Paz Zárate, abogada de la Universidad de Chile, experta en derecho internacional, quien hizo sus estudios de maestría en la Universidad de Cambridge y de doctorado en la Universidad de Oxford, analiza la articulación del discurso que movilizó el referéndum realizado el 2016 y cómo este concluyó en la crisis actual, a menos de dos meses del 29 de marzo, fecha estipulada para concretar el Brexit.
Según Zárate, la retórica antimigratoria de la extrema derecha, la manipulación mediática y la desinformación son los protagonistas del escenario británico de los últimos años.
Cuando se hizo el referéndum hace dos años y medio ¿bajo qué argumentos se dio y de dónde se impulsó la iniciativa de salida de la Unión Europea?
Si hay que retrotraerse a un momento en el que esto comienza, creo que coincide con la crisis económica de hace unos diez años. Siempre el Reino Unido ha tenido una postura de apoyar a la Unión Europea (UE), porque obviamente desde la geopolítica es un esquema muy necesario para el mantenimiento de la paz. Pero al mismo tiempo es necesario mantener ciertas particularidades propias británicas. Entonces tenía algo como un régimen especial. Pero eso no fue suficiente, porque a partir de la crisis económica comienza a encontrarse la retórica de los políticos que culpan de este fenómeno a la UE y específicamente a la migración que se produce a partir del libre movimiento de personas, una de las bases fundamentales de la UE.
En Inglaterra es fundamental el tema de la migración…
Claro, hay que pensar que esto también beneficia a los británicos, porque millones de ellos viven en países de Europa continental. Esa es justamente la esencia de la UE, producir una familia de naciones, al punto de que no sea posible otra guerra, porque el vínculo entre los países debería ser muy grande. Tiene todo el sentido, pero como decía, comenzó a incorporarse en la retórica la culpabilización a la UE como fuente de la migración y a los migrantes como los responsables de los fracasos en la aplicación de políticas en educación, en salud pública o en la vivienda.
Esto, a pesar de que los datos dicen lo contrario, ya que la migración es una fuente de alta productividad y un motor de creatividad.
La culpabilización de la migración fue un fenómeno creciente. La prensa tabloide comenzó a vincular la migración con el crimen. Todos los días en sus portadas y obviamente, tras un largo periodo, aparecía esa idea. De tal modo, no fue sorprendente que electoralmente esa extrema derecha haya figurado tanto.
¿Cómo escaló esto hasta el referéndum del 23 de junio del 2016?
Surgieron distintas visiones al interior del Partido Conservador respecto a qué hacer con la UE. En ese momento, David Cameron, pensó en resolver esas tensiones internas diciendo, “bueno, sometámoslo a referéndum”.
No hay que olvidar que dos años antes Cameron hizo el referéndum sobre la permanencia de Escocia en el Reino Unido, el que no fue muy bien organizado y donde ganó su permanencia por una diferencia muy pequeña. En ese momento, no hubo una campaña sostenida por parte del gobierno y se actuó solamente cuando los números indicaron que había un riesgo importante de que Escocia se saliera.
Sin embargo, en el gobierno no aprendieron la lección y no organizaron este nuevo referéndum de forma adecuada. A pesar de que el Brexit era de carácter recomendatorio, el gobierno anunció que se iba a adherir al resultado, que lo iba a ejecutar. Esto fue un error.
Nuevamente no se hizo una campaña adecuada de información al electorado sobre las ventajas y desventajas entre una opción y la otra. Este es un tema donde hay muchos elementos técnicos. Entonces se acercaba la fecha y la población no tenía la información acerca de por qué valía la pena o no estar en la UE.
Se realizó una votación donde no hubo información adecuada. Desde afuera, el Banco Mundial dijo: "la salida va a tener un costo económico importante", pero eso no permeó. Los expertos trataron que esa información llegara, pero fue rechazada por la política.
Dentro de este ambiente de desinformación, cargado contra la migración, hubo muchas noticias falsas que se utilizaron para influenciar al electorado. Como decir que las contribuciones económicas que el Reino Unido envía a la UE –como todo los demás miembros– sería desviada si es que había un retiro al Sistema Nacional de Salud. Se sabía que era falso. Al día siguiente del triunfo a favor del Brexit, las personas que hicieron esta campaña, como Nigel Farage, admitieron que ese tipo de promesa era incumplible y que se habían excedido al hacerla.
Otra de las mentiras fue afirmar que era extremadamente fácil retirarse de la UE. Que al día siguiente de que ganara la opción de salida de la UE, empezarían las negociaciones, y que concluirían con varios tratados de libre comercio que más que compensarían el comercio que el país tenía como miembro de la UE, pese a que todos los datos indican que no es posible compensar lo que se tenía antes.
Sin dudas fue un gran problema la falta de una conversación nacional sobre este tema antes. Que esto ocurra ahora, al borde del precipicio económico –según el Banco Central, la Confederación de la Producción y todos los sectores empresariales– y no justo antes de la votación. Pues no hubo transparencia para decirle al electorado lo cerca que se está de la debacle económica, que la única forma de proteger al país en su seguridad nacional y en su abastecimiento es tener una relación amistosa y fluida con la UE.
Lo crítico es que dos años después del referéndum y a dos meses que ocurra la salida forzada sin acuerdo, recién la población está obteniendo la información que necesita. Ahora están apareciendo las cifras. Se está informando lo que es una unión aduanera. Se está diciendo cuál es el porcentaje de tarifas de los bienes que llegan desde Europa continental, que los británicos necesitan y que por cual hoy pagan tarifa cero.
Considerando la desinformación del proceso y el impacto negativo que tendrá sobre el país ¿Cuáles son los motivos por los que Theresa May sigue impulsando el Brexit en este punto?
La primera ministra llegó tras la renuncia del anterior, por lo tanto ella considera que es su mandato y que debe ejecutar la voluntad popular manifestada a través del referendum.
A mi modo de ver, el problema no es retirarse de la UE y dejar de ser miembro. Porque hay países que no lo son y tienen una relación amistosa y fluida con la EU. Porque esa es la única cosa sensata y prudente que se puede hacer en un momento en que los países son interdependientes.
Hay que recordar lo que dice Emmanuel Macron, el presidente francés. El 70% de las cosas que se encuentran en los supermercados británicos son importados desde Europa continental.
Entonces el problema no es salirse, sino que cómo hacerlo. Y la única forma prudente de no ser miembro es aplicar un soft Brexit y no un hard Brexit, porque la noción de este, se da sobre la base de una soberanía anticuada que ya no es factible.
No se puede porque el país no produce lo suficiente para llenar sus propias necesidades. Esto también tiene que ver con los servicios. Hay un alto porcentaje de médicos, enfermeras, matronas, y dentistas en el sistema público de salud que no son británicos. Y el país no tiene los recursos humanos para reemplazarlos. Tomaría mucho tiempo formar tantos profesionales de la salud que fueran británicos. Entonces la idea populista y nacionalista al final no puede ser sostenida en términos reales, por eso es que yo creo el país se encuentra en esta situación actual que es muy complicada.
Uno podría hablar de la porfía de la primera ministra.
Según el movimiento People's Vote y encuestas realizadas por YouGov hay un porcentaje importante de las personas que en un segundo referéndum votarían no al Brexit
Existe la idea de People's Vote de realizar un segundo referéndum y está agarrando adherentes. Hay personas importantísimas que lo están sugiriendo. Ex primeros ministros, que son los mismo que han denunciado estas mentiras al electorado que ya mencionamos.
Pero la idea del People’s Vote no es tan fácil como parece. Organizacionalmente es difícil hacer un referéndum. En este caso habría que tener aún más cuidado en la organización, por las dudas de legitimidad que ocasionaría.
También hay que tener cuidado porque esta es una democracia parlamentaria. Todos los ministros, incluyendo Theresa May, son parlamentarios. Entonces la forma en que se ejerce la soberanía no es una democracia presidencial como a la que nosotros estamos acostumbrados.
La administración no puede simplemente organizar y plantear la pregunta sin tomar grandes precauciones. Ni siquiera está claro aún cómo formular la pregunta y hay que considerar que para el votante promedio no es tan fácil explicarle los elementos técnicos que el Brexit tiene.
Desde mi posición personal, no estoy tan segura respecto del People’s Vote, porque si se organizara y ganara la permanencia del Reino Unido en la UE, hay que pensar que el porcentaje de gente que votó por el Brexit es alto y no se evaporaría su frustración.
¿Qué tan probable es que la propuesta de May sea rechazada nuevamente?
La verdad es que no podría adelantar a cuál sería su propuesta. La única propuesta razonable que me parece es detener el reloj y que ese fuera el pacto. Eso es lo más urgente y luego de eso se puede conversar.
¿Detener el reloj es extender el artículo 50?
El artículo 50 es el reloj que comenzó una vez que May dio la notificación de salida. Se cuentan dos años y eso va a ocurrir el 29 de marzo, a menos que se detenga.
Entonces, entiendo que la UE haya dicho que no va a renegociar el acuerdo, porque ya ha hecho todo lo que puede para ayudar al Reino Unido. Ha dicho también que el Reino Unido no sabe lo que quiere y para eso necesita una conversación nacional, cosa que no pasó antes cuando debió haber sido.
Para mí lo razonable es que el Plan B fuera detener el reloj y se pueda conversar con tiempo, pero no se si la primera ministra lo va a hacer.
¿Cuál es el contexto político para eso?
Me parece que si no se para el reloj el gabinete va a renunciar, porque está dividido.
Lo más racional es suspender el plazo. La UE ha hablado de cuatro meses y que se desarrolle una elección general o que se realice un segundo referéndum. El ex primer ministro Gordon Brown, ha dicho que se necesita a lo menos un año para hacer un diálogo nacional sobre este tema.
¿Es posible extenderlo por tanto tiempo?
Bueno, pasa lo siguiente. Si se detiene el reloj eso significa que el Reino Unido se queda aunque sea por un tiempecito más en la UE. Si se queda por más tiempo como miembro, significa que, primero, tiene los mismos deberes. Tiene que pagar una contribución como los demás estados y lo más importante es que tiene que seguir integrando las instituciones europeas. Pronto viene una elección de miembros del Parlamento Europeo, y si el Reino Unido no organiza una elección se va a quedar sin representantes.
Entonces hay una serie de interrogantes que hay que resolverlas pronto. Ya no hay tiempo para conversaciones, se necesita acción.
Y esto no lo digo yo, lo dicen todos los sectores empresariales, gente del mismo Partido Conservador. Es un tema que va más allá de la política partidista.
¿Cómo impactaría esto en las distintas zonas del Reino Unido, como Londres, Irlanda del Norte o Escocia?
El Reino Unido se divide en cuatro partes: Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte.
El Brexit tuvo su apoyo mayoritariamente en Inglaterra –pero no en toda Inglaterra– y en Gales. Por ejemplo, Londres apoya mayoritariamente ser parte de la UE.
Irlanda del Norte necesita mantener un estatus especial que está consagrado en los Acuerdos del Viernes Santo, que implica que no exista una frontera física con la República de Irlanda, que pertenece a la UE. Un Brexit duro implicaría una frontera, y eso no es bueno para la paz, y un aislamiento en la práctica de Irlanda del Norte del resto del Reino Unido y de la UE.
Escocia es muy pro UE. En el referendum escocés de 2014 sobre su permanencia o no permanencia en Gran Bretaña, uno de los puntos que se discutieron fue que no era bueno salirse porque eso implicaba dejar de ser parte de la UE también. Finalmente la permanencia en el Reino Unido ganó, pero ganó por poco. Y desde entonces sigue siendo un tema muy importante.
Así lo ha manifestado la jefa del gobierno escocés, una líder muy destacada, Nicola Sturgeon, y es posible que nuevamente ese ánimo independentista se manifieste con más fuerza dada las consecuencias negativas que se anticipa con el Brexit en cualquier escenario.
Por lo tanto, ese riesgo del desmembramiento del Reino Unido es real, tal como lo señaló una portada de The Times.
¿Cuál la ha sido la postura de los otros países miembros de la UE frente a la crisis que se vive en el Reino Unido? ¿Ha funcionado como una forma de advertencia de que no hay que salir de la UE?
Creo que sí. Hace dos años y medio cuando se produjo la votación del Brexit lo que señalas era uno de los miedos que existía, que esto fuera el comienzo de salidas de otros países. Pero con el tiempo esa preocupación se ha ido diluyendo porque los países europeos han observado los enormes costos institucionales asociados sólo a intentar salirse.
Mi diagnóstico es que los estados miembros de la UE, con respecto a la negociación por el Brexit, han pasado la prueba unidos. Ha sido una prueba de la unión de los líderes europeos, o de las instituciones europeas. Pienso también que estos líderes europeos están sorprendidos de ver que del otro lado ha habido falta de claridad y sinceramente incompetencia.
¿Hay alguna oportunidad de que el Brexit no se lleve a cabo?
Sí, jurídicamente eso es posible porque ha sido establecido que el Reino Unido puede de modo unilateral retirar la notificación del artículo 50. Lo que significa confirmar su membresía en la UE.
Legalmente es posible, pero la cláusula o la condición, es que se haga de acuerdo a su normativa interna. Eso significa que tiene que ver un proceso democrático detrás. Tiene que haber alguna forma de respaldo legítimo. No veo que la primera ministra haga esto sin un respaldo. Tiene que estar involucrado el Parlamento. Pero dada la gran polarización del país, que eso se pactara sería complicado.
Está por verse.
¿De qué forma esto está impactando a la población?
Existe una polarización tan grande que hay reportes de incidentes contra migrantes, e incluso turistas, en las ciudades británicas. Yo misma he sido testigo y he sufrido algún tipo de incidente en la calle, simplemente porque me veo no inglesa. Y tengo amigos que estudian en London School of Economics que también han sido atacados en la calle solo por hablar español.
Esta atmósfera creciente contra los extranjeros es una realidad. Es una bola de nieve.
También hay crecientes agresiones respecto de los parlamentarios y esto no se puede tomar a la ligera, dado que hay antecedentes de un asesinato [Jo Cox, diputada laborista asesinada por un extremista de derecha en junio de 2016]. También hay mayor agresión respecto de la prensa.
Esto elementos hay que tomarlos, hay que considerarlos, porque no es algo que venga de ahora, es un proceso de polarización que viene desde hace bastante. El Brexit es la consecuencia de ese proceso y la mala gestión de las negociaciones han aumentado esa polarización.
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