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Martes, 25 de Noviembre de 2025
[Revisión del VAR]

La “U” de Chile (no de Clark)

Roberto Rabi González (*)

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Michael Clark.
Michael Clark. Foto: Universidad de Chile.

Las sanciones por parte de la CMF no solo afectan al presidente, sino que también rayan la imagen del club y de la universidad en su conjunto. La falta de transparencia y la gestión opaca han generado desconfianza tanto entre los hinchas como entre la comunidad universitaria.

La Universidad de Chile, institución señera y emblemática en el ámbito académico y deportivo, atraviesa un período complejo dada la situación del club de fútbol y su administración, que ha llevado a cuestionar la relación entre la casa de estudios y Azul Azul. Específicamente, la reciente sanción impuesta por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) a Michael Clark, actual presidente de Azul Azul. Rostro visible de aquel tejido invisible que es el poder detrás de Azul Azul, en que vemos imágenes borrosas, de Sartor, inversionistas en Panamá, empresarios y representantes de jugadores varios. Nada claro. Nada transparente. Algunos personajes muy conocidos otros no tanto.

Para entender la realidad que enfrenta la U de Chile, es necesario analizar varios aspectos interrelacionados que abarcan el desempeño deportivo, la gestión administrativa y las implicancias de estas sanciones en la reputación de la institución.

El Club Deportivo Universidad de Chile ha mostrado un desempeño irregular en los últimos años. Aunque históricamente se ha consolidado como uno de los equipos más grandes del país, la falta de resultados en el campo ha llevado a una crisis institucional potente. La situación deportiva se ha visto agravada por decisiones cuestionables en la contratación -y a veces en la no contratación- de entrenadores y jugadores, lo que refleja una falta de planificación a largo plazo por parte de los directivos.

Este desempeño ha afectado no solo la clasificación en torneos nacionales, sino también la percepción del club en el ámbito internacional. La Universidad de Chile, que alguna vez fue un referente en competiciones continentales, ahora lucha por recuperar su prestigio. La presión sobre los directores de Azul Azul para revertir esta situación es alta, pero las decisiones tomadas han sido, en su mayoría, reactivas en lugar de proactivas. La administración de Azul Azul ha sido objeto de críticas, especialmente en función de cómo ha manejado los recursos del club. La reciente sanción a Michael Clark por irregularidades en la gestión financiera añade una capa de complejidad a esta realidad. Las sanciones por parte de la CMF no solo afectan al presidente, sino que también rayan la imagen del club y de la universidad en su conjunto. La falta de transparencia y la gestión opaca han generado desconfianza tanto entre los hinchas como entre la comunidad universitaria.

Es fundamental que la Universidad de Chile, como institución educativa, asuma un rol proactivo en la supervisión de la gestión de Azul Azul. Que la cultura de la responsabilidad se haga carne. La universidad debe reforzar los mecanismos de control y regulación, asegurándose de que la integridad de la institución no se vea comprometida por actos de corrupción o faltas administrativas. La Rectora, la Sra. Rosa Devés ha planteado, al conocer las sanciones al presidente de Azul Azul, que se debe revisar la relación, que están en juego los símbolos (el chuncho, la “U” roja, con su clásico formato, etc.) que pertenecen a todos los chilenos.

Razonable, tardío.

La casa de estudios desde hace mucho tiempo que tiene dos miembros en el directorio de Azul Azul. Dos de once, cierto, no son ni podrían ser un poder relevante dentro de la concesionaria. Pero al menos deberían haber sabido el alcance de aquello por lo que Clark fue sancionado y haber dejado clara la posición de la Universidad en su momento.

La sanción a Michael Clark tiene repercusiones que van más allá del ámbito financiero. Esta situación puede tener un impacto significativo en la reputación tanto del club, como de la casa de estudios.  Sin embargo, ha decidido permanecer en su puesto. El comunicado de Azul Azul dice que “se apela al trabajo realizado en estos años en relación a la contabilidad del club y los objetivos logrados del equipo hasta la fecha, donde después de varias temporadas el equipo se logra instalar nuevamente en copas internacionales y protagonismo en el medio local”.

¿Es realmente la respuesta de quienes deben velar por el bien de ambas instituciones?

No, definitivamente, no.

Cuando realmente se valora una institución, se está dispuesto a dar un paso al costado por el bien de la misma, aunque los cuestionamientos sean injustos. No se antepone el prestigio propio al del colectivo que hay detrás.

Y lo que nos dice la CMF, no es tan solo que el cuestionamiento es justo, sino que está asociado al fondo de inversiones relacionado don la U. De Chile (Sartor) y que merece una multa de un monto elevadísimo.

La Universidad de Chile y su club de fútbol se encuentran en una encrucijada. La gestión de Azul Azul, bajo la presión de obtener resultados inmediatos, necesita un rediseño que priorice la ética, la transparencia y la proyección a largo plazo. La sanción a Michael Clark es solo una manifestación de problemas más profundos que requieren atención inmediata. Es hora de que la Universidad de Chile, fiel a su historia y a su importancia en el país, redefina su rumbo. Solo así podrá recuperar su prestigio tanto en el ámbito académico como en el deportivo. Porque, lo que las instituciones han dejado ver hasta el momento es que, tanto la Casa de Bello como la concesionaria, más que Universidad de Chile, parece funcionar como la de Michael Clark.



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