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Lunes, 4 de Agosto de 2025
[Cogito Ergo Sum]

Un fantasma recorre Chile, y no es el de Jeannette Jara

H.R. Faustinus

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Jeannette Jara.
Jeannette Jara.

El PC chileno es reformista, adherente absoluto a la doctrina de Stalin de crear ‘Frentes Amplios’ con partidos socialdemócratas y de centro para combatir al entonces creciente fascismo en Europa de los años 30. Y, claro, ganar tiempo para la Unión Soviética para prepararse para una potencial guerra con la Alemania nazi. Sólo hubo tres ‘Frentes Populares’ en el mundo en esa época: en Francia, en España y en Chile. Todos fracasaron.

Estuve de viaje por el mundo durante los últimos dos años y, al volver, le pregunté a mi amiga Agatina que hay de nuevo en Chile. “Tenemos una candidata presidencial del Partido Comunista”, me dijo. “¿Una comunista?”, le respondí con sorpresa. “No, no una comunista, una militante del Partido Comunista de Chile, que no es lo mismo”.

Como casi siempre, mi amiga me hizo ver un punto que a la elite chilena se le pasa por alto o que, más bien, prefiere explotar: los comunistas en Chile tienen poco o nada que ver con el comunismo histórico. El fantasma que ha recorrido Chile por casi dos siglos es el del anticomunismo, excusa perfecta de campañas del miedo orquestadas por los poderosos a través de su prensa favorita, como El Mercurio.

El PC chileno es reformista, adherente absoluto a la doctrina de Stalin de crear ‘Frentes Amplios’ con partidos socialdemócratas y de centro para combatir al entonces creciente fascismo en Europa de los años 30. Y, claro, ganar tiempo para la Unión Soviética para prepararse para una potencial guerra con la Alemania nazi. Sólo hubo tres ‘Frentes Populares’ en el mundo en esa época: en Francia, en España y en Chile. Todos fracasaron.

Pero en Chile, el PC nunca dejó de creer en esa estrategia, pese a la evidencia, desde González Videla, a Allende a Bachelet. En otras palabras, a diferencia de los comunistas originales, la versión chilena no tiene una verdadera vocación de poder, ni mucho menos una ‘revolución proletaria’ entre sus aspiraciones. Es, más bien, una versión socialdemócrata en un país como el nuestro, donde el espectro político se ha corrido hacia la derecha hace ya varias décadas.

Por eso, me dice Agatina, la candidatura de Jeannette Jara no tiene futuro. “No caliente a nadie, parece una versión 2.0 desmejorada de la Bachelet original”, me reta. “De comunista, nada y poco, de izquierda, mucho menos”.

Si mi amiga tiene razón, el fantasma que recorre Chile no es del comunismo, sino que el alma perdida de  la izquierda.



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