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Sábado, 2 de Agosto de 2025
[Sábados de streaming - Series de TV]

No digas nada: ¿Toda la verdad?

Juan Pablo Vilches

El conflicto de Irlanda del Norte es recorrido por más de tres décadas en esta serie, creada para develar secretos del periodo y de una importante figura política de ese país. 

Hace casi 15 años, un funado y semi-prófugo Roman Polanski estrenó con éxito un thriller llamado El escritor fantasma (2010), el que tras la cáscara del entretenimiento escondía un lapidario juicio a Tony Blair, su persona, sus decisiones como Primer Ministro británico y su abyecto seguidismo a los caprichos de EE. UU. (la relación especial, oh sí), con todas las consecuencias que eso trajo hasta el día de hoy.

Es que en un periodo donde la democracia liberal y la libertad de expresión están amenazadas por enemigos tradicionales y otros nuevos, hay que reconocer que la combinación de ambas hace posible cierto ajuste cuentas –al menos en el ámbito simbólico o cultural– a personajes poderosos y de dudosa moralidad, que suelen zafar por ser funcionales a los designios de otros individuos más poderosos y más siniestros. O por ser demasiado grandes para caer.

En esta ocasión, la serie No digas nada las emprende contra Gerry Adams, presidente de Sinn Fein –brazo político del IRA– y uno de los artífices de los Acuerdos de Viernes Santo (10 de abril de 1998) que iniciaron oficialmente el proceso de paz en Irlanda del Norte, tras los tristemente célebres “troubles”. Pero la cosa no empieza con él, sino con tres mujeres y tres relatos paralelos.

El primero corresponde a las hermanas Dolours y Marian Price (Lola Pettigrew y Hazel Doupe, respectivamente), dos jóvenes que a fines de los sesenta ingresan al IRA siguiendo el ejemplo de sus padres, y ascienden a tareas más operativas que solían hacer los hombres, por la sencilla razón de que estaban todos presos. 

El segundo esculpe con dramatismo y cierta sordidez el infame secuestro y posterior desaparición de Jean McConville (Judith Roddy), viuda y madre de diez hijos, por parte del IRA. El tercero nos presenta a Dolours ya en su cincuentena (Maxine Peake) contando sus vivencias a un investigador que –suponemos– recopila el material del que salió esta serie y el libro homónimo que la inspiró.

Sobre estas tres líneas, la serie empieza en grande con un episodio lleno de nervio narrativo, descripciones precisas y rigurosas del conflicto, así como perfiles de personajes interesantes por lo que son y lo que hacen. 

Por una parte, está el joven Gerry Adams (Josh Finan) y su lugarteniente Dark (Anthony Boyle), liderando a la unidad del IRA donde operan las hermanas Price, cuyo funcionamiento es registrado con economía, algo de humor y –sobre todo– el peso fatídico que viene con las grandes causas y los grandes riesgos. Y en eso, puede mirar de frente a clásicos del género como El ejército de las sombras (Jean-Pierre Melville, 1969). No es poco.

Por la otra, está el oficial británico a cargo de la contrainsurgencia, Frank Kitson (Rory Kinnear), un demiurgo que hace que las cosas pasen, desafiando a los guerrilleros desde la posición que le da su experiencia colonial (en África, principalmente), y cuyas respuestas y contrarrespuestas configuran un ajedrez macabro y vibrante como el de La batalla de Argelia (Gillo Pontecorvo, 1966)

Sin exagerar, los primeros episodios de esta serie no desentonan ante clásicos del cine político como los mencionados, y sin embargo eso no se sostiene. No por impericia sino por diseño. Este relato atraviesa décadas y diversas fases del conflicto, así como el “natural” desarrollo de la vida de los protagonistas. Por lo tanto, la serie se ajusta a esa variación apelando a otros tonos, a otros ritmos y a otros géneros.

Del thriller pasamos al caper, de ahí a la cinta carcelaria y de ahí a algo más parecido al drama, acentuado todo esto con detalles tan simples como el peinado de Dolours o la evolución de la fotografía desde los tonos verdosos (se trata de Irlanda, después de todo) a otros más rojizos o neutros cuando nos acercamos al presente. Y también con canciones de época no necesariamente conocidas pero que valdría la pena conocer, por lo que se recomienda tener el Shazam a la mano.

Los episodios finales, dedicados a los Acuerdos de Viernes Santo y la elevación de Adams a la alta política, aceleran en todos los sentidos posibles. Por una parte, la serie da la sensación de que los años vuelan y los grandes acontecimientos políticos pasan por encima de unos envejecidos Dolours, Marian y Dark, atrapados por sus palabras, sus silencios, sus acciones y sus omisiones; absolutamente irrelevantes en esta nueva era.

Por otra, la aparición de los hijos ya adultos de Jean McConville en búsqueda de su madre coloca al relato en un registro centrado en los procedimientos (casi documental, a ratos), acompañado todo por una emotividad tan evidente como contenida. Y sumamente efectiva para transmitir la magnitud de la tragedia que vivió ese país.

Y, ciertamente, vinculada con los veteranos guerrilleros y con las víctimas, está la sibilina figura de un también envejecido Gerry Adams (Michael Colgan). Ya desde el principio, Adams aparece como un personaje inescrutable, carente de emocionalidad y con un distanciamiento casi absoluto de quienes le rodean, pues todos son o deben ser considerados como piezas de ajedrez que –de seguro– en algún momento habrá que sacrificar.  

El vertiginoso final de esta serie, en términos factuales y emocionales, da cuenta cabal de la complejidad de los periodos transicionales, en cuanto a la búsqueda de verdad, justicia y reparación, por un lado, y a las dispares evaluaciones respecto de lo que cambió y no cambió con la llamada transición. Nada que desconozcamos por acá.

Lo que esta ficción cuela maliciosamente, gracias a su vértigo, es la personalización de todos los males de la transición en una sola persona: Gerry Adams. Probablemente lo merezca, en todo caso; pero de todas formas parece reduccionista asociar todas las mentiras, delaciones, traiciones y abusos perpetrados y sufridos por los católicos norirlandeses a una sola figura. Por importante que esta sea. 

Más allá de esto, este es un producto de excelencia y de paso un espejo bastante limpio para mirar episodios pasados y presentes que de seguro tendrán una cola tan largo como los troubles.

Acerca de

Título original: Say Nothing

País: EE. UU.

Exhibición: Una temporada de nueve episodios (2024) 

Creada por: Joshua Zetumer

Se puede ver en: Disney+

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Gracias, parece ser una serie que merece ser vista y analizad en profundidad. Muchas veces, en el Chile bajo Pinosheet, sentí que existía un símil entre el dominio inglés y la resistencia a la tiranía civil-militar en nuestro país.

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