjamin Netanyahu, de tomar control del enclave palestino.
El diario israelí Haaretz apunta a que Netanyahu se reunió con el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), Eyal Zamir, este martes para discutir una serie de planes de expansión de las operaciones militares en Gaza.
Por su parte, Zamir se ha mostrado reticente a la postura del primer ministro. El jefe del Estado Mayor teme que ampliar la ofensiva ponga en peligro el rescate de los 50 rehenes que aún están en manos de Hamás.
Netanyahu espera expandir la guerra en Gaza a zonas del enclave donde Hamás mantendría rehenes vivos. Sin embargo, Zamir se opone firmemente, pues le preocupa que acercarse a los lugares donde se encuentran estos rehenes sea como firmar su sentencia de muerte.
Otro punto de desencuentro es que, para el jefe de las milicias israelíes, se necesitan más soldados para llevar a cabo adecuadamente una expansión militar. En esta línea, apunta a que el proyecto de ley en discusión que exime del servicio militar a los ultraortodoxos, seguidores de Netanyahu, perjudicará las intenciones de Israel.
En respuesta a las preocupaciones de Zamir, fuentes de Haaretz aseguran que el jefe del Estado Mayor “puede dimitir, aunque prácticamente le han advertido que no se deje llevar por la puerta al salir”.
En esta línea y según la visión de una guerra a largo plazo que ha mantenido Netanyahu, Eyal Zamir sería uno más de los fusibles disponibles para quemar, en una larga lista de aliados que han caído desde el comienzo del conflicto.
Para ponerlo en perspectiva, desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, Netanyahu ha perdido a su ministro de Defensa, Yoav Gallant; al jefe del Estado Mayor, Herzl Halevi; a su jefe de la agencia de inteligencia interna, el Shin Bet, Ronen Bar; al jefe de inteligencia militar, Aharon Haliv; al jefe del Comando Sur, a Yaron Finkelman, y a Yuli Edelstein, militante del partido de “Bibi”, Likud, y quien fuera presidente del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del Knéset, el poder legislativo israelí.
Según recapitula Haaretz, el ex ministro Gallant fue despedido en noviembre de 2024, tras oponerse al proyecto de ley que exime del servicio militar a miles de jóvenes ultraortodoxos mientras Israel continúa en guerra. Ello, a pesar que sólo semanas antes había liderado la campaña militar contra Hezbolá en el Líbano.
La postura de Gallant sobre el servicio militar “cuenta con el apoyo de una abrumadora mayoría de la opinión pública israelí, pero contradice los intereses de los partidos jaredíes (ultraortodoxos), parte integral de la coalición gobernante de Netanyahu”, apunta el periódico.
Meses más tarde, el jefe de Estado Mayor y el jefe de la inteligencia dimitieron, después de que Netanyahu dejara clara su intención de despedirlos.
Misma suerte corrió Yuli Edelstein, quien fue destituido hace dos semanas de su cargo en el legislativo por su propio partido tras oponerse a las exigencias ultraortodoxas de eximirse del servicio militar obligatorio.
Así, como último “superviviente” en la cúpula militar israelí desde 7 de octubre, Netanyahu aún no ha logrado concretar el rescate de los 50 rehenes israelíes que aún están en manos de Hamás. En el camino, durante casi 22 meses de ataques sobre Franja de Gaza, las IDF han asesinado a 61 mil palestinos, según el Ministerio de Salud gazatí, y provocado una crisis de hambruna debido al bloqueo de la entrada de ayuda humanitaria al enclave. Todo ello, en medio de un ambiente internacional de creciente pérdida de respaldo para Israel.
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