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Viernes, 18 de Julio de 2025
[Sábados de streaming – Documentales]

'Los Jaivas – Todos juntos': Revisando el álbum familiar

Juan Pablo Vilches

El recorrido por el inmenso archivo que Los Jaivas han recopilado en sus casi seis décadas de trayectoria, se parece a una saga familiar más que a una biografía artística o musical. El resultado es un producto lleno de cariño.

En YouTube se ha configurado una pequeña industria en torno a las “reacciones”, donde personas de diversas procedencias escuchan canciones también de diversas procedencias y muestran su parecer. A veces desde las emociones percibidas y traducidas a partir de los acordes, a veces desde el conocimiento musicológico, o como ejecutantes o como productores musicales.

Dentro de esa pequeña industria, hay un subconjunto floreciente de youtubers que reaccionan a los grandes clásicos de Los Jaivas –Mira niñita y La poderosa muerte, Tarka y ocarina, entre otras–; en primer lugar, porque las canciones son sencillamente imponentes, y, en segundo lugar, porque hay muchos chilenos ansiosos de ver que personas del extranjero descubren un tesoro que –lamentablemente– solo conocíamos en Chile. Esperando, además, que los nuevos fans los quieran tanto como el público de nuestro país.

El documental Los Jaivas: Todos juntos (Rodolfo Gárate y Gustavo Silva, 2020; producido por Sergio Lagos) parte precisamente de esa premisa: el conjunto de los hermanos Parra, del Gato Alquinta, de Mario Mutis y de quienes los han acompañado en casi 60 años de carrera, fue más allá del éxito y del reconocimiento para forjar con el público y el pueblo de Chile una relación de amor. Puro y simple.

Los realizadores transparentan el alfabeto con que lo harán: el gigantesco archivo con que los propios Jaivas han documentado su carrera y su vida como conjunto

La secuencia inicial salta de lugar en lugar y de año en año para armar un mosaico veloz y elocuente acerca del fervor que nuestro país le prodiga a esta banda hasta el día de hoy. El documental, entonces, se presenta punzante como una buena pregunta y se despliega en dos horas para dar la respuesta.

Antes de responder a la pregunta, los realizadores transparentan el alfabeto con que lo harán: el gigantesco archivo con que los propios Jaivas han documentado su carrera y su vida como conjunto, recopilado y almacenado por el archivero del grupo (o el archiduque, como le decían sus compañeros), a la vez que pianista y maestro de ceremonias en las presentaciones de la banda, Claudio Parra.

El documental no se detiene tanto en el origen de esta hermandad: en un colegio de Viña del Mar en la década de los 50, con fotos familiares y testimonios de los cinco fundadores, los vivos y los muertos, quienes aún nos hablan desde el material de archivo recopilado para la ocasión.

Recurrentemente veremos a Parra, mientras él ve los viejos videos del grupo, en proceso de escaneo a 4K; o escuchando discos en una radio vieja, como quien mira el álbum familiar. Y si el relato sobre la historia del grupo tiene esta dinámica es porque el grupo mismo es una familia, un clan más bien, sin padre ni madre, pero con muchos hermanos.

El documental no se detiene tanto en el origen de esta hermandad: en un colegio de Viña del Mar en la década de los 50, con fotos familiares y testimonios de los cinco fundadores, los vivos y los muertos, quienes aún nos hablan desde el material de archivo recopilado para la ocasión. La singularidad del grupo respecto de sus colegas contemporáneos apenas se vislumbra, y la contingencia política, dolorosa de por sí, duele más al ir acompañada de Mira niñita.

Todo esto importa, pero importa más la familia. Se empiezan a sumar los hermanos menos conocidos, pero igual de importantes: René Olivares, el ilustrador de las portadas y afiches; el “Piola” Poblete, manager; y Jano Parra, iluminador y manager; cada uno con sus familias y sus hijos, embarcados con los músicos –y sus esposas e hijos– en eludir la dictadura. 

Para recordar el autoexilio –primero en Argentina y después en Francia– el documental lleva a Los Jaivas activos a los mismos lugares donde vivieron, con los nuevos hermanos que los acogieron y los acompañaron, y en los lugares donde se vieron forzados a vivir en comunidad. No por ideología sino por sobrevivencia, lo que sin embargo es explicado con total naturalidad y recordado con gratitud y alegría por los hombres, mujeres y niños que fueron en aquel entonces.

Son demasiadas voces y demasiados voceros como para sospechar impostura ni mistificación. Por el contrario, los testimonios de Juanita Parra o Aurora Alquinta respecto de la privilegiada niñez en medio del bosque en Les Glycines, rodeadas de músicos, artistas y artesanas, explica también la permanencia del grupo en el tiempo, pues la generación siguiente todo lo absorbió y lo devolvió. Y lo renovó cuando llegó la tragedia.

Las muertes en la familia –Gabriel, primero, y Gato, después– son anunciadas por un silencio súbito, como si se contuviera el aire antes de largar el sollozo por lo que se sabe que vendrá. En realidad, esos momentos son las cúspides de una emotividad sostenida a lo largo de todo el documental, y donde la información entregada, por los voceros, las imágenes y las propias canciones de la banda –en general, muy bien puestas– no hacen sino alimentar.

En otras palabras, no se menciona al mundo musical en el que Los Jaivas se formaron, crecieron, maduraron e ingresaron al canon de la música nacional y, eventualmente, internacional. ¿Es esto malo? No necesariamente, pero sí dice mucho del talante del documental y de lo que se puede encontrar en él y lo que no.

La respuesta a la pregunta inicial es sumamente obvia, pero eso no le quita interés al asunto sino todo lo contrario. Los Jaivas son tan queridos por la sencilla razón de que son queribles, y la increíble historia de fiato personal y musical que forjó un sonido único en el mundo, no puede sino sorprender y suscitar el deseo de que el relato no termine. Pero termina, y con el acelerador a fondo hasta llegar al presente.

Cuando jóvenes, Los Jaivas escucharon muchísima música. Pero llegó un momento en que se concentraron en su propia obra tras años de experimentación, lo que dio por resultado una discografía única e impresionante. Ese solipsismo de Los Jaivas está recogido también en la forma y en la temática del mismo documental. 

No se menciona a sus “primos del frente”, Congreso, oriundos de Quilpué, igual de talentosos (aunque no tan masivos) e igual de vigentes más de medio siglo después. No se nombra a Pink Floyd, otra comparación recurrente, sin cuyo concierto en la desierta Pompeya no es concebible Alturas de Macchu Picchu

En otras palabras, no se menciona al mundo musical en el que Los Jaivas se formaron, crecieron, maduraron e ingresaron al canon de la música nacional y, eventualmente, internacional. ¿Es esto malo? No necesariamente, pero sí dice mucho del talante del documental y de lo que se puede encontrar en él y lo que no.

Acerca de…

Título original: Los Jaivas – Todos Juntos
Nacionalidad: Chile
Dirigido por: Rodolfo Gárate y Gustavo Silva  
Duración: 130 minutos
Se puede ver en: HBO Max



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