El fútbol chileno vive un momento lamentable. Semana tras semana insistimos en aquello, para que algún triunfo del cuadro de nuestros amores no nos haga olvidar dicha crisis de fondo. Los problemas van desde la falta de infraestructura deportiva, para el entrenamiento y la competición de los clubes, una liga mediocre y aburrida y una selección nacional que no logra encontrar el rumbo. En este contexto, la posibilidad que ha trascendido de que Harold Mayne-Nicholls se consolide como candidato a la Presidencia de la República, bastante complicada para un independiente, nos lleva a formularnos la pregunta de cajón: ¿por qué no a la ANFP?
Para muchos, su nombre está inevitablemente ligado a la mejor etapa del fútbol chileno en la era moderna. Fue bajo su mandato (2007-2011) que la selección nacional contrató a Marcelo Bielsa, quien revolucionó la Roja y la llevó a un Mundial tras 12 años de ausencia. Su gestión estuvo marcada por una visión estructural del deporte, promoviendo mejoras en la organización del campeonato local y apostando por un desarrollo a largo plazo.
Sin embargo, también hay sectores que critican su figura. Algunos lo ven como un líder con una visión demasiado idealista, poco pragmático y con dificultades para navegar en las complejas aguas de la dirigencia futbolística chilena, donde los intereses particulares y a veces pasiones e intrigas, suelen primar por sobre el bien común. Su derrota en las elecciones de la ANFP en 2010, pese a los éxitos deportivos, dejó en evidencia que su gestión no contaba con el respaldo necesario de los clubes que se inclinaron por apoyar la candidatura alternativa. Para muchos, un misterio inexplicable.
Hoy, el fútbol chileno enfrenta un momento distinto al de hace una década. La Generación Dorada es pasado; un resplandeciente y colorido pasado. La liga local sigue perdiendo terreno a nivel sudamericano y la ANFP ha estado envuelta en escándalos y decisiones cuestionables. Ante este panorama, cabe preguntarse si Mayne-Nicholls sería capaz de recuperar la confianza de los clubes y plantear un plan realista para el futuro.
Un punto a favor de su posible candidatura es su experiencia en FIFA, donde trabajó evaluando postulaciones para la organización de Copas del Mundo. Esto le otorga una visión global del fútbol y la capacidad de establecer conexiones internacionales que podrían beneficiar a Chile. Además, su conocimiento del medio local podría permitirle implementar reformas urgentes en la liga, como mejorar el nivel de los árbitros y arbitrajes, potenciar el fútbol formativo y profesionalizar la administración de los clubes.
No obstante, también enfrenta grandes desafíos. La ANFP se ha convertido en un terreno de lucha de poder, donde los dirigentes de los clubes muchas veces buscan resguardar sus propios intereses antes que el desarrollo del fútbol nacional. Mayne-Nicholls debería demostrar que tiene la capacidad de generar consensos y evitar los conflictos que lo alejaron del poder en el pasado.
Su eventual candidatura podría representar una oportunidad para darle un giro al fútbol chileno, pero también enfrenta la posibilidad de repetir los errores del pasado. La gran pregunta es si los clubes están dispuestos a apostar por un proyecto de largo plazo o si seguirán privilegiando soluciones parche que no resuelven los problemas de fondo.
Al respecto aparece un primer obstáculo gigantesco: don Harold no es hoy un personaje libre de compromisos y disponible, de hecho, está trabajando en un proyecto institucional crucial para Colo-Colo y la dirigencia alba ya ha anticipado de no está disponible para presidir institución alguna ni tampoco para ser candidato, aprovechando de llamarlo al orden y recordarle su compromiso con el cuadro popular.
Pero, si obviamos tal pequeño gran detalle, no podemos dejar de observar que Mayne-Nicholls tiene a su favor una reputación de ser un dirigente serio y con una visión integral del fútbol, pero también de falta de capacidad para domar fieras salvajes, que es lo que se requiere en este momento: Debe demostrar que puede adaptarse a un entorno hostil y convencer a los actores del fútbol chileno de que su liderazgo es la mejor alternativa.
En un momento de incertidumbre y crisis, su regreso podría ser el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento o una apuesta fallida más en la larga historia de malas jugadas dirigenciales en el deporte nacional.
Pero solo especulamos, lo cierto es que parece que le interesa más llegar a la Moneda que a Quilín; teatro de comedias y tragedias de las que ya debe estar un poco cansado.
(*) Roberto Rabi González es escritor, abogado de la Universidad de Chile, profesor de Derecho Procesal y Penal e investigador de la Asociación de Investigadores del Fútbol Chileno (ASIFUCH).
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