No es la derrota lo que duele, sino la desilusión, porque en conclusión gran parte de la ciudadanía NO leyó la propuesta y se dejó llevar por la farándula televisiva con micrófono abierto para todos los personajes que nunca quisieron una nueva Constitución. Ahora dependemos de la escasa voluntad (casi nula) de hacer reformas por parte de la derecha y sus socios fascistas que vociferan y agreden dentro del Congreso. Hemos perdido una oportunidad única para llevar a cabo los cambios que requiere una sociedad moderna y solidaria, pero como dice Fito Páez; "quién dijo que todo está perdido", pues la lucha y la voz crítica continúa, cxomo también el apoyo a los medios independientes que sí hablan con la verdad. Un gran abrazo para todos los que creyeron en la ilusión.