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Sábado, 2 de Agosto de 2025
Sábados de streaming (películas)

Atenea: Arde París (otra vez)

Juan Pablo Vilches

Con sus carencias y sus virtudes, el gran aporte de esta película es hacer creíble la posibilidad de que en los banlieue se desate algo parecido a una guerra civil.

El pasado 23 de diciembre, un conductor de ferrocarriles jubilado de 69 años asesinó a balazos a tres miembros de la comunidad kurda de París, y una vez capturado confesó que su intención era matar a cuantos extranjeros fuera posible. 

Pese a que el asesino tenía antecedentes de agresiones racistas a inmigrantes y al asumido racismo como justificación de sus crímenes, el Estado francés aún titubea en considerar el hecho como un atentado terrorista, por lo que la comunidad kurda –sintiéndose desprotegida– salió a protestar. 

Y junto con las manifestaciones mayoritariamente pacíficas, hubo disturbios violentos que trajeron a la memoria la seguidilla de revueltas que periódicamente explotan en los banlieue, los barrios periféricos donde viven y sobreviven los migrantes del Magreb y del África Subsahariana, cuyos jóvenes se rebelan ante una sociedad que –sienten– los rechaza.

La cinematografía francesa ha desarrollado un corpus respetable de películas sobre estos espacios enrarecidos, que no se podría calificar necesariamente como un género o un subgénero, pues las aproximaciones son muchas y vinculadas con otros géneros propiamente tales. Un lugar seminal tiene El odio (Mathieu Kassovitz, 1995), un drama y periplo urbano donde ya palpitaba el polvorín que ebulle en esos barrios.

La cinematografía francesa ha desarrollado un corpus respetable de películas sobre estos espacios enrarecidos, que no se podría calificar necesariamente como un género o un subgénero, pues las aproximaciones son muchas y vinculadas con otros géneros propiamente tales.

Otros directores, tan distintos como Abdellatif Kechiche, Céline Sciamma o Jacques Audiard, han escogido los banlieue para contar historias de crecimiento y (des)adaptación, en tonos dramáticos, cómicos o costumbristas, aunque siempre con la amenaza o la aparición esporádica de una violencia que vibra e inquieta a quien la sepa escuchar.

Ante ese panorama, no es de extrañar el revuelo que causó Atenea (Romain Gavras, 2022) y la decisión tomada por sus realizadores de mutar la violencia potencial en violencia real y perenne, lo que cinematográficamente hablando significó que el género escogido debía ser el bélico. Es decir, lo que ha ocurrido y puede volver a ocurrir en esos lugares merece ser contando con el lenguaje de las películas de guerra.

Las causas de la guerra y la primera batalla son presentadas de inmediato y casi simultáneamente en un largo y frenético plano-secuencia, centrado en dos figuras masculinas: Abdel (Dali Banssalah), un soldado condecorado que está dando una conferencia de prensa; y Karim (Sami Slimane), su hermano menor y líder del asalto a una prefectura de policía. Este hecho sirve como declaración de guerra y para el robo de armas para la lucha que está por comenzar. Con los muchachos de un banlieue llamado Atenea, atrincherados esperando el ataque de la policía.

El plano secuencia inicial dura 10 minutos y fija el tono y el estado de ánimo de lo que está por venir. La cámara sigue a los sublevados, mientras sube y baja de vehículos en movimiento, registrando la euforia de los jóvenes y la parsimonia de su líder, de Karim, certeramente caracterizado como el único que parece no estar jugando de entre sus pares. Como alguien que hace mucho se olvidó de sonreír, pese a ser ridículamente joven.

Ya instalados todos en Atenea, la acción se traslada a la evacuación de los 'civiles', es decir, de los padres y abuelos de los muchachos, incapaces de controlarlos y de convencerlos, convertidos en refugiados en su propio gueto. Mientras Abdel lidera la evacuación y Karim lidera la insurrección, un tercer hermano, Moktar (Ouassini Embarek), lidera una banda de narcos que no pueden sacar la mercancía por causa de la batalla.

A esta familia compuesta por el soldado, el revolucionario y el narcotraficante se suma un cuarto hermano, el pequeño Idir, que vendría a ser el futuro. Pues bien, el futuro fue asesinado presuntamente por la policía, y ese es el hecho que desencadenó la guerra que explota en la pantalla.

A esta familia compuesta por el soldado, el revolucionario y el narcotraficante se suma un cuarto hermano, el pequeño Idir, que vendría a ser el futuro. Pues bien, el futuro fue asesinado presuntamente por la policía, y ese es el hecho que desencadenó la guerra que explota en la pantalla.

La película trata de sostener el frenesí del inicio siguiendo las trayectorias de los tres hermanos protagonistas, que se cruzan, chocan y sacan chispas, alternando el espíritu bélico de la puesta en escena con la fábula semítica de hermanos, que se pueden encontrar en la Biblia o en Las mil y una noches, y también en las tragedias griegas sobre hermanos enemigos.

Así, la película oscila entre escenas tradicionalmente dramáticas con las escaramuzas llamativamente estilizadas en torno al fuego –real y pirotécnico– iluminando una realidad opaca. Sus planos largos funcionan como vehículos de la acción y la grandiosidad, y los diálogos de los personajes trasmiten bien la posibilidad real de un caos que está a la vuelta de la esquina y que puede explotar por una chispa cualquiera. Como la muerte de un niño a manos de la policía… o a manos de la ultraderecha racista, que es lo que se sugiere que ocurrió con Idir ya más avanzada la trama.

Sin embargo, la película queda ahí. En cuanto al desarrollo de los hechos, termina entrampándose en un letargo fatalista y, por ello, predecible. En cuanto al tema del que trata –los banlieue, sus jóvenes y el país que los rodea–, su apuesta por concentrarse en la batalla de Atenea resulta en una cinta de acción/drama que no tiene mucho margen para agregar algo nuevo, interesante o contraintuitivo respecto de las brechas francesas en igualdad y fraternidad que se viven día a día en esos barrios.

Si hay algo que esta película agregó al naipe fue la honestidad de imaginar la proto-guerra civil que podría brotar de los banlieue, y condenarla, obviamente, en el entendido de que será una guerra fratricida. Mal que mal, algunos de los jóvenes marginados terminan integrándose a la sociedad a través de las fuerzas armadas (o de su versión secular: la selección de fútbol).

También se valora su intuición respecto del rol de la ultraderecha racista en la exacerbación de todo, lo que se vio refrendado con el atentado contra los inmigrantes kurdos.

Finalmente, hay que admitir que la puesta en escena también tiene mucho mérito, al punto de hacer creer durante un buen tiempo que esta película es más de lo que es.

Acerca de…

Título original: Athena (2022)

Nacionalidad: Francia

Dirigida por: Romain Gavras

Duración: 99 minutos

Se puede ver en: Netflix
 

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