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Miércoles, 6 de Agosto de 2025
[Jueves de medios]

Empresaurios en la noticia: una ventana indiscreta al poder

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

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Juan José Santa Cruz, Juan Sutil y Nicolás Ibáñez
Juan José Santa Cruz, Juan Sutil y Nicolás Ibáñez

Los medios tradicionales, durante largas décadas, a través de editoriales, páginas políticas y económicas han cumplido con el rol de ser pequeñas ventanas por las cuales las personas pueden asomarse indiscretamente para husmear y ver qué sucede y qué piensan las élites. En otras palabras, un paseo por los pasillos que habitan los más férreos defensores del sistema.

¿A quién le hablaba el empresario de ultraderecha Nicolás Ibáñez en su entrevista en el cuerpo dominical de Economía y Negocios de El Mercurio? ¿A quién se estaba dirigiendo Juan José Santa Cruz cuando se presentó esa misma mañana de domingo en el estudio de Mesa Central de Canal 13? ¿Cuál era el objetivo del presidente de la CPC Juan Sutil cuando replicó a Ibáñez en las mismas páginas mercuriales un par de días más tarde?

No es un descubrimiento que nuestra prensa escrita –junto con determinados programas políticos de radio y televisión– son lo más cercano que existe a una intranet de los círculos de poder. Un diario mural en el que empresarios y tomadores de decisiones cuelgan sus ideas para que quienes transiten por ahí –otros empresarios muy parecidos a ellos– los lean o escuchen y sigan sus indicaciones.

Tal como un perrito (de raza, por cierto) que orina en un árbol y deja una señal para que el siguiente sepa que se trata de su territorio, un selecto grupo de miembros de las élites económicas y políticas desfila por estos medios dejando señales al que viene más atrás. ¿La lógica tras este comportamiento? En palabras del experto británico en comunicaciones y élites Aeron Davis, “gran parte de la actividad promocional de la élite está dirigida no a la masa de consumidores-ciudadanos sino a otras élites rivales”.

Santa Cruz se sintió a sus anchas. Mientras tuteaba al entrevistador, lo trataba coloquialmente de “huevón” y le ofrecía ayuda mientras éste buscaba entre sus apuntes la siguiente pregunta, el otrora coordinador de la campaña de Andrés Velasco aprovechó esos 28 minutos de entrevista para mandarles mensajes entre líneas a los presidentes de partido de la coalición de gobierno, a los demás empresarios y a los financistas de la campaña de Sichel. Dicho de otro modo, a los generadores de buena parte del PIB del país.

Se equivocan quienes piensan que la comentada entrevista a Santa Cruz, coordinador general de la campaña de Sebastián Sichel, le hablaba al gran electorado de derecha. Para eso hay tribunas bastante más seductoras que Mesa Central. Suelto de cuerpo, con una mano en el bolsillo, apoyado en el mesón como quien pide un whisky en el bar de un hotel y asegurándole al periodista Iván Valenzuela que su sola presencia aumentaría el rating,

Santa Cruz se sintió a sus anchas. Mientras tuteaba al entrevistador, lo trataba coloquialmente de “huevón” y le ofrecía ayuda mientras éste buscaba entre sus apuntes la siguiente pregunta, el otrora coordinador de la campaña de Andrés Velasco aprovechó esos 28 minutos de entrevista para mandarles mensajes entre líneas a los presidentes de partido de la coalición de gobierno, a los demás empresarios y a los financistas de la campaña de Sichel. Dicho de otro modo, a los generadores de buena parte del PIB del país.

Fue durante esa misma conversación que a Santa Cruz se le preguntó por las declaraciones de Nicolás Ibáñez, quien en El Mercurio aseguraba que había que “desenmascarar a la izquierda” y entregarles el mando del gobierno para ver si eran capaces de lidiar con los actuales desafíos del país. Defensor de la dictadura de Pinochet, ultraconservador y uno de los pilares de la Fundación Para el Progreso (FPP), Ibáñez habló ese día “fiel a su estilo provocador”, como el mismo diario consignó.

Sus palabras, sin embargo, serían refutadas a las pocas horas por Juan Sutil, quien lo acusó de “simplista” y de no representar el sentir de otros miles de empresarios. De esta manera, el presidente de la CPC –que es consultado en los medios por temas tan diversos como el fenómeno migratorio, la situación de la Araucanía y el TPP11– clavaba una nueva bandera que serviría como guía para el mundo gremial chileno.

Y es justamente por ello que no podemos dejar de consumir los medios tradicionales. Lo hemos dicho en estas mismas páginas: los editoriales, páginas políticas y económicas son pequeñas ventanas por las cuales cualquier persona puede asomarse indiscretamente para husmear y ver qué sucede ahí arriba. En otras palabras, un paseo por los pasillos que habitan los más férreos defensores del sistema.

“Gremios piden”, “Empresarios advierten”, “Juan Sutil reclama”, “Bernardo Larraín explica”. Los titulares ensayan pequeñas variaciones para entregar un mensaje que ya conocemos de memoria: que nada cambie. Que ningún asteroide inesperado impacte este lado del planeta y ponga en riesgo la vida y obra de los grandes empresaurios.

Ya se encargará Las Últimas Noticias en su edición del día siguiente de masticar las señales y hacer la bajada comunicacional correspondiente pensando en el común de los mortales. Pero por mientras, hay que llevar el mensaje a los demás empresarios, ministros, parlamentarios y –desde el 4 de julio de este año– a los convencionales constituyentes de Chile Podemos Más.

Víctimas de una creciente fragmentación de las audiencias, disminución en los índices de lectoría y caídas en su credibilidad, la prensa más tradicional de nuestro país parece no perder el foco: influir en los grandes tomadores de decisiones es un botín demasiado relevante como para dejar que se escape de las manos. No siempre es necesario usar un altoparlante si corriendo la voz entre un selecto grupo es posible llegar a la larga hasta el último rincón.

Mientras el poder político se diluye con la irrupción de veleidosas fuerzas independientes que no responden a los mismos códigos que sus predecesoras, el poder económico sigue el mismo rumbo de los 210 años de vida independiente de Chile, pasando de padres a hijos y a nietos tal como lo ha hecho El Mercurio entre generaciones que no solo comparten el apellido Edwards sino también el mismo nombre de pila.

“Gremios piden”, “Empresarios advierten”, “Juan Sutil reclama”, “Bernardo Larraín explica”. Los titulares ensayan pequeñas variaciones para entregar un mensaje que ya conocemos de memoria: que nada cambie. Que ningún asteroide inesperado impacte este lado del planeta y ponga en riesgo la vida y obra de los grandes empresaurios.

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Comentarios

Comentarios

Muy interesante la columna, esperemos más temprano que tarde estos fósiles vivientes de empresarios se extingan, como los dinosaurios.

Ni el terremoto nos ha hecho cambiar , ni Bielsa , pero tengo esperanza que la educación nos ayudará a entender mejor

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