Volodímir Zelenski

Este martes se llevarán a cabo las elecciones en Estados Unidos y el escenario se encuentra abierto para Kamala Harris o Donald Trump. La votación produce expectación mundial, más allá de la disputa interna, por las consecuencias geopolíticas que la victoria de uno o de otro produzcan en el tablero mundial.

Los iraníes no pueden quedarse de brazos cruzados ante el ataque contra sus aliados, pero tampoco es claro que le convenga entrar en el juego de escalamiento al que está apostando el premier israelí, Benjamin Netanyahu. El desafío de Irán es entonces encontrar una respuesta lo suficientemente creíble de su poder, capaz de hacer daño real a Israel, sin provocar una guerra directa.

Una de las primeras dificultades que enfrentará el nuevo inquilino de la Casa Rosada es la gobernabilidad en el Congreso: la derecha no tiene mayoría y está fragmentada. Además, el líder de La Libertad Avanza tendrá que lidiar con la paciencia de la ciudadanía, pues el shock económico que planea no tendrá resultados en el corto plazo e impactará rápidamente en el bolsillo de los argentinos.

Más de un mes después de la revuelta de Wagner y del inicio de la contraofensiva ucraniana, la situación parece más favorable al Kremlin que los vaticinios occidentales de entonces.

Mientras el presidente Volodímir Zelenski está fuera de Ucrania en búsqueda de apoyo para su contraofensiva, Yevgueni Prigozhin, jefe militar y dueño de la unidad de asalto privada rusa PMC Wagner, anunció la toma de Bajmut, una zona de conflicto que según la propaganda ucraniana habría propinado bajas estratégicas a Rusia durante los últimos 10 meses.

El ataque, en la víspera de la celebración del Día de la Victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, parace ser producto de los servicios de inteligencia ucranianos, aunque Ucrania y Estados Unidos lo niegan.

La Batalla de Bajmut no ha terminado, en la misma medida en que la contraofensiva ucraniana tampoco ha empezado. Pero, en ese limbo, ambos eventos de la guerra parecen convertirse en hitos militares que podrían ser definitorios.

Tras un segundo encuentro entre Boric y Zelenski, el mandatario chileno ofreció nuevamente ayuda una vez finalizada la guerra, pero no hay planes de Chile para entrar al conflicto aportando armas.