Uno de las muchos elementos desconcertantes de Cabaret (Bob Fosse, 1972) es el carácter ambiguo y serpenteante del maestro de ceremonias del berlinés Kit Kat Club, un cantante y animador andrógino (interpretado por Joel Grey), quien ironiza en sus canciones y discursos sobre los eventos políticos de la Alemania de 1931… moviéndose con ellos.
Mientras un grupo de adolescentes y adultos le dan la bienvenida al tercer Reich en una taberna rural, al son de Tomorrow belongs to me, el andrógino maestro de ceremonias sonríe malévolamente a la cámara como si estuviéramos contemplando su obra. Como si él y Hitler fueran lo mismo, o como si Hitler no hubiera sido más que el maestro de ceremonias y encantador de serpientes de un enorme cabaret llamado Alemania.
El documental Eldorado – todo lo que odian los nazis, se sitúa en la misma ciudad y en el mismo periodo de Cabaret, y realiza un ejercicio semejante al retratar el club Eldorado –cuyo eslogan era “Aquí es correcto” (lo que en otras partes no)– como un micromundo que contiene un mundo más grande. Mucho más grande.
Se habla desde la perspectiva de la comunidad queer y de lo que esto significó para ellos: una belle epoque intensa y efímera, con espacios y derechos que costó décadas recuperar. Y si es que.
Veamos, uno de los historiadores citados en esta pieza cuenta que en el Berlín entre 1919 y 1933 hubo entre 80 y 120 clubes abiertos a la que hoy se conoce como comunidad LGTBIQ+. Es decir, Eldorado era uno de ellos… pero no uno cualquiera.
En él concurrían y convivían individuos tan singulares como Clarlotte Charnaque, la primera persona en someterse a una cirugía de cambio de sexo; el afamado tenista Gottfried von Cramm y su esposa Lisa von Donebeck, una pareja de aristócratas libertinos; el sexólogo Magnus Hirschfeld, pionero en la investigación científica sobre homosexualidad y transexualidad; y nada menos que Ernst Röhm, brazo derecho de Hitler y líder de las temidas fuerzas de choque de los nazis Sturmabteilung (SA), homosexual e indiscreto al respecto en virtud de su poder.
Las recreaciones alegres y dinámicas de los espectáculos de Eldorado son el caldo del que van y vienen las presentaciones de cada uno de los personajes, cuyas trayectorias paralelas dan cuenta del destino que tuvo esta comunidad cuando los nazis llegaron, mandaron y finalmente se fueron.
Es destacable que el documental rehúya al lenguaje moralizante con que se suele caracterizar a ese tiempo y lugar –con palabrejas como “desenfreno” o “decadencia”– y que en la práctica justifican lo que hicieron los nazis con esos espacios, y lo que se perpetuó después. Por el contrario, acá se habla desde la perspectiva de la comunidad queer y de lo que esto significó para ellos: una belle epoque intensa y efímera, con espacios y derechos que costó décadas recuperar. Y si es que.
Tanto las presentaciones de los personajes como sus seguimientos son realizados con densidad y precisión, cuidándose –con recreaciones sin diálogos y material de archivo– de distinguir claramente una historia de las demás. El ritmo acelerado de estos relatos entrecruzados se complementa con las intervenciones de historiadores, historiadores de la cultura, artistas y personas trans, quienes aportan a la vez perspectiva y algo de pausa a un conjunto vertiginoso en ritmo y muy apretado en contenido. El que gente menos competente habría separado en varios episodios sin una necesidad real.
Entre esa avalancha de información diligentemente ordenada y pertinentemente comentada hay, ciertamente, espacio para la emoción. Pero esta empieza a aflorar de a poco. Tras largos minutos de jolgorio y florecimiento de las personas y sus historias, los nazis finalmente llegan al poder, y la amenaza que alguna vez fue escondida bajo el sonido de los bronces y los bailes se dejó caer como una guillotina que cortó esta película en dos.
El documental es sumamente prolijo en hilvanar las consecuencias públicas del gobierno nazi, la pérdida de espacios y de sus derechos más básicos, con las consecuencias privadas de la proscripción, donde probablemente esté el punto más alto de todo el conjunto.
En efecto, a pocas semana del fatídico enero de 1933 Eldorado cerró sus puertas para siempre, dejando a sus parroquianos y a sus historias en una orfandad que el documental captura particularmente bien. Para ello se vale de la historia de otro personaje, Walter Arnen, quien actualmente vive en California, y cuya juventud vienesa estuvo marcada por una historia de amor por un joven húngaro a quien llamaba Lumpi, judío como él.
Si la primera mitad consistió en nuestros personajes nadando como peces en la pecera de Eldorado, la segunda mitad los convierte en objeto de una debacle y de una diáspora que se narra desde lo personal y desde lo público.
El documental es sumamente prolijo en hilvanar las consecuencias públicas del gobierno nazi, la pérdida de espacios y de sus derechos más básicos, con las consecuencias privadas de la proscripción, donde probablemente esté el punto más alto de todo el conjunto.
Separaciones definitivas, desgarros de diverso tipo, caídas en desgracia de personajes protegidos por el régimen (como Röhm y von Cramm), abandonos silentes y manchados por la mala conciencia y sobre todo, una tristeza que parece infinita e imborrable, incluso cuando la pesadilla súbitamente terminó dejando a los sobrevivientes en una aparente libertad rodeada de ruinas.
Y sí, aparente, porque el documental además revela que la legislación nazi respecto de la comunidad LGBTIQ+ no cambió sustantivamente en ninguna de las dos variantes de Alemania que se configuraron en la posguerra lo que vuelve aún todo más desolador.
Uno de los historiadores consultados concluye que la comunidad que se movió en torno a Eldorado y los demás clubes afines en Berlín simplemente desapareció, y que no hay ninguna continuidad entre esa comunidad y la pujante escena queer que se está desarrollando en la capital alemana.
Más allá de su interés histórico, su pericia narrativa y su contundente dosis de drama y finalmente de tragedia, este documental se ajusta como un guante a la oleada ultraderechista actual y a lo frágiles que se sienten los escasos derechos conquistados por las disidencias sexuales.
En esa reflexión, Eldorado se despide con las fotografías policiacas a color de algunos detenidos por los nazis por pertenecer a esta comunidad, como las últimas huellas de quienes fueron, efectivamente, tragados por la historia.
Acerca de…
Título original: Eldorado - Alles, was die Nazis hassen
Nacionalidad: Alemania
Dirigido por: Benjamin Cantu y Matt Lambert
Duración: 92 minutos
Se puede ver en: Netflix
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