Nicolás Monckeberg

Por ahora la batalla mediática en torno a la reforma previsional parece estar igualada por el inusual despliegue de los ministros involucrados. En el lado de los detractores, la prensa tradicional ha camuflado sus históricos vínculos contractuales con las AFP, actuando nuevamente como una silenciosa parte interesada.

La reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales acaba de pasar con éxito el primer filtro legislativo, y -dada su popularidad, según distintas mediciones de opinión- es difícil que la oposición se reste de la iniciativa en la Sala e incluso en el Senado. Ante ese escenario, al gobierno solo le quedarían las impopulares medidas de usar el Tribunal Constitucional o -en extremo- el veto presidencial.

Un proyecto de ley del gobierno modifica las bases del Sence, favoreciendo potencialmente a las grandes compañías, dejando el lucrativo negocio de las capacitaciones en manos de la Cámara Chilena de la Construcción y de la Sofofa, pese a lo que sostiene el ministro.

La anulación del nombramiento de un candidato con antecedentes por conducción en estado de ebriedad, hace que Jesús Osses, siga en carrera.

Ministros del Trabajo y Transportes, mandatados por el propio Piñera, tuvieron que actuar después de 32 días de paro portuario que, hasta la fecha, arroja pérdidas que superan los US$4,2 millones, además de una fuerte represión policial.

INTERFERENCIA tuvo acceso a un chat de trabajadores del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence) en la Araucanía, en el que, al día siguiente del asesinato, se habla del comunero como un beneficiario de un programa de ese organismo, versión muy distinta a la que echaron a correr diversas autoridades del Ejecutivo tras el crimen.

La reforma propuesta por Piñera no solo acaba con cualquier indicio de ahorro colectivo, sino que también desoye ideas que vienen del propio gremio de las AFP.

El gobierno ha ingresado al Congreso varias iniciativas legales que pretenden flexibilizar la jornada laboral para ajustarse a los tiempos actuales. El peligro es que la histórica jornada de 8 horas diarias se convierta en un infierno de 12 o más horas de todos los días.

Nicolás Monckeberg convocó una comisión “transversal de expertos” para encontrar puntos en común, antes de entrar a negociar los conflictivos. Los grandes ausentes: los trabajadores.