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Martes, 5 de Agosto de 2025
[La columna de Yasna Lewin]

Sobrevivir en la trinchera

Yasna Lewin

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Marcela Cubillos
Marcela Cubillos

En el actual proceso político, la derecha, pero también otros actores, empiezan a parapetarse en posiciones fijas, lo que no parece ser una buena estrategia.

Hasta avanzado el siglo 19 las batallas militares se realizaban a campo abierto, con formaciones en línea y a pecho descubierto.

En 1914 la Primera Guerra Mundial cambiaría drásticamente las tácticas de batalla: surgió la trinchera, una zanja defensiva profunda donde las tropas podían permanecer largos períodos, mantener la posición y disparar a cubierto del enemigo. Esa forma de conflicto se conoció como la guerra de trincheras. Su resultado, cientos de miles de muertos, por gases, por lanzallamas o disparos del enemigo y, peor aún, la mayoría por disentería, tifus, cólera o neumonía. Esa es la historia de una mala táctica con un pésimo resultado.

En el Chile del 2021 varias fuerzas políticas de todo signo parecen estar cavando con gran entusiasmo sus propias trincheras. Quizá porque adhieren a la vieja afirmación de Carl Von Clausewitz, quien definía la guerra como “la continuación de la política por otros medios”; o quizá porque no son conscientes de que en política las malas tácticas también se pagan, al menos con votos.

Por increíble que suene, Marcela Cubillos imagina que una defensa más vehemente de las políticas neoliberales, del derecho privado al agua y de las zonas de sacrificio podría seducir a más electores. 

Veamos primero el Caso de Chile Vamos: 

La convencional Marcela Cubillos (independiente) ha señalado en varias ocasiones que a su coalición le faltó fuerza para defender sus convicciones. No cree que la derecha haya tenido malos resultados electorales por su desconexión con las demandas populares o porque el gobierno abandonó a la ciudadanía durante la pandemia. Por increíble que suene, Marcela Cubillos imagina que una defensa más vehemente de las políticas neoliberales, del derecho privado al agua y de las zonas de sacrificio podría seducir a más electores. 

Ese enfoque parece dominante en la bancada de constituyentes de Vamos Chile.  Como viudos de la Constitución del 80 y depositarios del legado de Jaime Guzmán, convencionales como Arturo Zúñiga (UDI), Harry Jürgensen (RN) o Tere Marinovic (independiente) han contribuido con sus intervenciones a atrincherar a su sector al interior de la Convención. 

Tal como muestra el informe de Plataforma Contexto elaborado por el académico de la Universidad Diego Portales, Claudio Fuentes, la bancada de derecha ha mostrado uno de los más altos niveles de cohesión en las primeras votaciones de la Convención, ordenada y dispuesta a perder cada una de las votaciones, prácticamente sin hacer intentos de incidir en la construcción de propuestas colectivas.

Una apuesta arriesgada, considerando que en un tema altamente complejo como el de los presos de la revuelta y la prisión política en el Walmapu, las diversas fuerzas transformadoras lograron una declaración única con 105 votos, más de 2/3 de la Convención.

La ex Concertación se quedó escondida en una zanja durante los últimos dos meses, mirando desde lejos el luminoso proceso de primarias presidenciales.

Un antiguo aforismo jurídico dice que “quien puede lo más, puede lo menos”, por lo que conseguir un resultado de 2/3 en una materia polémica, augura acuerdos para la desprivatización del agua, la nacionalización del litio, para el estado plurinacional o para derechos sociales garantizados. Todo ello prescindiendo de una derecha que se cree más coherente cuando se cobija en su trinchera. 

Pero las tácticas fallidas no son privativas del oficialismo. La ex Concertación se quedó escondida en una zanja durante los últimos dos meses, mirando desde lejos el luminoso proceso de primarias presidenciales. Ya venía herida por el resultado de la elección constituyente y su ausencia en esta fase de la carrera presidencial le ha significado un costo indiscutible. Como es habitual en esa coalición nadie paga, ni asume la responsabilidad política por tamaño harakiri.

Otra trinchera: hasta hace una semana Apruebo Dignidad parecía estar haciendo todo correctamente. Fortalecía una coalición con ambición real de ser el nuevo eje de una mayoría transformadora, desplegando una estrategia inteligente en la Convención, que tenía al Partido Comunista (PC) tejiendo puentes hacia la Lista del Pueblo (LDP), mientras el Frente Amplio (FA) hacía lo propio con la bancada socialista y otros grupos de independientes. 

En paralelo, las primarias entre Daniel Jadue y Gabriel Boric se desarrollaban en un ambiente fraterno, con énfasis en una agenda anti-neoliberal compartida ¿Y qué pasó? Un par de tropiezos mal asumidos y alguna operación comunicacional innecesaria terminó enrareciendo un proceso de unidad de la izquierda, que resulta vital para un gobierno de cambios profundos. 

¿De qué sirve ganar una primaria si solo se apela a los incondicionales?

Cualquiera sea el ganador este domingo, si Boric y Jadue no corrigen ese error y dejan de refugiarse en su electorado más duro, les será difícil convocar a toda una nación, desde la trinchera y verán que nunca es buena estrategia disparar contra los aliados.

La última de las trincheras cavadas en días recientes fue más literal que metafórica. La CAM le declaró la guerra a las empresas forestales y quebró todo vínculo con los representantes mapuche en la Convención, porque ese poder constituyente -dijo- “resulta funcional al sistema de propiedad que sostiene la usurpación del Wallmapu". Peligrosa táctica militar que amenaza ensuciar con sangre y luto el proceso más democrático en la historia de Chile y el triunfo más contundente de nuestros pueblos originarios. No hay forma de sobrevivir en esa trinchera.

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Buena columna Yasna

Me gustan sus reportajes

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