Este 1° de junio del 2021 se realizó la última cuenta pública del gobierno de Sebastián Piñera ante el Congreso Pleno. Las expectativas frente a este discurso eran pocas: a 10 meses del final de su mandato, con un Congreso que para los proyectos de retiro de los fondos de las AFP le dio la espalda al mandatario y frente a las últimas elecciones de constituyentes que demostraron un fuerte rechazo a la derecha, había poco espacio para grandes anuncios.
El discurso no trajo grandes sorpresas. Incluyó un listado de propuestas, como la mejora de las conectividad de internet en la Araucanía con el sistema 5G, la creación de un Fondo Covid para financiar la lucha contra la pandemia y las secuelas que ocasiona, la creación de una fiiscalía dedicada a temas derechos humanos, la creación de una nueva carrera funcionaria de Carabineros, entre otras. Varias, cómo esta última sobre Carabineros o la creación del Ministerio de Seguridad, ya eran anuncios anteriores a la cuenta pública.
La cuenta también incluyó ya los clichés a los que Piñera tiene acostumbrada a la ciudadanía: negó la existencia de los presos políticos, llamó al diálogo rememorando los inicios de la transición a la democracia y ofreció un fuerte enfoque en temas de seguridad, todo sin mucho espesor ni análisis.
El matrimonio igualitario, en el diseño, estaba destinado a ser un anuncio para la posteridad, pero fue un remezón chico y superficial, a escala de la esfera de los políticos convencionales circunscritos al Congreso y sus partidos, pues la iniciativa ya había ganado la batalla cultural.
Sobre la pandemia, pidió perdón por no haber actuado con mayor celeridad, recordó a las víctimas en un minuto de silencio que duró mucho menos de un minuto y anunció ayudas sociales a las familias a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
En suma, proyectos que no serán recordados en el futuro como parte de su legado o que muy probablemente no pasarán la legislatura de este Congreso.
En ese contexto destaca un anuncio que al menos movió las aguas de la derecha política: el proyecto de matrimonio igualitario, el cual, en el diseño, estaba destinado a la posteridad, pero fue un remezón chico y superficial, a escala de la esfera de los políticos convencionales circunscritos al Congreso y sus partidos, puesto que es un tema que ya ganó la batalla cultural y que posiblemente era cuestión de tiempo que fuera aprobado.
Incluso, legislativamente es algo que no le pertenece a Piñera, sino que a la ex presidenta Michelle Bachelet, quien fuera la autora del proyecto de ley que discuten los parlamentarios.
Probablemente, lo que pase a la historia en esta materia será en un futuro la imagen de la primera pareja homosexual concretando el sueño de casarse. Pero, este anuncio puede interpretarse hoy como un acto egoísta del mandatario, si es que se mira con la óptica de Chile Vamos.
Esto, puesto que es un tema que divide al sector y que de seguro tensionará la definición del candidato presidencial de la coalición, obligando a cada uno de los abanderados a inclinarse hacia una postura más de centro o directamente rechazar el matrimonio igualitario, para caer bien a los sectores más conservadores de la sociedad.
“Con toda sinceridad, a mí no me gusta cuando a veces el Presidente no escucha a quienes están dentro de su coalición", dijo el senador Coloma (UDI).
Papa caliente
De hecho, la UDI ya dio señales sobre su incomodidad tras la cuenta pública. El senador del partido Juan Antonio Coloma rápidamente salió a afirmar que el anuncio había sido una sorpresa para ellos.
“Con toda sinceridad, a mí no me gusta cuando a veces el Presidente no escucha a quienes están dentro de su coalición. Voy a ser bien franco, lo del matrimonio igualitario nunca lo anticipó, no estaba en el programa. Y eso no me gusta. Es un tema discutible, cada uno puede tener su convicción, su opinión, pero somos una coalición de gobierno, tenemos que saber escucharnos, todos”, declaró Coloma.
Joaquín Lavín, el abanderado del partido, y conocido militante de la ultra conservadorea facción católica del Opus Dei, a propósito del anuncio, tuvo que salir a decir que él creía que el matrimonio tenia que ser entre un hombre y una mujer, pero que aceptaba que el avance en derechos de parejas homosexuales.
"Yo siempre lo he dicho, en mi concepción personal, el matrimonio es entre hombre y mujer. Sí creo que las leyes civiles y el Estado deben dar el mismo nivel de protección a todos los tipos de familia: igualdad para las uniones heterosexuales y las uniones homosexuales", afirmó.
El anuncio incomoda -por ejemplo- a Joaquín Lavín y Mario Desbordes, quienes sustentan sus liderazgos sobre bases conservadoras de raigambres católica y evangélica, respectivamente.
En la misma línea, el asunto incomoda a Mario Desbordes, puesto que Renovación Nacional (RN) tiene un importante sector evangélico que justamente se opone a este proyecto de ley, lo que incluye a aliados muy cercanos, como la diputada por el conurbado de Concepción, Francesca Muñoz. Algo que puede incluso complicarlo en la elección interna por la mesa de RN, donde comite contra el senador Francisco Chahuán.
En tanto, para Sebastián Sichel e Ignacio Briones, en el papel parece algo más simple, pero no hay que olvidar que el primero también tienen aliados conservadores, como por ejemplo, el diputado Diego Schalper (RN).
Un parlamentario oficialista piensa que incluso esto pudo tener el cálculo de beneficiar a Sichel por parte de Piñera, pues le llama la atención cómo sistemáticamente el mandatario ha perjudicado la opción de Lavín, como por ejemplo cuando no consideró en lo absoluto su propuesta de echar mano al Fondo de Cesantía para evitar el Tercer Retiro,
Por otra parte, el anuncio del matrimonio igualitario, además de no ser novedoso, era una deuda pendiente del Estado. Ya en 2016, frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el país se había comprometido a buscar salidas a la unión civil entre parejas del mismo sexo.
De tal modo, Piñera desaprovechó de pasar a la historia como -al menos- alguien que comprende lo que le tocó vivir, lo que habría logrado si se hubiese hecho cargo en esta cuenta pública y en lo que le queda de mandato del desastre sanitario, la crisis social y la herida de los derechos humanos, que su presidencia dejan como “legado”.
Pero, de todas formas, cualquier anuncio trascendental que hubiera querido hacer el mandatario a esta altura habría sido seguramente un saludo a la bandera, puesto que su baja aprobación, el contexto político después de las elecciones del 14 y 15 de mayo y los nueve meses que le quedan a la gestión de Piñera y el actual Congreso, no dejan margen para que se hagan grandes cosas desde estas instituciones.
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