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Domingo, 21 de Septiembre de 2025
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Le Pen: ¿el punto de inflexión francés?

Andrés Almeida

La reacción alérgica francesa hacia la la ultra-derecha no fue definitiva, y desde entonces, el Frente Nacional (FN), el partido fundado por Le Pen, sacó aprendizajes que 20 años después lo tienen nuevamente en un balotaje, pero bastante más expectante: su hija, Marine Le Pen, está en la segunda vuelta francesa con 23,1% de los votos, junto con el presidente Emmanuel Macron (27,8%), con posibilidad de victoria, en un escenario francés altamente volátil, en el cual desaparecieron la centro-izquierda y la centro-derecha del mapa, literalmente, pues los candidatos de sus partidos principales no alcanzaron el 5% que los hace legalmente constituidos.

El 21 de abril de 2002 el mundo sintió un escalofrío al enterarse de los resultados de la primera vuelta presidencial de Francia, en la cual pasaron a la segunda ronda electoral el candidato de derecha Jacques Chirac (19,9%) y el ultraderechista Jean-Marie Le Pen (16,9%), dejando en tercer puesto al socialista Lionel Jospin (16,2%), quien era, en ese momento, el primer ministro francés, con una diferencia de 200.000 votos respecto de Le Pen.

Los resultados dieron cuenta de un fraccionamiento del electorado francés y un rechazo al liderazgo socialista, pero la principal noticia mundial fue que en Francia era posible que la extrema derecha disputase un balotaje. De todos modos, los analistas advirtieron tempranamente que era prácticamente imposible que Le Pen -un político abiertamente racista, anti-inmigrantes, islamofóbico, y negacionista del nazismo- lograse derrotar a Chirac. Dicho y hecho, en la segunda vuelta electoral se produjo una suerte de alianza civilizacional francesa para aislar a Le Pen, con el consecuente resultado que encumbró a Chirac con el 82,2% de los votos, dejando a Le Pen con apenas 17,8% de las preferencias, habiendo sumado apenas 700.000 nuevas preferencias entre una primera ronda con diez candidatos y la segunda que solo lo enfrentó a Chirac.

Sin embargo, la reacción alérgica francesa hacia la la ultra-derecha no fue definitiva, y desde entonces, el Frente Nacional (FN), el partido fundado por Le Pen, sacó aprendizajes que 20 años después lo tienen nuevamente en un balotaje, pero bastante más expectante: la hija de Le Pen, Marine Le Pen, está en la segunda vuelta francesa con 23,1% de los votos, junto con el presidente Emmanuel Macron (27,8%), con posibilidad de victoria, en un escenario francés altamente volátil, en el cual desaparecieron la centro-izquierda y la centro-derecha del mapa, literalmente, pues los candidatos de sus partidos principales no alcanzaron el 5% que los hace legalmente constituidos. (Respecto de la historia de las elecciones francesas recomiendo este especial de EuronewsUna historia de las elecciones francesas a través de nueve infografías).      

Además, Marine no es Jean-Marie. De partida es mujer, relativamente joven (tiene 53 años, aunque Macron tiene 44) y poco a poco fue convirtiendo su opción en una versión más edulcorada que la de su padre, para lo cual debió incluso expulsarlo de las filas del FN en 2015, dadas sus declaraciones negacionistas del holocausto. Con esto, Marine construyó una opción más moderada, en la que -por ejemplo- se acepta el aborto sin restricciones, o las uniones civiles de personas del mismo sexo, pero que de todos modos tiene como plataforma el acicatear el malestar social de los franceses de pie, y relevar el conflicto con los migrantes y las elites. 

De tal manera, Marine Le Pen ha conjugado dos elementos centrales sobre los que se basa su opción.

El primero, ser percibida como una opción civilizada (al menos más que su padre), para lo cual colaboró bastante la existencia de Éric Zemmour (7,1%), un ultraderechista más al estilo de Jean-Marie, quien vio la opción de arrebatar electorado al FN en su alejamiento de las posturas más extremas, pero, quien terminó favoreciendo a Marine al mostrarla -en contraste con él- como una 'opción moderada' en la derecha.

Una moderación que de todos modos habrá de ser puesta a prueba, pues Le Pen tiene posturas muy extremas. Por ejemplo, estaría en favor de la desmantelación de la Unión Europea (UE) y la salida de Francia de la OTAN, y es conocido que su relación es cercana con el presidente ruso, Vladimir Putin. Este tema lo advierte incluso la prensa derechista española, como ABCLe Pen propone el desmantelamiento de la UE y de la Alianza Atlántica, del corresponsal en París, Juan Pedro Quiñonero.   

El segundo punto importante para Le Pen es su capacidad histórica de obtener votación de un electorado que tradicionalmente ha sido de izquierda, en especial entre los trabajadores franceses. En tal sentido, cobra relevancia lo que harán quienes votaron por Jean Luc Mélenchon (22%), un izquierdista que obtuvo un sorpresivo resultado, apelando a un discurso anti-sistema y anti-oligárquico, que de algún modo se asemeja al de Le Pen, o al menos, no casa con la opción de Macron, quien es percibido como el candidato de la elite. Mélenchon ha dicho que no hay que votar por Le Pen, pero no ha respaldado a Macron, y es un misterio qué hará su electorado.

Además, se observa que el Macron de 2022 es un candidato más débil que el de 2017, cuando ganó por primera vez la presidencia, justamente en un balotaje contra Marine Le Pen, a quien venció con el 66,1% de los votos. Un resultado apabullante -aunque significativamente menos espectacular que el de Chirac-Le Pen de 2002- que difícilmente se repetirá o superará este 2022.

Es algo que afirman las encuestas. Según destaca LibérationEncuesta Viavoice: Macron y Le Pen tendrán un 'partido de vuelta' de resultado impredecible. los autores del sondeo hablan de un escenario impredecible, no solo por el desmoronamiento de las opciones tradicionales, sino por los fenómenos que están detrás de las candidaturas -especialmente- de Le Pen y Mélenchon, en las que juega un importante rol el tema generacional. De tal modo, los más jóvenes (entre 18 y 24 años) se inclinaron por Mélenchon, mientras que los segundos más jóvenes (entre 25 y 34 años) lo hicieron por Le Pen. También es relevante -dicen los investigadores- el rol del ya consabido malestar social, el que divide a Francia en dos: una próspera y adaptada al mundo -que se inclinó por Macron- y otra degradada que lo hizo por Le Pen o Mélenchon.

Viavoice, de todos modos, indica que el 42% de los franceses se inclinaría hoy por Macron, mientras que 36% lo haría por Le Pen, habiendo un 22% que no responde. Pero, dicen los encuestadores, la intención de voto por Macron es significativamente menor a la que obtuvo a la misma altura en 2017 (52%), ante la misma rival, y la situación electoral mucho más incierta y volátil.

Y, además, esta segunda vuelta es particularmente incómoda para Macron, quien prometió que no volvería a haber una segunda vuelta con la extrema derecha en el menú, pues él -como presidente de Francia- lograría realizar los cambios necesarios como para remover las causas que explican ese auge.

No fue así, y de hecho, son varios los análisis que muestran que Macron se equivocó durante su presidencia volcando su discurso hacia la derecha, en la lógica de cerrarle el paso a la ultra en materias como la inmigración. Esto, pues con eso hizo que los temas más caros de sus rivales a su derecha fueran más relevantes para los franceses, sin tampoco lograr quitarles prominencia a los líderes ultraderechistas, como Le Pen y Zemmour, quienes se veían más verosímiles que Macron en ese papel.

Todo lo anterior, sin contar que ese giro táctico a la derecha por parte del presidente hace más difícil seducir un electorado de izquierda. Eso está en la base del análisis que realiza The Guardian, periódico que en su editorial La mirada de The Guardian sobre Macron vs. Le Pen: no es un caso de déjà vu, plantea que Le Pen tiene opciones ciertas, justamente porque distintas encuestas muestran que 2/3 de los electores de Melénchon son reacios a votar por Macron: de este subconjunto la mitad se inclinaría por Le Pen, y la otra mitad no iría a votar, 

El mismo periódico publicó los resultados de una investigación por parte de Werner Krause, Denis Cohen y Tarik Abou-Chadi, que muestra que Copiar a la extrema derecha no ayuda a los partidos tradicionales. Pero puede impulsar a la extrema derecha, la cual estudia los casos de 12 países europeos, y que viene 100% al caso francés. También elDiario.es de España trae un artículo en la misma línea: Macron ha ayudado a crear el monstruo actual de la extrema derecha en Francia, de Pauline Bock.

Esto no quiere decir que Macron no tenga opciones, la misma guerra en Ucrania -y el despertar liberal que hay detrás- lo favorece, así como también el gasto público que prodigó en pandemia, lo que podría alejarlo de la idea de que es el 'candidato de los ricos'. Al respecto, es interesante este artículo de opinión de E.J. Dionne Jr., quien expone en The Washington Post: (en español): Macron y la democracia liberal ganan un respiro.

Asi y todo, ahí está Macron, siendo el candidato de la 'Francia civilizada' que por primera vez está siendo realmente amenazado por un Le Pen, y cuya derrota podría traer consecuencias insospechadas a nivel geopolítico y de la cultura política de Europa y el mundo. Esto, pues el país no es Hungría ni Polonia, países de la UE que experimentan gobiernos ultraderechistas, pero que no tienen el peso demográfico, económico, cultural ni militar de Francia, país que -en conjunto con Alemania- es el núcleo de la Europa occidental y liberal que ganó la Segunda Guerra Mundial y que fundó el proyecto europeo. 

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