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Sábado, 16 de Agosto de 2025
¿Fin de una etapa?

Mañalich: Las claves de por qué el ministro más poderoso deja el gobierno

Andrés Almeida
Laura Landaeta

El ex ministro de Salud fue hasta ayer el brazo derecho del presidente Sebastián Piñera durante la larga primera parte de la crisis sanitaria y la autoridad con mayor peso propio en el gabinete. ¿Qué lo hizo salir de escena más allá de sus errores, faltas a la verdad y su desgaste? Todo indica que Mañalich sale a tiempo para verse más fortalecido que dañado.

Jaime Mañalich no es más el ministro de Salud. Una renuncia sonada, luego de 15 semanas en que la autoridad día a día protagonizó la acción del gobierno en el transcurso de la pandemia de coronavirus que tiene a Chile en una situación crítica; tanto a nivel sanitario -con más de 6.000 contagios diarios y muertos en cantidades muy por encima de las inverosímiles cifras oficiales- como a nivel político.

Después de todo, deja el gobierno el ministro más cercano al presidente Sebastián Piñera, luego de la renuncia de Andrés Chadwick a Interior a fines de octubre de 2019, quien además era hasta ayer también la autoridad con mayor peso político propio del gabinete.

En una lectura simple, Mañalich cayó por una sumatoria de errores y descriterios, tales como la inexistencia de los ventiladores donados por China, el aplanamiento de una curva epidemiológica que solo existió en las estadísticas del Minsal, una nueva normalidad imprudente, más guiada por criterios economicistas que sanitarios, cuarentenas dinámicas y otras políticas como el carnet Covid-19 fundadas en la creencia de que era posible alcanzar una inmunidad de rebaño pese a que la ciencia venía advirtiendo que no era posible, un manejo político y comunicacional de desprecio por sus interlocutores y los ciudadanos (a quienes culpó del desastre sanitario), y la opacidad en el manejo de la información, lo que finalmente redundó en los más de 2.000 muertos que nunca contaron en las estadísticas nacionales, pero sí en las que reportó a la OMS, tal como informó Ciper.  

Pero la salida de Mañalich es un asunto más complejo, en tanto que hasta ayer su destino era el mismo que el de Piñera, dado que ambos compusieron un tándem que se movió de manera sincrónica y sin fisuras para desarrollar una estrategia política y sanitaria que le permitiera al gobierno ganar meses y evitar su naufragio.

Una alianza que data de los tiempos en que ambos coincidieron en la Clínica Las Condes, que ha llevado a que incluso el ministro haya sido médico personal del presidente en los difíciles tiempos del estallido social, y que -según varias fuentes con pensamiento cínico- se puede proyectar comercialmente en el tiempo, cuando ambos puedan capitalizar su experiencia en el manejo de la pandemia.

Todos elementos que hacen casi imposible que no se haya tratado de una salida acordada hasta sus más mínimos detalles, de la cual algunas fuentes del Minsal dicen que se viene diseñando incluso dos días antes que la nota del Ciper

De tal modo, entendiendo la salida de Mañalich como un sacrificio táctico, es posible identificar tres claves que pueden explicar la salida ahora del ex super ministro.  

1. Mañalich sale herido, pero entero

En la noche del 13 de junio de 2020, en la avenida Los Trapenses, en Las Condes, se escuchaban bocinazos. Eran manifestaciones en favor de Jaime Mañalich, una figura que en el transcurso de la pandemia fue convirtiéndose en una carta de liderazgo para el gobierno, pero también para la derecha política, la cual -en los momentos de ilusión en que se pensaba que se había controlado la curva de contagios- incluso soñó con que el ministro tenía impronta presidencial.

Hoy, con todo el peso de sus errores encima, Mañalich está lejos de una candidatura presidencial, pero está también muy lejos de estar muerto.

Al cierre de esta edición, el hashtag de Twitter #GraciasBigBoss tenía 78 mil tweets, y numerosos personeros de la derecha habían mostrado el aprecio a la labor de Mañalich como ministro de Salud. 

El diseño de su salida fue así. Un funeral vikingo, lo que en la jerga política local, implica un reconocimiento unánime de la valía de alguien que ha debido dejar de cumplir una función de relevancia por razones de fuerza mayor, ajenas a su rendimiento en ella. 

Según fuentes del Minsal, Mañalich ha recibido el apoyo personal de al menos Joaquín Lavín, Andrés Allamand, Jacqueline van Rysselbergue y Manuel José Ossandón.

El presidente Piñera no fue la excepción, comenzando su discurso en el cambio de ministros con agradecimientos hacia su más estrecho colaborador. “Quiero iniciar estas palabras agradeciendo muy sentida y sinceramente al doctor Jaime Mañalich, no solo por sus calidades profesionales, sino también por su compromiso y entrega total para cuidar y proteger la salud y la vida de todos nuestros compatriotas”.

 Sin embargo, siguiendo el folclor político chileno, el funeral no es completo, pues todo el mundo sabe que en política nadie muere y que se ha visto muertos cargando adobes. Y menos en el caso de Mañalich.

En otras palabras, la salida del ex ministro le permite guardar buena parte del capital político que acumuló durante estas 15 semanas en que la televisión apenas lo inquirió y que contó con un sólido respaldo comunicacional para convertirlo en el artífice de la (ahora fracasada) estrategia contra este enemigo poderoso e implacable (y según la retórica que viene, invencible).

En este análisis es importante considerar que lo peor no pasó; está por venir. Lo advirtió el mismo Mañalich en su discurso de salida: “Yo predigo, me atrevo a decir que en las próximas semanas vamos a tener un estrés, una tensión sobre la red asistencial aún mayor”, aseguró.

Esta situación explica en buena parte por qué se produce la salida del ministro no en un momento posterior, en un escenario probable a la italiana, con entre 500 y 1.000 muertos diarios, lo que pudo implicar -al estar ambos atados- la caída del propio Presidente.

¿Por qué justo ahora y no en los dos cambios de gabinete anteriores en menos de diez días?

Seguramente la revelación de Ciper adelantó las cosas e hizo menos pulcra una renuncia, de la cual -de todos modos- se venía hablando desde hace rato en los círculos de poder del piñerismo. 

2. El problema nunca fue Mañalich, siempre fue Piñera

Entre las frases de buena crianza, ha abundado aquellas que saludan al nuevo ministro de Salud, Enrique Paris, de quien se espera que abra más el diálogo, del cual -a su vez- se espera que derive en cambios en la estrategia sanitaria, haciéndola más participativa.

 Esto, como si el problema hubiese sido un problema de estilo el de Jaime Mañalich y no de estrategia, con lo que bastaría con cambiar el interlocutor.

Pero la conducción de la pandemia siempre fue un asunto presidencial, que compitió y compete a Sebastián Piñera, quien ha adoptado todas las ideas y fórmulas que casan con su propósito de manejar la crisis con criterior costo-efectivos, donde la última línea no es la salud de la población, sino el descalabro (o no) de la economía.

Incluso en la retórica del Presidente es identificable esa idea, cuando dice que existen dos pandemias; ésta, la real, y la pandemia de la recesión. "Debemos tomar conciencia que enfrentamos dos de las peores pandemias que la humanidad ha sufrido en los últimos cien años: la pandemia sanitaria del coronavirus, y la pandemia social de la recesión mundial", para luego agregar que ambas "atentan contra la salud, la vida, la dignidad y la calidad de vida de las personas".

Aferrarse a eso tiene sentido si hay que circunscribirse exclusivamente al propósito de Piñera de sobrevivir al tiempo de su mandato, considerando que ha logrado poco a poco concitar en torno suyo el apoyo de la derecha dura, a la cual al parecer le es más caro el valor de conservar la salud de la economía que el de las personas (al menos las más vulnerables).

También tiene alguna racionalidad política pensar que es posible endilgarle la catástrofe sanitaria al virus en sí mismo, como una maldición bíblica de la que nadie en el mundo escapa, o la población misma que no guarda debidamente la cuarentena. Esto, a la vez que es muy difícil para el Presidente excusarse de las graves perturbaciones sociales que pueden producirse a partir del desempleo y la contracción económica, estando -además- tan cerca del estallido social.

Visto así, es muy difícil que Paris venga a convencer a Piñera de lo contrario, dada una hipotética reunión que tuvo con Izkia Siches, la popular presidenta del Colegio Médico.

Así y todo, Piñera queda debilitado. 

Si esto fuera un juego de ajedrez, el Presidente pierde una torre pero zafa de un jaque mate en un par de jugadas, cuando la situación sanitaria sea más dramática y -como ya le pasó con Andrés Chadwick en el estallido social- las personas ya no pidan la cabeza de su ministro (Mañalich), sino la suya propia. 

Ahora tiene a Paris como un alfil que lo protege, de momento. Pero eso no quita que a Piñera se le acaban las piezas, las jugadas y el tiempo, como para lograr unas tablas, que serían sobrevivir a su mandato. 

¿Qué piezas le quedan al gobierno con peso propio? Casi ninguna. Tal vez los ministros Hernán Larraín (Justicia), Alberto Espina (Defensa) y  Cristián Monckeberg (Desarrollo Social). Tal vez los asesores Cristián Larroulet y -en un futuro, por qué no- Jaime Mañalich.

3. Esto no es un triunfo de la oposición, sino prueba de su debilidad.

En términos estrictamente políticos, varios son los personeros de la oposición que durante la semana exigieron la renuncia de Jaime Mañalich, entre ellos, Carmen Frei, de la Democracia Cristiana, la primera de todos.

En términos políticos en un sentido más laxo, ha habido también una figuración importante de la presidenta del Colegio Médico (Colmed), Izkia Siches, quien se ha presentado mediáticamente como un contrapunto constante respecto de Mañalich, lo que le ha valido figurar incluso como alternativa presidenciable en varias encuestas.

Sin embargo, la salida del ministro de Salud no responde a la presión de ninguna de estas dos figuras, aunque hayan contribuido a ello.

Según varios círculos de estas dos oposiciones (la política y la sanitaria, por decirlo de algún modo), la caída de Mañalich representa la necesidad del gobierno por lograr un acuerdo nacional de gobernabilidad, en el primer caso, y de integrar al mundo técnico a las decisiones para enmendar el rumbo del manejo de la pandemia, en el segundo.

Sin embargo, poco de eso tiene asidero. 

El acuerdo nacional con la oposición política tiene por piedra de tope el gasto público, los impuestos y el rol del Estado, algo en lo que seguramente Piñera va a ceder en muy menor medida, solo para guardar las formas. 

Eso, mientras que la política sanitaria está adosada a lo anterior, por lo que es esperable de la gestión de Enrique Paris ante el Colmed sea parecida a su labor en la Mesa Covid-19; para discutir cambios importantes en los modos (como lograr mayor transparencia en la información o fluidez en el diálogo), pero insustanciales en el fondo; fundamentalmente porque Paris no es quien encarna la estrategia contra la pandemia. 

De hecho, algunas fuentes afirman que Paris no fue la primera opción de Piñera, sino que la del mediático urgenciólogo de la Clínica Indisa, Sebastián Ugarte, quien se habría negado a asumir el cargo. 

En suma, la de Paris es una nominación que no fue pedida por nadie de la oposición, sino más bien resistida por ella.

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Comentarios

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De acuerdo. Ni Mañalich, ayer, ni Paris, mañana,

Como que no me cierra la redacción de este análisis. Como que se quiso decir algo, pero, como no se tenían pruebas, se dejan frases volando. Son como conjeturas. Por lo mismo no se comprende lo de q JM haya salido no tan dañado. La verdad es que hay pistas para preguntarse que si lo sacaron para cuidarlo. De hecho algo q me causó mucha intriga fueron los minutos que le dieron en la monedad para que se despidiera... recuerda alguien que un ministro haya tenido esa posibilidad? Yo no me acuerdo. Por ende lo que a mí me preocupa, no es si lo sacaron para dañarlo poco, lo que claramente algo o harto de cierto tiene, sino... ¿por qué? ¿Soldado vivo sirve para otra guerra? O la verdad que bajo el mando de Piñera no hay lógicas políticas? Y siempre todo es inédito (y absurdo)? Eso.

El Más poderoso del Universo?

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