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Lunes, 20 de Octubre de 2025
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Por Andrés Almeida,
Editor General de Interferencia

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MONITOREANDO EL ODIO POLÍTICO EN TWITTER 

La irrupción masiva de las redes sociales electrónicas como Facebook, Instagram, Tik Tok, WhatsApp o Twitter, en los últimos tres lustros, así como el acceso expedito y 24/7 a ellas vía smartphones no solo ha facilitado que las personas -en especial en Chile, donde los niveles de conectividad son altísimos- se conecten entre sí como no lo habían hecho nunca, sino que también que emerja todo un nuevo espacio en lo que Byung-Chul Han ha denominado la 'psicopolítica', esto es el monitoreo e incluso en control de las vidas de millones de ciudadanas y ciudadanos desde  no solo estas mismas grandes compañías tecnológicas, sino que también por un creciente abordaje de estos medios por la política. Conocidos son los casos de la relación entre redes sociales y los resultados eleccionarios como los que dieron el triunfo al Brexit, a Trump o a Bolsonaro.

De este modo, indagar, en especial desde la academia, cómo el manejo de las rrss puede afectar el debate público es una urgencia no solo investigativa, sino que del compromiso ético y de vinculación con el medio de los espacios universitarios.

En el caso de Chile un ámbito en que las redes sociales han sido campo de batalla, por usar el término houellebecquiano, es el tema de la Convención Constitucional. Eso es lo que ha estado haciendo el equipo Demoscopía Electrónica del Espacio Público #DEEP de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, mediante su programa Observatorio Convención que se realiza de manera sistemática un monitoreo del discurso del odio respecto de la Convención Constitucional que, en las propias palabras de la iniciativa, “está bajo ataque”.

Para explorar más en la iniciativa, sus métodos, resultados e implicancias, The Peer Review sostuvo una conversación con el Dr. Pedro Alfaro, académico PUCV y miembro de #DEEP.  
TPR: Desde aproximadamente el escándalo de Cambridge Analytica se ha explorado mucho, tanto desde la cobertura de medios especializados de prensa, como desde la investigación académica, en lo que se denomina 'tecnopolítica', esto es, el modo como las nuevas tecnologías, en especial de la información y las comunicaciones -y muy en particular de las redes sociales- pueden ser utilizadas para propagar, viralizar, confundir a la opinión pública y, lo que es más importante, influir en las decisiones de voto. En la experiencia como equipo DEEP, ¿cuánto de lo que se ha cubierto y descubierto de este tema en el ámbito anglosajón o brasilero se ha dado también en Chile, en especial en el contexto del proceso constitucional y de las numerosas instancias eleccionarias en este último par de años?

Pedro Alfaro: Acá, lo que hemos observado principalmente es un intento de ciertos grupos, de derecha y de extrema derecha, por instalar ciertas ideas a través de las redes sociales. Esta actividad la hemos calificado como organizada e incluso jerarquizada. Concretamente, cuando observamos el comportamiento de la red de usuarios y de la red de mensajes en un momento determinado, vemos cómo algunas cuentas -en posición central en dichas redes- generan una información, generalmente falsa, que se replica en la red.

Es importante tener en cuenta la red que se genera en estos grupos es bastante ‘cerrada’, esto quiere decir que se relacionan de manera homofílica, lo que genera la famosa cámara de eco, en la que los miembros de la red solo se escuchan así mismos, lo que les da la impresión de que el comportamiento de ese grupo es el comportamiento de toda las redes sociales. Eso podría explicar porque la derecha ha tendido a creer que tienen dominio del espacio público, pero las votaciones han demostrado que no es así.

Ahora bien, algo que hemos observado con claridad es que estos grupos pueden generar noticias falsas, pero que estas salen de esta cámara de eco cuando los medios tradicionales toman estas mentiras intencionadas y le dan forma de hecho real. Ahí, por lo tanto, la prensa juega un papel importante en replicar y masificar noticias falsas. Eso escapa a “red de extrema derecha”, pero es lo que permite que logren sus objetivos políticos.

TPR: Uno de los ángulos más complejos de la tecnopolítica' corresponde al hecho de que el acceso a miríadas de información disponible en particular en las redes sociales y de carácter público que puede ser recolectado como Big Data, por ejemplo, usando la API de Twitter (un servicio que facilita la recuperación de millones de datos específicos de usuarios, tuiteos, entre otras cosas) no solo da pie a que organizaciones políticas o comerciales puedan hacer uso de aquella información para influir sobre la trayectoria de las democracias, sino que también, desde el otro lado, que iniciativas como la misma que llevan a cabo ustedes puedan monitorear dichos usos. Hay, entonces, una tensión entre el poder de las organizaciones que quieren sacar provecho de este estado de cosas y el empoderamiento de la ciudadanía o de proyectos universitarios para contrarrestar aquello. ¿Cómo observan ustedes esta tensión hoy luego de tanto tiempo trabajando en estos temas?

Pedro Alfaro: No nos parece que haya tensión, más bien lo que ocurre es que, como toda herramienta o producto tecnológico, puedes usarlos para diversos fines. 

En este sentido, entendemos que en ámbitos políticos siempre habrá estrategias -algunas más éticas que otras, obviamente- que serán utilizadas por los grupos que buscan alcanzar el poder. Y justamente eso es parte de nuestro objeto de estudio: buscamos determinar la distancia entre los hechos políticos offline y los hechos políticos online. Pero para ello debemos considerar que parte de las reglas del juego es utilizar las redes sociales para influir en la opinión pública. Como antes señalábamos, parece ser que la prensa juega un papel articulador entre el mundo online y lo que ocurre fuere de este.

Pero esto tampoco es algo nuevo en términos generales. Lo novedoso es que la interacción en las redes sociales puede ser más directa entre ciudadanos y grupos de poder, por lo que, hipotéticamente, es posible rastrear -con diversas técnicas y enfoques, pero también limitaciones- el pulso político de un determinado momento.

TPR: No solo se trata de recolectar miríadas de información, sino que de procesarlas, a menudo con procedimientos de aprendizaje de máquina (machine learning) y en particular con herramientas de aprendizaje profundo (deep learning). Uno de los tipos de resultados más llamativos o espectaculares de aplicar dichas rutinas es el poder predictivo de la empresa, por ejemplo, en cuanto a opciones de consumo en el caso del mercado, y de decisión de voto, en el caso de la democracia. ¿Cuánto hay de mito en esos resultados espectaculares que muchas de las empresas que trabajan en estos ámbitos suelen promover como sus principales logros?

Pedro Alfaro: Se sabe que hay bastantes técnicas para lograr que las personas piensen de una manera particular durante procesos electorales. Pero está en el ámbito de la 'ingeniería social'.

Ahora bien, en Chile, si miramos los resultados de varias de las últimas elecciones, parecería que la efectividad es baja. Por ejemplo, para el plebiscito todos creíamos, incluso la derecha, que había una especie de empate técnico entre el apruebo y el rechazo, pero la realidad mostró una proporción de 80-20 por ciento. Lo mismo pasó con la elección de constituyentes. En ambos casos las estrategias usadas en rrss no fueron efectivas.

Uno, como ciudadano de a pie, puede haber creído que la derecha tendría más representación en las elecciones, pues las redes sociales así lo sugerían. Pero que asesores políticos, consultoras, think tanks lo creyeran, da cuenta que se han autoengañado. Nosotros creemos que eso proviene de un mal análisis de lo que se observa en la redes sociales, pues han creído el mito de que dominar la red es dominar políticamente.

TPR: El componente demográfico de las investigaciones sobre 'social network analysis' en redes sociales es también algo muy interesante y atrapante en sus resultados. Ustedes han configurado el perfil y el detalle de las redes, en especial de las de odio en torno a la Convención Constitucional, dando cuenta de agentes centrales, bots, cuentas más dinámicas. ¿Cuáles han sido los hallazgos que más les han llamado la atención y que les parece que es importante comunicar a la opinión pública?

Pedro Alfaro: Respecto de la Convención, hemos observado varios fenómenos. 

El primero que nos llamó la atención fue que pudimos observar una especie de batalla digital entre bandos a favor y en contra de la Convención. Esa disputa se desarrolla a través del posicionamiento de hashtags que refieren al mismo tema pero con miradas opuestas. El caso concreto que documentamos fue el de #ALaBasuraLaCC versus #LaConvenciónSeDefiende, que durante varios días disputaron ser el trendig topic nacional. Allí observamos una batalla ideológica de grupos más o menos organizados con el fin de ensuciar o defender el trabajo de la Convención.

Un segundo hecho que hemos observado es la correlación entre hechos políticos y la generación de grandes volúmenes de información en redes sociales. Un ejemplo de ello fueron los lamentables hechos en torno a Rojas Vade, cuya aparición en medios tradicionales, incluso en los horarios de emisión en televisión se observa aumento inusual de la información contraria a la Convención. Daba la impresión que algunos grupos vieron la oportunidad de atacar y se organizaron para hacerlo de forma masiva.

En tercer lugar, y en relación con lo anterior, es el vínculo entre la generación de una noticia falsa y la propagación de esta en las redes sociales. El caso más evidente allí fue lo que ocurrió el 26 de noviembre, cuando a partir de un mensaje generado por Sergio Bobadilla y amplificado por Radio Bío Bío, se generó un peak de mensajes contra la Convención que no se veía en semanas anteriores, pues la atención de la agenda estaba en las elecciones presidenciales. 

Los ciudadanos tienen derecho a saber que estas cosas ocurren y son llevadas a cabo por grupos que intentan beneficiarse o beneficiar su posición política a cambio de ensuciar el debate democrático. 

TPR: Finalmente, hay un creciente interés en la opinión pública por estos temas de monitoreo de las redes sociales, en especial por parte de las empresas tecnológicas globales, lo que se expresa en el éxito de documentales de Netflix como Coded Bias, The Social Dilemma o Nada es privado o los libros de Byung-Chul Han o Yuval Noah Harari. Más allá de lo legítimo de la sensación de desamparo y de exposición que hace que se sienta cierta paranoia frente al avance de la tecnología y el mismo monitoreo, ¿qué les dirían a las lectoras y lectores como recomendaciones y orientaciones sobre su vida en estos entornos y cuánto hay que preocuparse o despreocuparse a partir de lo que han ido profundizando en sus hallazgos?

Pedro Alfaro: Pongámoslo así: cuando leemos, o vemos un documental o una película sobre las restricciones a las libertades individuales por parte de los regímenes totalitarios o dictaduras latinoamericanas del siglo 20, nos parece inaceptable que se revisara la correspondencia de las personas, que se rastrearan y se hicieran perfiles de las relaciones sociales de los ciudadanos, que hubiera un registro de las posiciones políticas, de la música que se escuchaba, de los textos que se leían

En ese marco, parece totalmente irracional que hoy en día las personas entreguen esa información de manera voluntaria, a sabiendas de que esos datos sean utilizados por gobiernos, corporaciones y grupos políticos para conseguir sus objetivos, mediante la manipulación de información. Richard Stallman le llama al estado actual de las redes sociales “el sueño de Stalin”, pues las personas entregan su información personal libremente sin pensar en las consecuencias individuales y sociales de ello.

Tengo la idea de que en el futuro cercano deberemos incorporar en el curríulum educativo formación sobre el funcionamiento de internet y el flujo de información. Las personas deben entender cómo funciona la información, cuáles son los mecanismos de manipulación, de instalación de ideas, etc. No basta con la promesa de que el pensamiento crítico nos va a permitir discriminar entre informaciones relevantes/irrelevantes, buenas/malas, pues hay mecanismos específicos que hay que conocer para formarse un juicio crítico. Y esto va más allá de lo que se suele estudiar respecto de los medios de comunicación de masas, sino que hay aspectos técnicos que permitirán representarse cómo opera internet en las personas.

En este sentido, debemos revalorar nuestra privacidad individual y entender que, como dice la máxima de internet, si algo es gratis es porque somos parte del negocio, somos el producto, esa audiencia que se vende al mejor postor.

 

ALGUNOS TEXTOS DE INTERFERENCIA SOBRE ESTOS TEMAS

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