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Sábado, 19 de Julio de 2025
Memorias (2° parte)

'El síndrome del éxito'. Extracto del libro 'El Peor de Chile' de Pogo

Pogo

Pogo, vocalista y líder de la banda punk Los Peores de Chile, falleció esta semana después de años de convivir con el cáncer. Pero su música, su arte y su escritura ya son parte de la cultura del país. Aquí, se comparte un segundo capítulo de su libro de memorias El Peor de Chile, de editorial Santiago-Ander.

Culebra era un sello que estaba manejado por argentinos, tenían un buen trato, eran gente decente. Nos encontraban una banda rara, pero les gustábamos. No éramos una de esas tantas bandas o artistas que son hijos de alguien o que le venden proyectos al gobierno y que vienen apoyados por no sé quién, y sus canciones terminan sonando en las radios por el colchón que traen. Nosotros no teníamos el apoyo de nadie, solo teníamos nuestras canciones, que tenían algo que ellos vieron que podía triunfar. Singles. Canciones marcianas, que pones en medio de otras tantas canciones y te llaman la atención, eso es un single. 

El disco lo grabamos con nuestros propios instrumentos. Mi guitarra la compré en el ‘90 y todavía la tengo. Con esa he grabado los tres discos. He tenido otras baratas que no han durado mucho, pero esta me acompaña desde siempre. Con Fiskales no tenía guitarra, siempre me andaba consiguiendo una para poder tocar. El Jando y el Klein también grabaron con los mismos instrumentos que tienen ahora. Hace un par de meses me la robaron, pero la encontramos en una página de ventas de guitarras y fue Cristian y el Klein a buscar al compadre. Yo la cuido un montón. La puedo tocar solo yo. Son casi treinta años que llevo con ella y le conozco todos los trucos, todas las mañas.  

El sello no tuvo nada que ver con la elección de canciones para el disco, las elegimos nosotros. Teníamos un montón. Algunas, como “Cerdo por liebre”, pasaron al segundo disco, otras se perdieron para siempre. La gente de Culebra nos dio harta libertad artística, incluso la portada del disco es idea mía, pero en ese tiempo no tenía computador, así que me fui a una agencia de publicidad del sello y le dije al diseñador que quería la portada como en el Álbum Blanco de los Beatles, en la versión en vinilo que llegó a Chile. Porque ese álbum aquí no fue blanco, sino que venían las cuatro caras y al medio decía The Beatles. Yo quise hacer lo mismo, pero que al medio dijera Los Peores de Chile y que las caras estuvieran retorcidas. En ese tiempo quedé impresionado con la distorsión que usamos sobre las caras, pero es algo que hoy no usaría ni por si acaso. Pero creo que la portada salva. 

Era parte del contrato hacer dos videoclips. Nos pasaron los equipos y yo hice el diseño de los videos. Yo tenía clara la idea de lo que es la proyección visual de una banda y de qué forma quería mostrar a Peores. Tenía que ser todo como de cómic. Ellos le agregaron cosas, por ejemplo, la mosca con mi cara en “Síndrome Camboya” es invento de Culebra. Claro, jamás me imaginé lo que pasaría con esos videos. En general, mientras grabábamos el disco, jamás me esperé lo que vendría después, ni siquiera cuando se publicó.

Yo no escuchaba radio, entonces no cachaba bien qué estaba pasando con “Síndrome Camboya” y “Chicholina”. Me fui enterando por lo que me decían los chicos y los amigos. Después empezaron a llegar todo tipo de invitaciones, los periodistas, las revistas, las radios, la televisión. Comenzamos a dar un montón de entrevistas, íbamos a todos lados. No hacíamos una selección, ya que si seleccionábamos, ¿con quién nos íbamos a quedar? Si al final todos los medios son  igual de amarillos, todos fachos. Así que no tengo problemas con dar entrevistas a El Mercurio o a La Segunda, más bien todo lo contrario: los hago pedazos y me dan tribuna. 

La cosa empezó a crecer, a irse de las manos. Tanto tiempo encerrados ensayando y de pronto todo el mundo quería estar con nosotros. Salía en la mañana a abrirle la puerta a Peores para nuestro ensayo tradicional y me encontraba con montones de minas que querían entrar. Las escolares, tío, hacían la cimarra y venían acá. Si no las dejábamos pasar se quedaban ahí afuera hasta que saliéramos. Cantidades de mujeres querían acostarse conmigo, minas pendejas, minas mayores, mis amigas venían a verme y después llegaban las mamás de mis amigas. Y yo comencé a pensar en lo falso que era toda esa movida. Siempre había sido igual de feo, igual de volado, igual de desagradable, pero ahora, de un momento a otro, todas las minas querían meterse conmigo, y todos los tíos querían ser mis amigos.

A mí en realidad no me molestaba, hasta que ya no pude andar tranquilo por la calle, ahí me empezó a hinchar las bolas. Llegó un momento en que no podía salir a la calle. Era una locura. Sentí que había perdido mi tranquilidad, mi privacidad. Mi vida se comenzó a desarrollar de una manera que me era por completo extraña. Me causaba mucho ruido de pronto ser tan popular. Eso comenzó a generar problemas en varios aspectos, en mi vida privada, en el ego, y ¿cuál es la manera más simple de evadir los problemas? Con drogas. Cocaína y marihuana y pastillas, y más cocaína y más marihuana y más pastillas, y al final los problemas en vez de resolverse comienzan a crecer. Y esas mismas cosas que al principio te causaban ruido después te producen un desquiciamiento absoluto. 

En la banda comencé a chocar con todos los chavales. Ellos no hacían nada, era yo el que estaba para la cagá. Empecé a tener actitudes de “rockstar”. Siempre tuve claro quién era yo, pero jamás intenté minimizar o ridiculizar a los que sentía que no estaban a mi altura, pero con el éxito y la fama comencé a hacerlo. Andaba todo el día diciendo que el disco era mío y que el siguiente disco también iba a ser mío y que la banda es mía y quiénes son ustedes y cosas de ese calibre. Un día los chavales se fueron, me mandaron a tomar por culo. Yo nunca había sido así, siempre he sido de perfil bajo, pero estaba metido en medio de un huracán de drogas y locura y éxito y todo se vuelve tan falso, si al final lo único que teníamos era un par de canciones en las radios y unos videos en la tele. No éramos más que eso, pero en ese momento perdí la brújula. Hice muy mal el papel de listo, muy mal, y eso llevó a la crisis de la banda que terminó en que se fueran, me dejaran solo en Peores, y que peleáramos por tantos años. 

El segundo disco fue un cacho hacerlo, pues ya no estaban ellos. Venía de un golpe demasiado duro. Romper con Peores me dejó fuera de combate. No creo haber tenido una situación más desastrosa y traumática que esa, salvo cuando me deportaron de España. Éramos una banda exitosa, estábamos arriba y seguíamos subiendo, y de pronto me quedé solo. Entiendo que fue un acto de venganza hacia mi forma de comportarme con ellos, pero no me lo esperaba. 

Me las tuve que apañar y conseguir músicos pagados, ya que si me ponía a reclutar músicos de seguro me iban a llegar un montón de punkys pintamonos, antes de encontrar a los realmente buenos; ya tenía esa experiencia. Como el disco tenía que salir rápido, no podía darme el lujo de pasar por todo eso, así que conseguí unos tíos más tirados al metal. Estaba Mauricio Padilla en guitarra, un tío sequísimo que venía de Tumulto, al igual que Rudy Ferrada en batería, y Carlos Marchant, un bajista seco que venía de una banda de jazz. Los tres eran músicos extraordinarios, pero no cachaban nada de punk. Tuvieron que aprender ese estilo. 

El equipo de producción fue casi el mismo del primer disco. Grabamos en el estudio de Carlos Cabezas y con Andrés Godoy de productor. El 13 Mordiscos de Amor es un disco que me gusta, suena como un cañón y tiene temas muy buenos, “Mal boy”, “No cuadra”, “Playa Bikini”, “Cerdo por liebre”, pero las canciones rezuman mala onda, me traen pésimos recuerdos. El primer disco es súper alegre, motivador; el segundo es más oscuro, las canciones están hechas con toda la amargura que estaba viviendo en esa época.

El disco al final salió con un sonido medio metalero, incluso empezaron a ir metaleros a nuestras tocatas. Eso no quiere decir que las canciones sean metaleras, no; seguían manteniendo la mezcla de punk, blues, rockabilly, boogie. Incluso pusimos un cover de Los Ramblers, que fue “Viajeros a la luna”. Me gustan Los Ramblers, creo que son buenos, una banda rara que tocaba jazz y cosas que uno se preguntaba “¿qué hacen estos acá?”. Dentro de la nueva ola, que en general son solo tonteras, ellos destacaban.

Yo sentía que ya no tenía lógica seguir tocando bajo el nombre de Los Peores de Chile. La banda éramos los cuatro y ahora yo estaba solo. Hicimos algunas tocatas promocionando el disco, y eran todo un éxito, una en Concepción, algunas en Santiago, una re buena en La Batuta. Tuvimos harta prensa, fuimos varias veces a la tele. Pero yo no me sentía bien. Me daba lata mantener una banda que ya no era. Era como tratar de mantener con vida a un enfermo terminal o a alguien conectado a las máquinas. 

El disco tuve que hacerlo por contrato, pero en realidad podría haber terminado con todo y haberme ido de la compañía y ellos de seguro me habrían aplaudido, porque para ellos también era un cacho hacerlo. Yo creo que era un cacho más grande para ellos que para mí. Se daban cuenta de que la banda estaba terminada y que esto era como tirar un palo al aire a ver si caía algo. Los singles de ese disco fueron “Playa Bikini” y “Mal boy”. A “Mal boy” le fue mejor que a “Playa Bikini”, la pasaron harto en las radios y en MTV. El video de “Mal boy” es el más mío, el más personal, donde se respetó más la idea original. Fue un video que terminó entre los cinco mejores del año en MTV latino; en lo visual es alucinante. Pero el disco en general no pegó. Los fanáticos de Peores no lo pescan mucho. Incluso en nuestros shows casi no tocamos temas de ese disco, no porque yo no quiera, sino porque el Jando y el Klein no quieren saber nada con él. Solo tocamos “Cerdo por liebre”, a veces “Pandilla”, pero esas son canciones que vienen desde antes del primer disco incluso. No alcanzaron a entrar y las guardamos para el segundo. Pero el resto nada, olvídalo, ni siquiera lo mencionan en las entrevistas. La única forma de resucitar esas canciones sería yo solo dando una tocata acústica o alguna chorrada así. Con la banda imposible.  

Por todo lo anterior fue que decidí acabar con Peores de Chile y desaparecer de la Tierra. Entré en una época muy oscura, muy penca. Terrible.

La relación con el Jando y el Klein se volvió nula. Ellos trataron de crear Los Peores de Chile 2.0 con Los Revoltosos, pero no les resultó. Yo por mi parte tampoco pude sostener la movida. La banda éramos nosotros y por problemas absurdos se fue todo a la mierda. 

Tardaríamos doce años en volver a tocar juntos.  

Agradecimientos a Editorial Santiago-Ander. Web de la editorial: https://santiagoander.cl/

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Comentarios

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Grande Pogo. Siempre ha sido difícil hacer arte y tener éxito.

Buena reflexión y autocrítica. Genuina. Lo hace mejor persona y un grande.

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