En la madrugada del 19 de octubre de 2019, corrían fuertes rumores acerca de que los efectivos del Ejército en la Región Metropolitana estaban acuartelándose para hacer frente al creciente movimiento ciudadano que, frente a las alzas de la tarifa del Metro, había desembocado en protestas masivas que terminaron en barricadas, destrozos, quemas de edificios y destrucción de estaciones del transporte urbano, en comunas tan disímiles como Maipú, Santiago o Providencia.
Luego de que el gobierno anunciase el alza de tarifas el 6 de octubre a 830 pesos (más de un dolar), comenzó un movimiento de estudiantes secundarios que llamó a evadir los torniquetes del Metro de Santiago. Con el tiempo, la idea fue cobrando fuerza, y la respuesta del ejecutivo -al jueves 17 de octubre- fue copar las estaciones más concurridas de la red subterránea con Carabineros para, supuestamente, resguardar su funcionamiento normal.
En tanto, las autoridades gubernamentales se tomaron -desde el comienzo- de manera ligera esa alza. El ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, celebró la medida y, destacó el hecho de que los precios del Metro se reducían en horario bajo. "Quien madrugue puede ser ayudado a través de una tarifa más baja", aseguró.
Su argumento seguía la línea de otros ministros, como la titular de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, quien aconsejó ducharse solo tres minutos para ahorrar agua, o la del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, quien frente al alza del IPC aseguró que la buena noticia para los románticos era que el precio de las flores había bajado, e incluyó a varias autoridades en la misma línea.
Hasta que la capital chilena estalló. Frente al creciente movimiento de ciudadanos que participaron del movimiento de evasión, el gobierno respondió copando las principales estaciones con efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros. Varias de ellas se cerraron, atrapando a cientos de pasajeros en su interior y dejando a tantos otros fuera de la red de Metro sin poder moverse, caminando por las avenidas de Santiago en búsqueda de alternativas. El resultado fue obvio: calles colapsadas de transeúntes iracundos que no podían acceder al transporte y pasajeros presionando por derribar las rejas del tren subterráneo para ingresar al Metro y poder trasladarse a sus hogares. Esto, en una jornada en la que se registraron una serie de videos e imágenes que dan cuenta del excesivo uso de la fuerza contra santiaguinos por parte de Carabineros.
La respuesta de La Moneda fue culpar a grupos anarquistas de los desórdenes. Así lo hizo saber el subsecretario de Interior Rodrigo Ubilla, quien el jueves sindicó a este tipo de grupos de los desórdenes evidentemente espontáneos. Ayer, mientras el descontento civil crecía, incluyendo grupos que destruyeron infraestructura del Metro, el gobierno decidió redoblar su respuesta enfocada en la represión. A las siete de la tarde, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, apareció en La Moneda junto a la ministra de Transportes, Gloria Hutt, y el presidente del Metro, Louis de Grange, para anunciar con cara seria que el gobierno había decidido invocar la Ley de Seguridad del Estado contra "vándalos organizados".
Pese a la amenaza, la ciudad explotó de furia, por sobre la capacidad de cualquier grupo organizado, y varios incendios afloraron espontáneamente por distintos puntos. Los más impactantes -tal vez- fueron la escalera de servicio de la torre de Enel en avenida Santa Rosa, la estación del Metro San Joaquín y la garita de Carabineros de Plaza de Maipú, en un contexto de inumerables barricadas, destrozos y algunos saqueos.
A eso de las 22:00 horas, en redes sociales, aparecía evidencia que el presidente Sebastián Piñera estaba comiendo pizza en el restorán Romaría de Vitacura, mientras que en varias comunas de Santiago se erigían barricadas.
Contrario a lo que pensaba el mandatario, la grave situación en las calles de la capital lo obligó a volver al palacio de gobierno. Y pasada la medianoche, en un horario inusual, el Presidente se dirigió al país en cadena nacional redoblando aún más la política de represión, anunciando Estado de Emergencia en Santiago, lo que implica la restricción de los derechos de reunión y libre tránsito, conforme el criterio de un jefe militar.
A eso de las 1.30 de la madrugada, el general Javier Iturriaga del Campo, general de división y comandante de Educación y Doctrina, se dirigió al país, afirmando que dado el decreto de estado de Emergencia invocada por Sebastián Piñera, asumía la tarea de velar por el orden en la ciudad, tal como lo había pedido José Antonio Kast por Twitter.
Sin embargo, en su declaración ante las cámaras de TV el general se vio incómodo, y no enfatizó respecto a los poderes especiales que se le otorgaron en esta ocasión.
Este fin de semana la red del Metro estará cerrada y el gobierno esperará que baje la presión, para evaluar el impacto de jugar a ser sheriff. Es probable que el lunes descubra que el tiro les salió por la culata.
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