En el episodio final de esta serie británica de ficción, se menciona una pandemia llamada “la gripe del mono” como la última de muchas catástrofes políticas y ambientales que asolaron a la humanidad durante la década de 2020. Trágicamente sabemos que la pandemia no nos llegó por un mono ni que nos golpeó al final de la década, sino al principio; lo que no sabemos (aún) es si el COVID-19 está siendo utilizado como arma biológica para diezmar a las hordas de refugiados que siguen llegando a los países más prósperos, o para controlar a una población inquieta ante la ineptitud de su gobierno.
Years and Years fue emitida en mayo y junio de 2019, por lo que no consideró la presente pandemia ni sus efectos, destacándose entre ellos la no reelección de Trump, que en la trama se daba por sentada al punto de propiciar una inevitable escaramuza nuclear de EE. UU. con China que resultó crucial para el desarrollo de esta historia. Se podría decir, con algo de razón, que este es un tropezón de entrada para una ficción que pretende proponer una prospectiva plausible para la década que está comenzando; un tropezón lo suficientemente grande como para desestimar el producto completo y su hipótesis de futuro. Sin embargo, esto no ocurre y las razones son muchas.
La principal tiene que ver con la humanidad de sus personajes, pertenecientes a una misma familia –los Lyons–, compuesta por una matriarca, Muriel (Anne Reid), y sus cuatro nietos, ya adultos y con hijos algunos de ellos, que de alguna manera encarnan y atraen la diversidad racial y sexual de Reino Unido, entendida esta como una virtud. El mayor de los nietos es Stephen (Rory Kinnear) asesor bancario casado con una mujer de raza negra y padre de dos hijas; le sigue Edith (Jessica Hynes), ferviente activista de causas sociales y ecológicas; Daniel (Russell Tovey), funcionario del ministerio de Vivienda y casado con un profesor de básica; y Rosie (Ruth Madeley), quien trabaja en el casino de un colegio y cuyo segundo hijo –Lincoln– está a punto de nacer al comienzo de la serie. El nacimiento y los sucesivos cumpleaños de este niño son uno de los relojes que marcan el paso de los años y años, siendo el otro la carrera de Vivian Rook (Emma Thompson), una recién llegada a la política que se hizo famosa por decir una grosería en la compuesta televisión británica, y que paulatinamente crece en popularidad y poder, atrayendo incluso a miembros de la familia Lyons, de pasado laborista.
Otra razón para tomar en cuenta esta serie es su respeto y seriedad para transmitir el porqué del auge del populismo de derecha en contextos prósperos y sofisticados donde solo debería recibir desdén. Y en esta serie hay desdén hacia Rook, pero no hacia quienes la apoyan –las mujeres de la familia Lyons, en diversos momentos–, quienes votan o simpatizan con ella y su desarrollado sentido del espectáculo por diversas formas desengaño y de agotamiento. Un agotamiento que demanda respuestas simples ante una realidad que ya no podemos encuadrar, o porque estamos demasiado cansados o porque su complejidad supera la capacidad de procesarla de nuestros cerebros neolíticos. El problema es que la simpleza de las respuestas de Rook no están al otro lado de la complejidad, sino a este lado; es decir, son simplismos que su creciente base de apoyo acepta sin cuestionarse nada y cuyas consecuencias empeoran ante una ciudadanía adormecida por el sedante efecto de lo gradual.
Y es este el principal aporte y activo de Years and Years de cara al venerable género de la distopia o antiutopía: es un making of de esta. Es la lenta cocción por años y años de una normalidad insoportable o inconcebible para nosotros, donde la familia se empobrece por la sustitución de empleos y por el hundimiento de los bancos; donde se derrite el último glaciar y empieza a escasear el chocolate; donde la integración bio-mecánica transita desde la implantación de adminículos biónicos en el cuerpo hasta la descarga de los datos almacenados en un cerebro en una supercomputadora y en la web; donde los campos de refugiados pueden devenir fácilmente en campos de exterminio. La serie realiza un difícil acto de equilibrismo al alternar las evoluciones (o involuciones) políticas, económicas, ambientales y tecnológicas, con las situaciones dramáticas de la vida de los Lyons, que en sus momentos más inspirados logra provocar una angustia bastante aguda, por lo inevitable de los hechos por venir… dentro de la serie y fuera también. ¿Y qué pasa en sus momentos menos inspirados?
Afortunadamente no son muchos. Una que otra secuencia ejecutada con algo de torpeza, como una regada fiesta familiar con sake sintético; o la dura travesía de Daniel con su pareja ucraniana, Viktor, para regresar a Reino Unido, la que, si bien está bien realizada, desbalancea todo el cuarto capítulo; o la incomprensible reacción de Stephen cuando se produce la tragedia. Sin embargo, estos riesgos estaban justificados porque Years and Years es también una reflexión sobre la pérdida, y la sobrevida que los fallecidos tienen en la memoria de los deudos, convirtiéndose en agentes poderosos en su conciencia y que alteran su conducta por el hecho de seguir ahí o por el hecho de empezar a disiparse. El creador de la serie, el galés Russell T. Davies (Queer as Folk, Doctor Who 2005-2010, It’s a Sin), dedicó esta serie a su esposo fallecido en 2018, lo que se manifiesta en la mencionada reflexión sobre la pérdida, y también en el largo y casi imperceptible deterioro de una de las hermanas tras quedar expuesta a radiación nuclear. Y también, por cierto, está la –a veces– estridente ausencia de los padres de ambos padres de los hermanos Lyons. Years and Years, es entonces una red de cicatrices, agonías, funerales y duelos que armonizan perfectamente con un mundo que parece encaminarse hacia su inevitable y merecida destrucción, gracias al liderazgo de personas como Rook y sus ocultos financistas. Y sin embargo…
Así como la serie saluda con el tropiezo de la pandemia que no previó, se despide con otro tropiezo aún más estridente, del que sin embargo se recupera con ambición y gracia. Llama la atención la longevidad de Muriel, la matriarca de la familia, quien patina sobre los años narrados sin más heridas que un deterioro de la vista que –para colmo– resulta fácilmente curable con la tecnología disponible. Su lucidez es total, mayor que la de cualquiera de sus familiares, y suficiente como para dejar caer la piedra que provocará la avalancha, apelando al sentido común y a un valor tan antiguo como la responsabilidad individual. La esperanza, esta vez, llegó desde el pasado, de una anciana que se parece progresivamente a la reina Isabel II; que gobierna su familia y su destino desde su propio palacio de Buckingham, una desvencijada casona a las afueras de Manchester que se niega a cambiar y que seguirá siendo hasta el fin de los tiempos el hogar que acoge a la Britania tolerante, inteligente, valiente y, sobre todo, diversa. Lamentablemente, la serie también se escribió antes de las declaraciones de Meghan Markle sobre el racismo de la familia real. Visto desde hoy, parece un tropiezo.
Sin embargo, esto es una mera anécdota al lado del cierre de Years and Years, que conjuga emotividad, ideas poderosas y posibilidades inimaginables de lo que puede ser el futuro ante las cuales estamos ciegos. Y eso es presentado como algo bueno, porque la serie y la realidad nos enseñan día a día que ante las fuerzas poderosas y destructivas que impulsan nuestro presente, nuestra máxima aspiración debería ser la incertidumbre.
Acerca de
Título: Years and Years
Exhibición: Una temporada de seis episodios (2019)
Creada por: Russell T. Davies
Producida por: BBC One / HBO
Se puede ver en: HBO Go
Comentarios
Añadir nuevo comentario