Durante décadas, la televisión abierta en Chile disfrutó de una posición dominante. Canales como Televisión Nacional de Chile (TVN), Canal 13, Mega y Chilevisión fueron los principales proveedores de noticias, entretenimiento y cultura. Sin embargo, esta hegemonía se ha erosionado debido a la fragmentación de la audiencia, el auge del streaming y el declive en la inversión publicitaria en medios tradicionales.
Con la proliferación de plataformas digitales, como Netflix, YouTube, Amazon Prime Video y redes sociales, se han multiplicado las opciones de información, compañía y entretenimiento disponibles para los consumidores, necesidades que históricamente eran cubiertas por la TV tradicional. La audiencia, antes cautiva de aquella vieja TV, ahora se encuentra dispersa en una miríada de canales y contenidos.
Desde hace una década, la TV ha salido no solo del living de las casas chilenas, sino también de los aparatos convencionales. Los servicios de streaming, con su catálogo de series, películas y documentales a la carta, han ganado terreno rápidamente, especialmente entre los jóvenes. La posibilidad de ver contenidos cuando y donde quieran, de preferencia sin interrupciones publicitarias, ha seducido a una creciente base de suscriptores, ofreciendo una experiencia de consumo altamente personalizada, basada en los gustos y preferencias de cada usuario. Los algoritmos de recomendación sugieren contenidos relevantes, mientras que las redes sociales permiten compartir opiniones y participar en conversaciones en tiempo real.
Estos desafíos han puesto en jaque el modelo de negocio de la televisión tradicional, basado en la venta de publicidad a cambio de alcanzar grandes audiencias. Los canales se han visto obligados a reinventarse, a buscar nuevas fuentes de ingresos y a adaptarse a las nuevas formas de consumo de contenidos.
En Chile, el uso del "people meter" para medir el rating televisivo comenzó en 1992. Antes de eso, desde 1986, la medición de audiencias se realizaba de manera rudimentaria, mediante cuadernillos en los que un panel de hogares en Santiago registraba manualmente lo que veía. Fue en 1992 cuando la empresa Time IBOPE (ahora conocida como Kantar IBOPE Media) introdujo esta tecnología electrónica en el país, marcando un cambio significativo en la forma de recopilar datos sobre las preferencias de los televidentes
El nuevo sistema de medición, que seguirá a cargo de Kantar IBOPE Media y se comenzará implementar en abril de 2025, abarcará por primera vez el país completo, desde Arica a Punta Arenas, lo que convierte a Chile en uno de los pocos países a nivel global que va a tener medición nacional, y promete ofrecer una visión mucho más completa y precisa de la audiencia, al tener en cuenta todas las plataformas y dispositivos a través de los cuales se consumen contenidos televisivos, alcanzando, en proporción, a 17 millones de personas.
El sistema actual mide solo la sintonía de televisión en cinco regiones con 600 hogares, mientras que el nuevo incluirá televisión y consumo digital en todo el país con 1100 hogares.
La medición cross-media se realizará a través de routers instalados en ese millar de casas designadas para la muestra, que combinará las estadísticas que arroje la llegada del nuevo People Meter 7, un medidor de última generación de visualización en vivo. Esta combinará la atención, la navegación y lectura en todos los dispositivos y plataformas, incluyendo dispositivos móviles (teléfonos, tablets, computadores) y Smart TVs.
El nuevo rating ofrecerá así nuevas cifras, que combinarán la TV en Vivo - esa en que la audiencia sintoniza los canales en tiempo real) con el streaming digital, pero también la TV grabada - esa en que la audiencia graba programas y los ve en diferido, a través de grabadoras de video digital o DVR - y el Video Bajo Demanda, o VOD, en que la audiencia consume contenidos a través de plataformas digitales como los sitios web y las aplicaciones de los canales.
Al integrar todas estas fuentes de datos, el nuevo sistema de medición ofrecerá una radiografía mucho más precisa del consumo de contenidos televisivos, permitiendo a los canales y anunciantes tomar decisiones más informadas sobre la producción, programación e inversión publicitaria.
Con el nuevo sistema de medición multiplataforma los canales tendrán una visión mucho más realista de su audiencia, al conocer no solo cuántas personas sintonizan sus programas en vivo, sino también cómo y dónde los consumen. En teoría esto les permitirá ajustar su programación y estrategias de contenido para satisfacer las necesidades y preferencias de su audiencia.
Con esa medición más precisa del impacto de sus programas, los canales tendrán un incentivo para invertir en la producción de contenidos de mayor calidad y relevancia, pero no necesariamente estos serán los de mayor presupuesto. La competencia por la audiencia se intensificará, lo que impulsará la creatividad y la innovación, y podría acabar para siempre con el modus operandi actualmente vigente en algunas gerencias de canales, que consiste en gastar enormes porciones del presupuesto anual de sus estaciones en comprar formatos desarrollados en el extranjero y programas de ficción envasada. La razón, hasta hoy, es sencilla y urgente: Ante un fracaso, las responsabilidades ejecutivas se diluyen.
En la TV del pasado, una cámara de video no podía bajar de los 30 millones de pesos para ser considerada “profesional”. Eso podría cambiar consistentemente dentro de los pocos meses, cuando una cámara que se encuentra en las tiendas de retail tradicional a un costo de 3 o 4 millones de pesos pase a convertirse en una opción cotidiana para que los canales de TV produzcan nuevos contenidos digitales, como series web, programas cortos y formatos interactivos, para atraer a la audiencia más joven y conectada.
También es posible esperar alianzas con plataformas de streaming, como Netflix o Amazon Prime Video, para coproducir y distribuir contenidos, buscando ampliar el alcance de las nuevas audiencias y generando nuevas fuentes de ingresos.
Un nuevo escenario es el que además enfrentará la inversión publicitaria. Los anunciantes también tendrán a la mano cifras con mayor transparencia y detalle, al conocer con precisión el alcance y el impacto de sus campañas en todas las plataformas. Esto permitirá a los anunciantes optimizar sus estrategias de marketing y maximizar el retorno de la inversión.
Durante los últimos años la fuga de audiencia hacia las plataformas digitales ha provocado una disminución en la inversión publicitaria en la televisión, que hoy se reparte una porción menor de esa inversión con otros medios tradicionales como la radio, la prensa escrita y la publicidad callejera. Desde hace un par de años ya, más de la mitad de esa inversión ha pasado a los medios digitales.
Naturalmente la medición del ecosistema multiplataforma podría acelerar el cambio hacia modelos de negocio más diversificados y también pluralistas, en el que no solo los canales grandes (majors) sino también los canales más exitosos del streaming (hoy, minors) verán un incremento en las posibilidades de obtener ingresos no solo de la publicidad, sino también de la suscripción, la venta de contenidos y otras fuentes. En sencillo, no será extraño ver que algunas de las actuales señales de TV abierta que compiten como majors, pasen a ser actores minors en la industria, y viceversa.
La implementación del nuevo sistema de medición podría reconfigurar, entonces, el panorama mediático chileno, al dar mayor visibilidad a los canales que logren adaptarse a las nuevas formas de consumo de contenidos. Los canales tradicionales que no logren reinventarse podrían perder terreno frente a los nuevos actores del ecosistema digital.
Por ejemplo, para la primera quincena de febrero, el programa de YouTube La Hora De King Kong, conducido por Juan Cristóbal Guarello, se posicionó como el líder entre los contenidos “especializados”, mientras Chilevisión lideró el ecosistema digital de medios “tradicionales” en Chile, según análisis de The Data Trip, una empresa especializada en medir cifras de streaming que ahora también opera en Chile.
The Data Trip también destaca una "paradoja de los suscriptores vs. la audiencia en vivo". Los canales de aire Mega y Canal 13, a pesar de contar con una gran cantidad de televidentes, muestran promedios de espectadores online más bajos en comparación con canales de YouTube más pequeños como “Amikas” o “MediaPunta”. The Data Trip lo atribuye a la emisión On Demand o en formato de shorts. Esto sugiere que parte del público prefiere sintonizar la programación lineal de la televisión por internet desde sus teléfonos o computadoras.
En Brasil, la implementación de esta tecnología ha revelado una creciente fragmentación de la audiencia y una intensa competencia por la relevancia. Canales tradicionales, como Globo, Record y SBT, han visto cómo su audiencia se dispersa en una amplia gama de plataformas digitales, incluyendo servicios de streaming, redes sociales y sitios web de noticias y entretenimiento.
En Argentina, mientras tanto, la nueva medición multiplataforma ha coincidido con una profunda crisis económica, que ha afectado fuertemente a la industria televisiva. Canales como El Trece, Telefe y América TV, han tenido que lidiar con la inflación, la devaluación de la moneda y la caída del consumo, lo que ha dificultado la inversión en producción de contenidos y la captación de anunciantes, pero ha fomentado la creatividad y el surgimiento de nuevas voces en los medios, como el canal Olga, de YouTube.
Los canales verán también como las llamadas “estrategias de contenido exponencial” se harán imprescindibles tanto para lidiar con la conversación y con la convocatoria en redes sociales, como para tomar decisiones programáticas.
En Estados Unidos, figuras icónicas como Jimmy Fallon, Stephen Colbert o Jimmy Kimmel han visto cómo su éxito ya no se mide únicamente por los ratings tradicionales de la televisión lineal, que han disminuido con el tiempo. Con la adopción de métricas multiplataforma, por ejemplo un segmento viral de The Tonight Show con Jimmy Fallon puede generar millones de vistas en YouTube, sumando audiencia que no se refleja en el rating tradicional. Esto ha obligado a estos rostros a adaptar su contenido para ser más "compartible" en digital, priorizando sketches cortos o momentos diseñados para redes sociales, lo que a veces eleva su relevancia más allá de la pantalla tradicional, pero también los expone a una mayor competencia con creadores digitales nativos.
Así, la manera en que se medirá la relevancia de los rostros de TV en Chile también cambiará. Ya no bastará el dato de la tradicional encuesta de popularidad de empresas como Cadem para que los anunciantes y los canales sepan qué opina la audiencia. Esta vez, los datos serán más detallados, consistentes y, sin duda, brutales.
Estamos a pocos días de un escenario que forzará una nueva configuración de la industria televisiva en Chile, que al momento de recibir los primeros resultados, tendrá muy poco tiempo para reinventarse, diversificar ingresos y adaptarse a modelos más ágiles de producción y distribución multiplataforma.
Su capacidad de transformación está aún por probarse.
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