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Viernes, 18 de Julio de 2025
Obituario

Shane, Come Back!

Ricardo Martínez

Ayer jueves se dio a conocer la noticia de la muerte de Shane MacGowan, el carismático líder de la banda irlandesa The Pogues, quien falleció en Dublín a los 65 años, tras una larga enfermedad.

Fue en 1954 cuando la extraordinaria maestra musical Nadia Boulanger escuchó a Piazzolla cuando le daba clases y le dijo que debía ir a sus raíces argentinas y tocar tango. Ástor entonces logró algo imposible, combinar la tradición moderna de la música europea con los sones de ese sentimiento triste que se baila. Algo similar facturaría Juan Luis Guerra al mezclar sus estudios de jazz de la Escuela de Berklee con el merengue dominicano. O Os Mutantes al atraer a la vanguardia hacia la MPB. Y sí, también Shane McGowan en el cruce que hizo entre el punk y lo irlandés.

Porque siempre hay personas musicales que funcionan como compuertas o portales, que mixturan estilos y que proyectan una manera de entender el arte. Y Shane fue uno de esos faros de libertad creativa radical. Perpetrando una “música para agarrarse a combos” que es una vieja tradición de aquella isla británica con los sones que para 1982 parecían haberse agotado del primer punk, él y The Pogues se dieron maña para no solo revitalizar el género, sino para acometer uno de los desembarcos esenciales de Irlanda en la escena mundial del rock, que luego sería profundizado por actos desde U2 hasta MBV, pasando por The Cranberries o Sinead O’Connor. En sus discos, sobre todo en los de temple más folclórico, como Rum, Sodomy & the Lash -frase que se atribuye a Winston Churchill al referirse este a la tradición naval- destaca la base melódica tradicional y evocativa que usa los instrumentos habituales del folk isleño, pero interpretada con un ímpetu y energía destructiva punketa que parece un ataque de ira en medio de una atmósfera bucólica y que a pesar de la contradicción suena como un sueño o una pesadilla.

Es justamente esa alternancia entre ensoñación melódica y estallido energético lo que va a estar presente en el tema más recordado justamente ahora que se acerca la Navidad de McGowan; el trabajo en conjunto con Kirsty McColl, “Fairytale of New York”, donde en un ejercicio piazzollano, o pixeano o nirvaniano (esto es, la interacción entre una melodía suave seguida de un terremoto de estridencia); al darse cuenta ambos, él y ella, que la canción estaba siendo demasiado dulce, introducen los siguientes versos:

“You're a bum
You're a punk
You're an old slut on junk
Lying there almost dead on a drip in that bed
You scumbag, you maggot
You cheap lousy faggot
Happy Christmas your arse
I pray God it's our last”.

Estas líneas fueron censuradas en algunas emisiones cuando desde hace un par de lustros el tema fue creciendo fuertemente como la canción navideña pop más memorable de la historia.

Porque McGowan nunca abandonó sus orígenes rabiosos y hasta las últimas semanas de su vida, víctima de una encefalitis viral, siguió compartiendo con el mundo su imagen y su existencia.

A propósito de esto, había una película de cowboys que daban en Cine en su Casa que se llamaba, “Shane, el desconocido”, en cuya última y conmovedora escena dicho vaquero es despedido por un niño, el pequeño Joey, que grita desde la puerta de su casa a la luz de la luna, mientras Shane se aleja lentamente en su caballo hacia el horizonte, “Shane, ¡vuelve!” (“Shane, Come Back!”). Eso mismo siento que hay que gritarle ahora a la memoria de Shane McGowan que nos dejó como legado tal como Ástor Piazzolla impulsado por Nadia Boulanger, la heredad de que las escasas veces que se combinan dos mundos distintos, se puede rescatar a ambos.

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