En un debate presidencial tal vez lo más importante es definir correctamente los objetivos, y trabajar luego el tiempo televisivo en pos de eso. Dado el performance de ayer -tanto de Daniel Jadue (PC) como de Gabriel Boric (FA)- se puede deducir que los objetivos de ambos no eran divergentes. de ahí el guante blanco que primó en Chilevisión.

Pero, lo cierto es que están en una competencia por los votos de una primaria que se define en menos de un mes (domingo 18 de julio), y solo uno de ellos podrá llegar a la papeleta de noviembre, a la primera vuelta presidencial. Por eso, lo que se extrae de lo presenciado por TV anoche es que la renuncia a sacarse ventaja de ambos es por la aceptación de un status quo que indica que Daniel Jadue está primero en la largada y Boric está lo suficientemente atrás como para que sea innecesario desafiarlo.

En Chilevisión se vio un debate de los candidatos de izquierda en los que ambos repetaron el status quo de la carrera, el que indica que Jadue va adelante, Boric atrás, y no hay mucho tiempo como para reverir ese orden, con la elección a menos de dos semanas.

Es por eso que a Jadue le bastó con responder el ya habitual examen periodístico televisivo, con las consabidas preguntas cuyo subtexto es reforzar la idea de que es comunista, mientras que Boric probablemente se contentó con dar algo de altura presidencial a su figura -algo de eso se vio cuando amenazó a Sebastián Piñera con perseguirlo nacional e internacionalmente por las violaciones a los derechos humanos- y contener el intenso amargor que su figura genera dentro de un sector de la izquierda -algo que buscó especialmente en el momento de preguntas entre candidatos, cuando comprometió a su rival a llevar una campaña cordial, a diferencia de lo que sucede en redes sociales-.

Jugadas de Boric que -por lo tanto- no parecen estar pensadas para lograr ganar en julio de 2021, sino que para que eso sea en algún otro momento de 2025.

Como cuando el box es con sparrings, Boric tuvo momentos para buscar algo más, pero optó por marcar el golpe con suavidad. No pegó con fuerza cuando Jadue trastabilló con los antivirales que trajo a Recoleta, a contrapelo del Colegio Médico y del grueso de la comunidad científica. Tampoco lo hizo cuando la producción del canal se puso creativa para preguntar de una manera distinta por Venezuela y pusieron a una dirigenta Migrantes, no lo sacó a pizarrón por lo de Nicaragua. Finalmente, Boric no jugó con la idea de llamar a parte del electorado de centro izquierda que siente aprehensiones anti-comunistas, por lo que no atacó las divergencias económicas programáticas entre ambos. Tampoco Boric usó la biografía escolar de Jadue de 1983 del Liceo Alemán (de la Congregación del Verbo Divino), que dio vueltas por redes sociales y que mostraba a un juvenil Jadue de fuertes inclinaciones antisemitas (algo que curiosamente tampoco hicieron Montserrat Álvarez, Macarena Pizarro, Daniel Matamala ni Mónica Rincón, los periodistas del espacio).

Por su lado, Jadue tampoco perjudicó a Boric, cuando este le dio flanco, probablemente en el entendido de que lo necesitará en eventuales primera y segunda vueltas. Por ejemplo, Jadue pudo apretar a Boric donde le duele -en las críticas de más a la izquierda- cuando este afirmó que en Chile existían en el pasado presos políticos mapuche, como la machi Francisca Linconao, pero que ahora ya no.

De hecho, la principal polémica que Jadue logró instalar fue respecto de las decisiones editoriales del canal, el cual 24 horas atrás omitió completamente preguntas sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de Sebastián Piñera, del cual tres candidatos de derecha de cuatro, fueron ministros de Estado. Eso, mientras que Venezuela volvió 24 horas después como un leitmotiv desgastado.