Hijos y Madres del Silencio

Valerie y John Werner viajaron a Chile en 1987 para adoptar a Andy, un niño supuestamente sano de dos meses. Al año supieron que sufría de parálisis cerebral y un extraño e intratable tipo de epilepsia. Tuvieron que pasar 30 años para llegar a la verdad detrás de la adopción: la madre biológica de Andy fue forzada a entregarlo. Interferencia vuelve a publicar esta entrevista de 2022 a propósito de lo ocurrido el pasado 18 de febrero, donde diferentes familias se reunieron con sus hijos, quienes fueron enviados al extranjero para ser adoptados irregularmente durante la dictadura militar.

Hijos y Madres del Silencio, colectivo responsable de casi 300 reencuentros entre adoptados y sus familias biológicas chilenas, viajó a Ginebra para presentar ante Naciones Unidas. Esto se da luego que el ministro Balmaceda, quien lleva la causa por adopciones ilegales, provocara escepticismo en víctimas al asegurar que estos casos no tienen que ver con la dictadura.

Marisol Rodríguez, presidenta de Hijos y Madres del Silencio –agrupación que ha logrado ya casi 300 reencuentros– explicó por qué pidieron al presidente Gabriel Boric la salida de Susana Herrera, hoy también cuestionada por solicitar fondos al Gobierno Regional del Bío Bío: “no sabemos si va a cumplir con protocolos de búsqueda”, puesto que su madre, asistente social, participó en “cientos de adopciones” irregulares.

En 2001, la monja Gertrudis Kuijpers reunió a Mirjam Welink con su hermano biológico chileno, Jorge Yáñez. Confiaron en su palabra y los documentos que exhibía, estableciendo una relación de hermandad. Dos décadas después, una prueba de ADN reveló que todo era un fraude. Hoy, Mirjam busca tanto sus raíces como justicia por lo que le hicieron.

Dos reportajes del diario holandés Algemeen Dagblad informan sobre el papel que desempeñó la religiosa Sor Gertrudis en un esquema de adopciones ilegales, una investigación penal en Chile sobre unos 20.000 niños robados y adoptados ilegalmente durante la dictadura de Pinochet.

María Diemar ha sostenido reuniones con autoridades del Ministerio de Justicia, Cancillería, Congreso, INDH, Conadi y, próximamente, con Minsal. En conversación con INTERFERENCIA y a un día del 3er Congreso de niños chilenos adoptados ilegalmente, Diemar repasó su agenda y criticó que en Suecia aún pongan en duda casos como el suyo.

La fiscalía nacional sueca consideró prescritas denuncias por adopciones ilegales al haber ocurrido hace más de 25 años, descartando también violación de derecho internacional al interpretar que sólo existió conflicto armado en Chile en 1973. El Congreso de ese país inició una comisión investigadora paralela, pero víctimas desconfían de la profundidad de las pesquisas.

Miembros de Hijos y Madres del Silencio –agrupación dedicada a investigar y reencontrar familias chilenas separadas forzosamente–, el diputado Barrera (PC) y un detective de la Brigada de derechos humanos de la PDI serán recibidos por diputados y autoridades en el marco de una investigación de tres años ordenada por Suecia para esclarecer irregularidades y crímenes.

Valerie y John Werner viajaron a Chile en 1987 para adoptar a Andy, un niño supuestamente sano de dos meses. Al año supieron que sufría de parálisis cerebral y un extraño e intratable tipo de epilepsia. Tuvieron que pasar 30 años para llegar a la verdad detrás de la adopción: la madre biológica de Andy fue forzada a entregarlo.

En diciembre, el secretario de Estado de Infancia francés anunció una comisión investigadora por irregularidades en adopciones internacionales entre 1973 y 2006; incluyendo a Chile. INTERFERENCIA conoció la historia de Johanna, robada de su madre chilena en dictadura a los 5 años y entregada a una pareja francesa con la que nunca tuvo buena relación.

Aunque el informe se centra en niños adoptados desde otros países del mundo, éste menciona graves irregularidades en Chile, incluyendo testimonios de miembros de la organización Chilean Adoptees Worldwide. A los hallazgos se suma la “identificación ocasional” de tráfico de menores chilenos, adulteración de documentos, fraude y corrupción.

Tras ser adoptada por una pareja alemana a los pocos meses de vida, a los 16 años viajó por primera vez a Chile junto a sus padres. No sabía castellano, ni mapuzugun. Después de una segunda estadía, ya no quería regresar por el racismo que percibió en nuestro país. Finalmente volvió y vive actualmente en Wallmapu. Su historia no es excepcional: durante la dictadura militar cerca de 20.000 niños fueron adoptados por parejas extranjeras, y se estima que al menos 8.000 de estos casos podrían ser ilegales. Este es su testimonio, que se basa en conversaciones con nuestra periodista.