Columna de Ojo del Medio

Con el caso Democracia Viva como fondo, una serie de noticias se sucede hora tras hora: la renuncia de Patricio Fernández, las respuestas de Marcel a sus detractores en los medios, el empresariado que reaparece en forma de iniciativa ciudadana para la nueva Constitución y los milicoleaks. A continuación, algunas pistas para tratar de entender qué ocurre.

Detrás de las válidas aprensiones hacia la Comisión parecen esconderse en parte miedos atávicos hacia cualquier instancia que huela a regulación de espacios que acomodan mucho a unos pocos. Seguir escondiendo la cabeza bajo la tierra es peligroso cuando se trata de temas tan trascendentes como la alfabetización digital y la desinformación en espacios digitales.

El consumidor de medios del país se ha acostumbrado con el tiempo a un periodismo de filtraciones y operaciones interesadas, que benefician a determinados sectores políticos, de la misma manera que perjudican a otros con influencias más acotadas. En esa red de poder e influencia, el poder judicial y los jueces juegan un rol importante.

A pocas semanas del aniversario número 50 del golpe de estado de 1973, el consejero constitucional del Partido Republicano, Luis Silva Irarrázaval, reconoció admirar a Augusto Pinochet e invitó a no juzgarlo solo por las graves violaciones a los derechos humanos. En la misma semana, una encuesta publicó resultados que hacen pensar que el pinochetismo está en su punto más alto en muchos años.

¿Hasta qué punto tiene razón Elisa Loncon cuando señala que la petición de información emanada originalmente desde El Mercurio tiene componentes racistas o de clase? ¿Tienen un punto quienes cuestionaron el famoso tuit de Gabriel Boric y le recordaron que debe ser particularmente cuidadoso al señalar a un medio de comunicación?

Los intereses de las AFP e isapres están repartidos entre políticos, medios de comunicación y tomadores de decisión, se trata de los dos sectores en los que menos confía la ciudadanía y en ambas industrias resulta imposible –o al menos muy difícil– saber quién se esconde realmente detrás de las máscaras que llevan sus más acérrimos defensores.

Las elecciones del pasado 7 de mayo que dejaron a la derecha y ultraderecha al mando del nuevo proceso constituyente se convirtieron en un mazazo para quienes aspiraban a cambiar la Constitución de Pinochet desde corrientes progresistas o moderadas.

La reaparición del piñerismo en el nuevo proceso constituyente no es producto del azar. Tampoco es cuestión de azar que sus exasesores y ministros vuelvan a gozar de la generosa vitrina de nuestra prensa para defender el legado de sus dos gobiernos con mirada crítica sobre otros.

Los titulares dan luces de la orientación que tiene un artículo y, más aún, de la línea editorial del medio. ¿Qué nos dicen los titulares de la prensa chilena sobre los medios donde son publicados? A continuación, en un ejercicio de ficción periodística, redactamos titulares alternativos que le hacen más justicia al contenido del texto.

¿Será este sopor que vivimos de cara a la elección del 7 de mayo el gran aliado de quienes no quieren cambios verdaderos y están dispuestos a empujar cualquier iniciativa que se diferencie de la Convención pasada? Para los medios, ha sido un factor común no cubrir la actual comisión de expertos con la misma vara que la convención anterior.

Estamos en periodo fértil para las comunicaciones corporativas, cuando las empresas rinden sus cuentas a los accionistas y a la comunidad, pero los diarios de la plaza parecen reproducirlas sin ningún tipo de filtro ni mirada mínimamente crítica.

La ley Gatillo fácil tiene muchos padres, pero sería injusto obviar el rol del teclado fácil, que durante años ha allanado el camino. Los medios tradicionales que hoy se oponen al populismo penal tienen tejado de vidrio, ya que durante años vienen incentivando esa sensación de inseguridad que hoy no conoce límites

Poco se habla de medios en los medios, pues la conversación tiende a recaer sobre el rol de la prensa conservadora y su postura, ya sea como defensora del statu quo o como relatora objetiva de la realidad. Cada vez que esto ocurre el listado de contradicciones y verdades incómodas parece aumentar. Para qué comprarse ese espejo al que les cuesta tanto mirar.

Guante blanco para unos; guantes de boxeo para otros. Si bien no se puede exculpar a los ediles por sus faltas ni criticar a los medios por fiscalizar, lo cierto es que la prensa tiene a sus favoritos, marcando pautas disímiles que dejan entrever cómo las políticas editoriales de ciertos medios se cuelan de manera indebida en sus coberturas.

La prensa se nutre del cambio, pero en sus posturas dan a entender que más que vender ejemplares su motivación principal es actuar como diques de contención ante cualquier movimiento que pueda afectar los intereses de sus dueños y principales auspiciadores.

Lejos de cualquier teoría conspirativa, recordar la cobertura de los incendios de 2017 -en año electoral y con un gobierno del mismo signo que hoy- deja claro que cuando los bosques del sur se queman hay poderosos actores que tienen mucho que ganar y otros mucho que perder.

Hace unos días se publicó un esperado informe sobre medios en que trabajaron varias universidades y actores de la industria. Enfocado en dar recomendaciones para mejorar las condiciones del ejercicio de la libertad de expresión, el documento fue duramente criticado por El Mercurio y la Asociación Nacional de la Prensa, automarginados del proceso y temerosos de una nueva regulación medial.

¿Cómo es que una de las noticias más anheladas por la ciudadanía, el empresariado, los medios, el gobierno y La Araucanía en general pasa inadvertida para todo el mundo? La caída en un 43% de la violencia rural en 2022 tuvo que luchar por tomar la pauta, aunque tampoco tuvo quien la ayudara.

A 50 años del Golpe de Estado cívico-militar de 1973 los ánimos parecen ser distintos. Mientras el gobierno prepara una serie de conmemoraciones, los defensores de la dictadura comienzan a prepararse para defender legados, reescribir historias o al menos intentar contener una avalancha que asoma inevitable.

Las cifras y rankings de la última PAES son un arma de doble filo pues esconden otros datos dignos de análisis en el fondo, cuestión que no implica desconocer los serios problemas por los que atraviesa la educación pública. Amparada en estos datos, la crítica de la prensa repite los mismos cuestionamientos de hace más de una década, cuando los estudiantes salieron a las calles a exigir reformas, y cuando era imposible aventurar que esa generación llegaría un día al poder.

La discusión por democratizar los medios de comunicación masivos infunde en las elites un terror quizás más inconfesable que el que provocó estallido social de 2019: el miedo a compartir el derecho a la palabra.

Ante los lentos y nulos avances del nuevo proceso constituyente, la agenda de medios ha levantado subtramas se desarrollan como música de fondo: las reformas tributaria y previsional, un precoz posicionamiento presidencial de Evelyn Matthei y artículos de los que la prensa tradicional ha debido retractar en silencio son algunos de los apuntes de la semana.

Por ahora la batalla mediática en torno a la reforma previsional parece estar igualada por el inusual despliegue de los ministros involucrados. En el lado de los detractores, la prensa tradicional ha camuflado sus históricos vínculos contractuales con las AFP, actuando nuevamente como una silenciosa parte interesada.

Mariana Mazzucato y Joseph Stiglitz ya dejaron Chile, pero su paso supuso una reacción alérgica de grandes proporciones en las páginas mercuriales, como si realmente hubiesen venido a derrocar el neoliberalismo.

Un nuevo libro que se lanza hoy en Londres, titulado “El futuro de los medios”, pone foco en un problema actual que en Chile parece ser más urgente: la falta de voces plurales en la prensa. Los medios, afirman sus autores, se han vuelto parte del problema que aqueja a Occidente, al alejarse de los ciudadanos comunes y sobrerrepresentar a los sectores más acaudalados e influyentes de la sociedad.