Un nuevo episodio de adopciones ilegales ocurridas durante la dictadura chilena (ver especial de INTERFERENCIA al respecto) tiene en la mira a una monja holandesa de 89 años conocida como Sor Gertrudis, quien consiguió que al menos un centenar de niños chilenos fueran adoptados en Holanda y ahora se la acusa de prácticas malintencionadas.
Así lo informa en dos recientes reportajes el medio Algemeen Dagblad (AD), quien conversó con distintas víctimas de tráfico de niños y organizaciones asociadas. Entre ellas, un supuesto “bebe fallecido”, identificado como Alejandro Quezada, residente cerca de Ámsterdam y fundador de la organización internacional Chilean Adoptees Worldwide (CAW), dedicada a poner en contacto a niños secuestrados con sus familias de origen.
Por ello, el medio holandés explica cómo desde mayo de 2019, la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), dirigida por dos jueces, investiga, según sus propias estimaciones, más de 20.000 bebés robados durante la dictadura de Pinochet (1973-1990). “Se han recibido al menos 603 denuncias de secuestro, robo de bebés y adopción ilegal, según los medios de comunicación chilenos. La investigación apunta a decenas de jueces, hogares infantiles, hospitales, médicos, comadronas, funcionarios, iglesias y trabajadores sociales”, consignan.
En ese contexto es que la “hermana Gertrudis” habría desarrollado su política de adopción de niños, según su versión -recogida por el medio- bajo la excusa de darle un nuevo hogar a “niños abandonados”. Los denunciantes, por su parte, afirman que durante este período, los traficantes explotaron principalmente a la población rural indígena pobre del sur y se calcula que las ganancias habrían llegado a 10.000 dólares por niño. “La adopción empezó siendo una medida de protección de la infancia, pero desapareció en cuanto aparecieron los incentivos económicos", afirmó Quezada.
Modus operandi
Según describe el reportaje, Gertrudis gestionó la primera adopción en 1974, mientras trabajaba en el hogar infantil Regazo. Fueron el hijo y la hija de una madre que se encontraba moribunda en una barriada de Santiago y habría firmado un documento ante un juez con su huella dactilar, puesto que ya no podía ver ni escribir.
Así se describe que los primeros padres adoptivos, no por casualidad, fueron su propia hermana Miep y su cuñado, que llevaban 10 años intentando en vano tener hijos.
Los denunciantes, los traficantes de menores explotaron principalmente a la población rural indígena pobre del sur y se calcula que las ganancias habrían llegado a 10.000 dólares por niño.
"Me dijeron: 'Si tienes dos hijos en Regazo, puedes decir que queremos ser padres para ellos'. Cuando se lo dije a la madre chilena, me dijo: 'Entonces quiero que mis hijos vayan con tu hermana y tu cuñado', describió la religiosa al periódico.
Así, aprovechando que Chile aún no disponía de una ley de adopción y en medio del régimen impuesto por la dictadura militar del general Augusto Pinochet, la monja tramita los papeles a través de un juez chileno y lleva a los dos niños a Holanda en agosto de 1974, empezando de esa forma el trabajo de adopción.
“Encontrar padres para niños que habían sido abandonados. Durante la época de Pinochet, estaba ocupado con niños abandonados a los que yo permitía llegar a Holanda con permiso del juez”, sostiene la religiosa.
Para entonces, la monja holandesa llevaba unos años trabajando en el hogar infantil Regazo, donde se ocupaba de unos 180 niños “abandonados”. Antes de ello, había tenido una aventura infructuosa como maestra en Tanzania y renunciado a la Congregación de las Hermanas Blancas, tras lo cual la monja nacida en La Haya se fue a Chile por consejo de un fraile.
En 1971, embarcó en un carguero peruano en el puerto de Rotterdam con una mesa y una silla plegables y un libro de texto de español. “'No sabía nada de Chile y no me sobraba ni un centavo”, manifestó al diario.
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La monja ingresó en las Hermanas de la Caridad de Santiago y comenzó su labor en Regazo. Con un Messerschmitt, un coche que compró por 17 dólares, la monja fue de un lado a otro. El hogar salió a flote en gran medida gracias a las donaciones de los Países Bajos. En 1974, Mia Smelt organizó una campaña en su popular programa de radio "Moeders wil is wet" para recaudar 26.000 florines para un nuevo cuartel en Regazo.
El medio describe que cuando la hermana Gertrudis trajo a los primeros niños adoptados a los Países Bajos en 1974, recibió una llamada de la Oficina de Adopción Internacional (BIA), precursora de “Wereldkinderen”.
Ella afirma que se le consultó si podía ocuparse de los niños chilenos adoptados porque la demanda era muy alta. “Esa no era mi intención en absoluto”, dice la propia monja. “Quería asegurarme de que los niños se quedaran en Chile con la madre'”.
Sin embargo, en su opinión, la adopción es a veces necesaria. “Hay ‘niños desechables’ a los que un juez coloca en un hogar porque no tienen a nadie”, sostiene. Para ellos, la monja tramita adopciones a Holanda en colaboración con jueces chilenos y el BIA.
Así, Gertrudis viajó regularmente a Valdivia, para recoger niños para adopciones. “A veces el juez me pedía que viniera. Tenía algunos niños a los que quería encontrar familias. Dije: 'Vamos a intentarlo, porque hay niños abandonados a los que les gustaría tener un padre y una madre”.
Así, la hermana Gertrudis llevaba a los niños a su casa de Santiago. En Las Palmas, se alojaban en una cabaña independiente. Cuando tenía posibles hijos adoptivos, avisaba a su hermana Miep en Holanda. Entonces llamaba a la puerta del BIA, que vería si hay coincidencia con los futuros padres adoptivos. Una vez hecho esto, la monja se encargaba de los trámites en Chile.
Valdivia se encuentra en la región donde se robaron muchos bebés de los hospitales en las décadas de 1970 y 1980, según la policía y expertos chilenos. Así, los recién nacidos eran declarados muertos y dados en adopción. Esto le ocurrió a Alejandro Quezada, fundador de CAW. Al parecer, la monja holandesa se lo arrebató a su madre en el hospital a finales de la década de 1970 y lo adoptó en los Países Bajos.
Víctimas contradicen dichos de Gertrudis
Sin embargo, pese a la versión de la religiosa, los denunciantes afirman que la holandesa no es ajena al modelo de sustracción de menores que se desarrolló durante la dictadura militar.
Al respecto, la historiadora chilena Karen Alfaro, en su investigación sobre las adopciones ilegales, se topó con documentación y testimonios de víctimas, en los que Sor Gertrudis estaba directamente implicada.
“Trabajó con un gran número de asistentes sociales en el sur de Chile y dirigió el reclutamiento de niños pobres de los pueblos”, afirma Alfaro.
Valdivia se encuentra en la región donde se robaron muchos bebés de los hospitales en las décadas de 1970 y 1980, según la policía y expertos chilenos.
“Aunque su labor era de carácter humanitario, varias de las adopciones que organizó tienen el carácter de adopciones forzosas. Se engañaba a las madres, se les decía que sus hijos habían nacido muertos o se les obligaba a dar a luz en guarderías”, dijo al medio neerlandés.
El periódico informa que las organizaciones de defensa chilenas que intentan reunir a madres y adoptados confirman las sospechas. Entre los quinientos expedientes de la organización Hijos y Madres del Silencio se encuentran también casos holandeses de Sor Gertrudis.
“Uno de los casos ya se ha resuelto, pero también tenemos algunos sin resolver'', declaró Ana María Olivares, de esa organización. ''La conocemos y sabemos lo que hizo. Incluso ha sido interrogada por el juez que investiga las adopciones ilegales''.
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Nos Buscamos también tiene informes sobre la hermana holandesa. “Dice que no hizo nada, pero miente en todo", afirma Constanza del Río, de la organización. “Dijo a los adoptados que buscó a la madre pero no la encontró. O que la madre no quería saber nada de ellos''.
Durante la investigación sobre adopciones internacionales encargada por el gabinete, Adoptados Chilenos en el Mundo denunció las sospechas contra la monja al Ministerio de Seguridad y Justicia. Se le ha pedido que se incaute de los archivos de Las Palmas.
El periódico informa que las organizaciones de defensa chilenas que intentan reunir a madres y adoptados confirman las sospechas. Entre los quinientos expedientes de la organización Hijos y Madres del Silencio se encuentran también casos holandeses de Sor Gertrudis.
Alejandro Quezada ha presentado cargos contra ella en el marco de una investigación penal en Chile sobre unos 20.000 niños robados y adoptados ilegalmente durante la dictadura militar. “Esto sienta a la aclamada monja en el banquillo de los acusados casi 50 años después de llegar a Chile. Jura que todas las adopciones fueron legales y con el consentimiento de las madres y los jueces”, apunta el periódico.
En 2014, la hermana Gertrudis se enfrentó a las acusaciones en la televisión chilena. Cinco años más tarde, fue escuchada por el juez de instrucción durante una visita a Chile. También se enfrentó a tres madres enfadadas que habían presentado denuncias contra ella.
A la religiosa no se le permite salir del país en el que se encuentra. Si se levanta esa restricción, volará de vuelta a los Países Bajos. Ahora vive en un convento de cuidados de Brabante, en Bélgica. “Independientemente de que algunos adoptados se sientan resentidos conmigo por frustración, yo no tengo nada que ver con eso. He terminado con eso”, dijo al medio holandés.
Según el reportaje, ni la PDI ni la justicia chilena han querido referirse sobre las sospechas contra Sor Gertrudis. Así, a los denunciantes se les ha informado que la investigación está en fase de "sumario" y que no pueden decir nada sobre el contenido y la identidad de víctimas, testigos y sospechosos.
Comentarios
Es muy difícil comprender
¿Por qué razón Interferencia
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