“José Piñera fabricó un Mercedes Benz, y su hermano Sebastián lo chocó”, afirmó ayer un auditor del programa Podría ser peor que conduce Julio César Rodríguez en las tardes en Radio Bío Bío.

No era una defensa del modelo, sino que una burla del mismo.

Ante la aplastante votación de ayer en la Cámara de Diputados, el Presidente se resignó a aprobar la ley que permite el retiro de 10% de las AFP, a sabiendas que un gran número de parlamentarios oficialistas -suficiente para superar el quórum de dos tercios- hace imposible cualquier veto. 

“No siento que uno experimente una derrota cuando lucha con convicción, con fuerza por lo que cree es lo mejor para Chile y los chilenos”, dijo Sebastián Piñera poco antes de la votación en el Congreso.

Pero, más allá de sus palabras, ¿en qué pie queda La Moneda? ¿Cómo podrá gobernar para llegar a marzo de 2022?

INTERFERENCIA conversó ayer con más de una decena de empresarios, políticos de derecha y personajes, que tras bambalinas, influyen en ese mundo, para plantearles esa pregunta. Las respuestas no fueron unánimes, pero sí emergió un cuadro claro: el mayor problema político actual es la figura del Mandatario.

“Acá el problema es Piñera, debe darse cuenta que él es el gran obstáculo”, afirma un ex asesor de varias campañas de derecha. “Alguien le tiene que decir que es hora de pasar a segundo plano, y los únicos que lo pueden hacer es su círculo más íntimo, sobre todo su familia”.

Un importante empresario, que también prefirió el anonimato, aseguró que “no hay rumbo, no veo fortaleza [en la conducción de Piñera]”.

De acuerdo a las fuentes consultadas, Piñera tiene que hacer bien dos cosas para llegar al final de su mandato, sin sumergir al país en una ola de protestas constantes.

La primera es dar un golpe de timón y realizar un profundo cambio de gabinete. La salida de Gonzalo Blumel, militante de Evópoli, parece ser inminente. ¿Pero existen voluntarios aún para subirse a este barco? Sí, sostienen varias personas consultadas. La clave está en que Piñera acepte un papel más ceremonial, como ocurre en los regímenes parlamentarios.

“Todavía hay gente dispuesta a entrar al gobierno, o nombres que le harían bien al gobierno”, asegura un asesor histórico de la derecha. “Pienso en personas como Evelyn Matthei o Mario Desbordes, pero todo depende de la voluntad del Presidente”.

El segundo punto es que La Moneda pueda asegurar que el exigente ciclo electoral que se avecina sea impecable, desde el plebiscito constitucional de octubre, pasando por las municipales y parlamentarias y presidenciales.

“Ahora hay que pensar en un buen proceso constituyente para centrar el debate, despolarizar la sociedad y buscar un proyecto país que nos considere a todos”, afirma Juan Pablo Swett, uno de los dirigentes de la pyme de Chile.

“Hay que asegurar un buen funcionamiento del plebiscito constituyente, y eso sería algo que le podría reportar dividendos al gobierno”, dice una consultora cercana a la derecha. “Está claro que Chile necesita un nuevo pacto social”.

Hasta Andrónico Luksic concuerda en esto. En un reciente hilo en Twitter, publicado el 19 de julio, dijo que “sin duda que el plebiscito debe realizarse”. Haciéndose eco de la nueva derecha política, que se ha asomado con fuerza en las votaciones recientes en el Congreso, el empresario aseguró que, de no contar con una nueva Constitución, “caeremos siempre en la crítica a la poca legitimidad de la carta fundamental”.

Así, realizar un cambio de gabinete radical y garantizar el buen funcionamiento de las elecciones que se avecinan serían la hoja de ruta para que el gobierno de Piñera llegue, aunque sea ahogándose, al puerto de marzo de 2022.

¿Y sí Piñera no corrige el rumbo?

“No estamos, ni de cerca, en 1973”, dice un asesor histórico de la derecha. “Si el Presidente insiste en su curso egocéntrico, lo que pasará es que viviremos la situación de Argentina, de protestas constantes hasta que cambie el gobierno”.