Desde el inicio, Valerie y John Werner supieron que adoptar a Andy sería una tarea desafiante. Los cinco primeros días en casa de los Werner en Delaware, Estados Unidos, el niño de dos meses no dejó de llorar. Los papeles del niño, enviados desde Chile, su país de origen, indicaban que estaba sano. Corría el año 1987 cuando comenzaron a sospechar.
Un año después entendieron que el llanto y las constantes visitas al hospital se debían a algo más que un periodo de adaptación a su nueva familia: Andy sufría de parálisis cerebral, además de un extraño e intratable tipo de epilepsia. Tendrían que pasar 30 años más para que se enteraran de la verdad completa.
En enero de 2021, la familia Werner supo, en voz de la madre biológica de Andy, que el niño que adoptaron en 1987 –ahora un adulto de 34 años– había sido entregado bajo presión; siendo parte de una aceitada y lucrativa maquinaria de negocios adoptivos que operó en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet.
Los Werner en Chile la semana que adoptaron a Andy. Créditos: V. Werner

Madres vulnerables eran forzadas por una agencia privada a dar a sus hijos en adopción para ser enviados al extranjero, existiendo incluso casos en que los niños eran derechamente robados.
Madres vulnerables eran forzadas por una agencia privada a dar a sus hijos en adopción para ser enviados al extranjero, existiendo incluso casos en que los niños eran derechamente robados. En ocasiones, como reveló Chilevisión, se le decía a los padres que el niño había fallecido durante el parto cuando en realidad se encontraban sanos, listos para ser enviados por importantes sumas de dinero al exterior que luego eran repartidos entre los distintos actores detrás de la red de adopciones.
Al menos en un país, el provecho no fue sólo monetario: la dictadura sacó réditos diplomáticos de las adopciones de niños chilenos a Suecia, donde el régimen de Pinochet, apoyado por políticos nazistas del país nórdico, hacía llegar información positiva de Chile junto con los menores adoptados, buscando así influir en la opinión pública sueca. Se calcula que al menos 1.700 niños chilenos formaron parte de la operación. (Revise acá el artículo de INTERFERENCIA al respecto).
Valerie Werner es la voz de su hijo, quien no puede comunicarse debido a su condición médica. Y Valerie, después de 30 años dedicada junto a su esposo a cuidar de Andy, no piensa claudicar hasta saber toda la verdad. “¿Cómo llegó la American Adoption Agency, la institución que gestionó la adopción de Andy en EE. UU., a asociarse con esta gente en Chile?”, se cuestiona la madre estadounidense.
El caso de Werner levanta sospechas en Estados Unidos, un país más dentro de la red internacional de adopciones ilegales levantada en tiempos de la dictadura de Pinochet. Desde el 2018 se investigan en Chile, tarea iniciada por el juez Mario Carroza y que ahora recae en el ministro Jaime Balmaceda. Más de 20 mil adopciones al extranjero se encuentran bajo la lupa desde aquella fecha.
En el plano internacional, además del caso sueco y lo ocurrido –al menos– con Andy en Estados Unidos, Holanda definió como “estructural” el robo de niños chilenos para ser enviados a aquel país; mientras que Dinamarca determinó posibles ilegalidades en 111 casos de adoptados provenientes de Chile.
En el plano internacional, además del caso sueco y lo ocurrido –al menos– con Andy en Estados Unidos, Holanda definió como “estructural” el robo de niños chilenos para ser enviados a aquel país; mientras que Dinamarca determinó posibles ilegalidades en 111 casos de adoptados provenientes de Chile.
Después de que se publicara a fines de enero la historia de cómo se gestó la adopción de Andy en Radio Bío Bío, Val Werner conversa con INTERFERENCIA para ahondar en los detalles detrás de la adopción ilegal de su hijo, los sacrificios que tuvieron que hacer para cuidarlo y la inspiración que ha significado Andy para la familia.
“Lo único que nos importaba era mantener a Andy con vida”: El hijo que cambió todo para los Werner
Con dedicación absoluta, la familia Werner cuida de Andy a tiempo completo desde hace más de tres décadas, con altos costos tanto monetarios como emocionales. "Toma cinco medicamentos tres veces al día, los que cuestan unos $19 mil dólares al mes. Sin embargo, aún sufre de episodios epilépticos", explica Valerie.
Producto del infrecuente tipo de epilepsia que sufre Andy, hace 15 años fue intervenido para insertarle un implante magnético en su pecho, llamado Vagus Nerve Stimulator, el cual, durante los episodios, hace contacto con un imán que frotan sus padres en su pecho para que el cerebro reciba el mensaje de detener el ataque. Cada tres años deben volver a operarlo para cambiar la batería del sistema. El plazo vence pronto, estando a la espera de un nuevo procedimiento.
Valerie Werner se toma un segundo antes de responder a la pregunta. “No, no tuvimos tiempo en ese minuto de pensar en contratar un abogado. Tampoco dinero. Estábamos concentrados en mantener a Andy vivo”, responde con algo de lamento. “De haber podido, de haber tenido tiempo entre el trabajo a tiempo completo, los constantes cuidados de Andy y las visitas al hospital, lo habríamos hecho”.
“No, no tuvimos tiempo en ese minuto de pensar en contratar un abogado. Tampoco dinero. Estábamos concentrados en mantener a Andy vivo”, responde con algo de lamento. “De haber podido, de haber tenido tiempo entre el trabajo a tiempo completo, los constantes cuidados de Andy y las visitas al hospital, lo habríamos hecho”.
Y es que la situación, por aquellos primeros años, no era nada de fácil para la familia. Valerie trabajaba como secretaria en la empresa de químicos Dupont, donde conoció a John, quien se desempeñaba en el departamento de computación. El primer año luego de la llegada de Andy, visitaron más de cien veces el hospital, y Dupont, un gigante de la industria, les hacía sentir la presión por ausentarse del trabajo.
“No les interesa. Ellos te quieren en tu mesa, haciendo tu trabajo, y si tienes un niño enfermo ese es tú problema. Pero no teníamos un soporte en nuestra familia, alguien que lo llevara al doctor”, explica.
A las presiones en el trabajo y las millonarias cuentas médicas que se acumulaban se sumó, durante los primeros meses después de adoptar a Andy, un incesante hostigamiento por parte de la agencia de adopciones norteamericana, American Adoption Agency, quienes llamaban sin parar con el objetivo de que finalizaran el papeleo de la adopción.
“Andy tuvo sarna y muchísimas complicaciones además de su condición. No era un niño sano, por lo que no podíamos hacer trámites más que mantenerlo con vida”, explica Val. Es en ese entonces que recurrieron a un senador del estado de Delaware, pidiéndole que intercediera para que la compañía no los llamara más. Treinta años después ese senador se transformaría en el 47° presidente de Estados Unidos. “Joe Biden logró que nos dejaran de llamar a toda hora”, asegura.
A pesar de las complicaciones, los Werner lograron conservar sus trabajos, pagar las cuentas y, en definitiva, mantener sano a Andy. “Éramos un buen equipo con mi esposo, pero fue muy duro para nuestro matrimonio. Y lo sigue siendo, después de 34 años. Andy siempre está con nosotros, no tenemos tiempo para estar solos y ser una pareja. Nadie puede venir a darnos un respiro de los cuidados. Lo hacemos todo, y esa ha sido nuestra historia durante las últimas tres décadas”, confiesa.
Y no es sólo la relación de pareja lo que cambió drásticamente en casa de los Werner: Laura, su otra hija de 8 años, no veía a sus padres, quienes obligados a cumplir con su trabajo y a visitar constantemente el hospital debían dejarla seguido en casa de los vecinos. “Fue muy difícil para ella, porque a los 8, 11 años, no entiendes lo que pasa. Tienes muchas emociones al respecto pero no sabes cómo verbalizarlo”, confiesa Valerie. Aquella situación no traería rencor para su hija.
Laura, ahora de 42 años, trabaja cuidando niños con necesidades especiales, profesión que eligió luego de una vida compartiendo con sus padres el cuidado de su hermano.
Laura, ahora de 42 años, trabaja cuidando niños con necesidades especiales, profesión que eligió luego de una vida compartiendo con sus padres el cuidado de su hermano. “Tiene un corazón de compasión, realmente lo ama muchísimo. Nunca pensé que eligiera esa carrera después de todo lo que vivió, pero se siente muy cómoda con niños como Andy. No los trata de forma diferente”, cuenta su madre.
Laura y Andy Werner

Treinta años de cuidados y sacrificios después, la revelación de que Andy había sido arrebatado de su madre golpeó a la familia. Y, contrario a la mayoría de los casos de adopciones ilegales de niños chilenos donde son los hijos adoptados quienes indagan en su historia pasada y descubren las ilegalidades, acá fueron los padres de Andy los que destaparon la verdad. Y fue por accidente.
Destapando por accidente una adopción forzada
“Necesitaba saber qué pasaba con mi hijo, y nada me iba a detener”. Valerie Werner recurrió a todas las personas posibles para saber por qué su hijo, nacido sano según la escasa documentación que tenían del parto en Chile, desarrolló una parálisis cerebral. “Nos dijeron que se pudo haber ahorcado durante el parto, ahogado en algún minuto después, se pudo haber caído y golpeado la cabeza… Pero no teníamos certeza de nada”, recuerda.
Es mediante esos esfuerzos que llega a contactar con la organización Nos Buscamos, especializada junto a otras como Hijos y madres del silencio y la internacional, Chilean Adoptees Worldwide (CAW), en investigar casos de separaciones forzosas de niños chilenos de sus madres y adopciones irregulares. Entre la Nos Buscamos e Hijos y madres del silencio ya suman más de 550 reencuentros, con CAW haciendo lo propio en el extranjero. Valerie necesitaba dar con la madre biológica para saber más sobre su hijo, sobre todo considerando que los doctores también le habían mencionado que los problemas médicos de su hijo podían ser hereditarios o asociados al periodo de gestación.
Nos Buscamos logró dar con la madre biológica de Andy, quien inicialmente no quiso ahondar en el tema. Tiempo después, en enero de 2021, sería la madre biológica quien contactaría a Nos Buscamos y, en definitiva, a los Werner. Tenía que hablar sobre algo importante.
“Cuando nos conocimos entendimos que ella no entregó a su hijo de forma voluntaria, sino que fue presionada”, explica, apuntando a Telma Uribe, la asistente social que enviaba a los niños al extranjero, como la responsable.
“Cuando nos conocimos entendimos que ella no entregó a su hijo de forma voluntaria, sino que fue presionada”, explica, apuntando a Telma Uribe, la asistente social que enviaba a los niños al extranjero, como la responsable. Le aseguró que nunca la dejaron ver a su hijo después de nacido, que no vivió mayores complicaciones durante el embarazo y que tuvo otros 6 hijos sanos.
Las sospechas de Valerie apuntan al hogar de acogida en que estuvo Andy luego de nacer. “En Chile visitamos el lugar, en un barrio muy pobre. Tenían a muchos niños en un departamento pequeño, en varias cunas. Las cuidadoras nos dijeron que les pagaban 1 dólar por niño cuidado”, recuerda Werner.
Cinco días después de conocer el hogar de acogida, los Werner recibieron de forma definitiva a su hijo, no sin que antes Telma Uribe les pidiera más dinero. “En ese momento, probablemente ya habíamos pagado unos US$ 15 mil por Andy”, a lo que se sumó la exigencia de 3 mil más en efectivo.
“Según Uribe, el dinero era necesario para costear una operación a la madre de Andy luego del parto”, indica, por lo que le pasaron el dinero y Uribe, a quien describe como vestida con joyas y abrigos, guardó los tres mil dólares en su bolsillo. La madre biológica se atendió en un hospital público, por lo que los Werner sospechan que ese dinero haya cumplido con el fin de pagar una operación.
A pesar de llegar a parte importante de la verdad detrás de la adopción de su hijo, Valerie Werner no está conforme. Aún no está todo claro. La American Adoption Agency fue comprada hace algunos años por la Barker Foundation, institución que ahora posee toda la documentación correspondiente a adopciones gestionadas por la agencia.
Valerie denuncia que desde Barker Foundation no están dispuestos a transparentar sus archivos.
Valerie denuncia que, a pesar de solicitar insistentemente por información sobre cómo llegó la agencia de adopciones de EE. UU. a relacionarse con Telma Uribe y su organización en dictadura, desde Barker Foundation no están dispuestos a transparentar sus archivos.
Comentarios
Eso no había sido en el
Esa mujer la Thelma Uribe
Quiero suscribirme
Si fue hace 30 años no sería
Los padres adoptivos de Andy,
De una falsedad total!
El niño debió haber nacido
Estos padres adoptivos
Si no fuera ñor los werner
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