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Jueves, 17 de Julio de 2025
Adopciones ilegales

Holandesa adoptada pagó por encontrar a su familia biológica chilena: 20 años después de que los ‘reencontraran’ descubrieron que todo era falso

Diego Ortiz

De fondo, Mirjam y su hermano de vida, Jorge. En la esquina, la monja Gertrudis

De fondo, Mirjam y su hermano de vida, Jorge. En la esquina, la monja Gertrudis
De fondo, Mirjam y su hermano de vida, Jorge. En la esquina, la monja Gertrudis

En 2001, la monja Gertrudis Kuijpers reunió a Mirjam Welink con su hermano biológico chileno, Jorge Yáñez. Confiaron en su palabra y los documentos que exhibía, estableciendo una relación de hermandad. Dos décadas después, una prueba de ADN reveló que todo era un fraude. Hoy, Mirjam busca tanto sus raíces como justicia por lo que le hicieron.

Mirjam Welink continúa buscando a su familia biológica. De acuerdo con sus documentos, habría nacido el 10 de mayo de 1972, pero no existe seguridad de aquello. Welink cree que podría haber nacido entre mayo y julio de aquel año. El 18 de octubre de 1972 dejó Chile. Cualquier información que pueda ser de utilidad para encontrar a familiares de Mirjam puede ser enviada a Chilean Adoptees Worldwide en el siguiente link

Jorge Yáñez la llama su hermana. Las hijas de Jorge le dicen ‘tía Miriam’. Para Mirjam Welink, nacida en Chile en 1972 y adoptada por una pareja holandesa a los 6 meses de vida, los Yáñez son su familia desde hace 20 años; tiempo que ha pasado desde que le contaron que era hermana de Jorge. Pero en 2021 descubrieron que fueron engañados: Gertrudis Kuijpers, una supuesta monja holandesa contratada por Mirjam en 1998 para que encontrara a sus padres biológicos, inventó todo.

Gertrudis estaría directamente implicada en su adopción hace más de 50 años, de la que sospecha graves irregularidades.

Una prueba de ADN reveló el fraude de Gertrudis, descartando el parentesco entre Welink y los Yáñez. Peor aún, documentación obtenida a través de los años por Mirjam probaría que Gertrudis Kuijpers no sólo le cobró por mentirle sobre sus raíces chilenas, sino que también estaría directamente implicada en su adopción hace más de 50 años, de la que sospecha graves irregularidades. Hasta el origen religioso de Gertrudis –quien se hace llamar ‘hermanita’– sería falso, según información reciente.  

Con emoción, Jorge Yáñez se desentiende de los resultados genéticos: “Ella siempre será mi hermana”.

A los 15 años tuvo que partir de su casa a trabajar al campo, momento en que le perdió la pista a la menor de sus hermanas, la cual fue dada en adopción en secreto. “Todo el tiempo quise saber dónde estaba”, recuerda. Por eso, cuando Gertrudis contactó a su familia a comienzos de 2001 para decirles que había encontrado a su familiar, Jorge supo que quería verla cuando antes.

Mirjam, trabajadora social en Países Bajos, viajó a Chile en marzo de aquel año y desde ahí que no perdieron contacto. Primero se escribían por correo postal y luego, con la masificación de internet, por email. Welink también realizó tres extensas visitas a su país de nacimiento en 2001, 2013 y 2018.

Mirjam y Jorge durante una de las visitas

Mirjam y Jorge durante una de las visitas
Mirjam y Jorge durante una de las visitas

Cuando los ‘reencontraron’ a comienzos de los 2000, poco se sabía sobre la ola de adopciones ilegales de niños chilenos durante la dictadura, que contó también con algunos casos irregulares antes del golpe militar de Pinochet. Actualmente, el Ministerio Público en Chile y múltiples entidades gubernamentales europeas investigan cerca de 20.000 adopciones de niños chilenos en el pasado. (Revise acá la cobertura de Interferencia de los múltiples casos de adopciones ilegales en dictadura).

Múltiples reportajes acerca del robo de niños chilenos entre el 70 y 90 alertaron a Mirjam sobre posibles irregularidades en su adopción, desencadenando una serie de hechos que la llevaron junto a los Yáñez a realizar la prueba de ADN.

Hoy, Mirjam busca justicia en la corte. Interpuso un recurso en contra de Kuijpers y busca que se le reintegre todo el dinero que gastó tanto en pagos a la supuesta monja como en viajes y diligencias organizadas por ella.

Mirjam Wellnik ha tenido una vida dura, pero no recuerda un día peor que ese. No encuentra la emoción precisa para describirlo, por eso recurre a una escena del momento en que supo que Jorge no era su hermano: “Lloré debajo de las sábanas sin parar. Me levantaba al baño sólo para vomitar”. Una vez logró reincorporarse, escribió a Gertrudis un correo escueto, informando el resultado de la prueba y pidiendo una explicación; sin emoción ni recriminación alguna con la esperanza de que le entregaran información. Jamás hubo respuesta.

Hoy, la trabajadora social busca justicia en la corte. Interpuso un recurso en contra de Kuijpers en Países Bajos y busca que se le reintegre todo el dinero que gastó tanto en pagos a la supuesta monja como en viajes y diligencias organizadas por ella. Pero el rol de Gertrudis en su vida no se limitó a un reencuentro fraudulento. Había más.

‘Sor’ Gertrudis y los niños robados

Dos reportajes recientes del medio neerlandés Algemeen Dagblad dan cuenta que Gertrudis Kuijpers, hoy de 89 años, habría orquestado la adopción de un centenar de niños chilenos. Incluso es acusada de engañar a las madres, diciéndoles que sus hijos nacían muertos para después enviarlos a Países Bajos. (Lea acá el artículo de Interferencia al respecto).

Gertrudis Kuijpers. Crédito: CAW

Gertrudis Kuijpers. Crédito: CAW
Gertrudis Kuijpers. Crédito: CAW

Denunciantes contactados para los reportajes afirman que las ganancias habrían llegado a los US$ 10 mil por niño. “La adopción empezó siendo una medida de protección de la infancia, pero desapareció en cuanto aparecieron los incentivos económicos", afirmó Alejandro Quezada, quien fue declarado como un “bebé fallecido” ante su familia biológica, para luego ser enviado a Europa.

Quezada, junto a otros adoptados desde Chile, formaron la ONG Chilean Adoptees Worldwide (CAW), cuyo objetivo es poner en contacto a niños secuestrados con sus familias biológicas en Chile. Organizaciones sin fines de lucro como ésta y las chilenas Hijos y Madres del Silencio y Nos Buscamos han sido las principales responsables de que familias se reencuentren con hijos dados en adopción de forma irregular.

Es precisamente en el sitio web de Chilean Adoptees Worldwide que surgieron nuevos antecedentes sobre la ‘monja’ holandesa. En diciembre del año pasado, una lectora de nombre Marina Van Dalen comentó un artículo de CAW, asegurando que “Gertrudis Kuijpers, o hermanita, como se hace llamar […] no es una monja y nunca lo ha sido”.

Según explica, Kuijpers trató entrar a la Congregación Missionary Sisters of our Lady of Africa, pero no la admitieron al evaluarla como “manipulativa y no muy honesta”. Cuenta que luego de eso viajó a Chile e inauguró un hogar de menores

Según explica, Kuijpers trató de entrar a la Congregación Missionary Sisters of our Lady of Africa, pero no la admitieron al evaluarla como “manipulativa y no muy honesta”. Cuenta que luego de eso viajó a Chile e inauguró un hogar de menores, con su hermana Bastiaanse abriendo por esa misma época una fundación en Países Bajos para “apoyar el hogar” de Gertrudis; generando dinero mediante la adopción de 100 niños entre los 70 y 80’s. (Lea acá el comentario en inglés en la nota de CAW).   

“Cuando a Gertrudis le preguntan por su religiosidad, ella muestra algún tipo de documento vago de las Carmelitas en Uruguay, que realmente no significa nada”, comenta. Además, Van Dalen asegura que esta supuesta monja, asustada por las distintas investigaciones en torno a las adopciones que gestionó, destruyó gran cantidad de documentación que mantenía consigo.

Fue la prensa y una serie de investigaciones judiciales las que levantaron sospechas en Mirjam sobre el rol de Kuijpers en su vida fuera del reencuentro falso con los Yáñez. Una confesión de su madre adoptiva, Berta, en su lecho de muerte, y la posterior revisión de cartas de Berta en la época en que la sacaron de Chile, le trajeron la certeza: Gertrudis Kuijpers participó de su adopción, entregándola a una pareja no apta para la crianza y destinándola a una infancia traumática.

Una adopción que no debería haber ocurrido

Los padres adoptivos de Mirjam Welink no deberían haber tenido hijos. “Mis padres trataron de adoptar en Países Bajos por 12 años, pero no podían. No los dejaban porque eran muy viejos. Y violentos…”.

El padre de Mirjam, según relata, se encontraba traumatizado después de servir como soldado en Indonesia. Cuando niña se obligaba a permanecer siempre en su pieza para no encontrárselo en casa. Miriam recuerda que en una ocasión estuvo 3 semanas sin poder sentarse después de recibir una golpiza por parte del exsoldado.

A la violencia física se sumaba la psicológica. “Siempre me dijeron que yo no cumplía sus expectativas. Incluso a los 6 años quisieron regalarme”, circunstancias que superó mediante terapia psicológica desde niña.

A la violencia física se sumaba la psicológica.

“Siempre me dijeron que yo no cumplía sus expectativas. Incluso a los 6 años quisieron regalarme”, circunstancias que superó mediante terapia psicológica desde niña. Criterios como la edad de los padres y su nula estabilidad emocional no eran relevantes para quienes tramitaron su adopción.

Empujada por la oscura relación con su familia adoptiva y al desarraigo que sentía al verse diferente a sus padres e incluso a otros niños, Mirjam comenzó a indagar en sus raíces. Tenía 13 años cuando comenzó a investigar su pasado. Sus padres le contaron que tenía una especie de ‘abuela’ en Chile, especificando luego que se trataba más bien de una cuidadora que se hizo cargo de ella durante sus primeros 6 meses en Chile.

Mirjam en Chile, antes de ser adoptada en Países Bajos

Mirjam en Chile, antes de ser adoptada en Países Bajos
Mirjam en Chile, antes de ser adoptada en Países Bajos

Berta, la madre adoptiva, puso a Mirjam en contacto con esta ‘abuela’, quien cortó relación de inmediato con Welink,  acusando que si hablaban más “podía ir a la cárcel”, según recuerda. No sabría más de la ‘abuela’ hasta su adultez.

Sus esfuerzos infructuosos la llevaron a contactar a Servicios Sociales Internacionales cuando ya tenía 20 años. Dicha entidad, de acuerdo con Mirjam, la contactó con la Cruz Roja, quienes después de un tiempo serían los responsables de hacerla llegar a dos monjas que trabajaban en el área de adopciones: Gertrudis y Bastiaanse Kuijpers.

En 1998, Mirjam relata que pagó a Gertrudis 400 euros –monto considerable por aquella época– para que localizara a su familia, gestión que terminó en el fraude con la familia Yáñez.

El momento en que conoció a Jorge Yáñez y sus hijas lo describe como “un cálido baño de amor”.

El momento en que conoció a Jorge Yáñez y sus hijas lo describe como “un cálido baño de amor”. Mirjam Welink se sentía, al fin, “en familia”. Jorge la acompañó a recorrer los campos donde vive y trabaja y, a pesar de no hablar el mismo idioma, recuerda que caminaban "juntos de la mano”.

Yáñez recuerda el primer encuentro con nostalgia: “hicimos una fiesta, con una mesa grande donde cabían todos… Era como si nos conociéramos hace años”. La relación jamás se quebró y se fue fortaleciendo durante los años, con correspondencia constante y dos visitas más de Mirjam a los Yáñez.

La carta y la verdad (o, al menos, una parte de ella)

Después de su último viaje a Chile, la madre de Mirjam enfermó. Antes de morir, le confesó ser “una mala madre”. Le dijo que tenía familia en Chile, pero que no eran los Yáñez. Perpleja, las dudas de Mirjam crecieron, pero no encontraban respuesta. Gertrudis, consultada al respecto, tampoco respondía. Corría el año 2020.

Meses después del fallecimiento de Berta y mientras ordenaban la casa de su madre adoptiva para ponerla en venta, Mirjam encontró una caja con cartas y, consigo, algunas respuestas. Una carta enviada a su madre por su cuidadora –la ‘abuela’, como la llamaban sus padres– reveló que ésta conocía a la ‘hermanita’ Kuijpers. “Se llamaba Gerti, y aseguraba conocer a una monja holandesa de nombre Gertrudis que podía conseguirle un niño”, explica.

Ni Jorge Yáñez ni Mirjam Welink saben por qué Gertrudis habría inventado algo así. Ahí, las certezas se acaban. Sólo quedan teorías que sólo la misma supuesta monja podría confirmar.

Ante la revelación, Mirjam tomó contacto con el equipo de CAW, quienes conscientes del rol de Gertrudis en las adopciones irregulares de niños chilenos en Holanda, le sugirieron realizarse la prueba de ADN; revelándose el engaño de Gertrudis. 

Ni Jorge Yáñez ni Mirjam Welink saben por qué Gertrudis habría inventado algo así. Ahí, las certezas se acaban. Sólo quedan teorías, y es la misma supuesta monja la única que las podría confirmar.

“Necesito justicia”, clama Mirjam, a la vez ‘la Miriam’ de Jorge y la ‘tía Míriam’ de Katty y Viviana, las hijas de Yáñez. “No quiero que la metan presa, tampoco creo que eso pase”, confiesa. “Pero sí necesito escuchar al juez y que digan que es culpable de todo lo que me hizo”.

Jorge Yáñez coincide: “ojalá que pase algo, que pague ella lo que hizo. Y no con nosotros no más, hay mucha gente a la que engañó. Jugó con los sentimientos de las personas”.



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Triste historia 😢 y lo peor es que nunca se sabrá la verdad, demasiada gente implicada no hablara jamás y otros están muertos.

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