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Viernes, 1 de Agosto de 2025
[Jueves de medios]

El auge del negacionismo a 100 días del 11 de septiembre

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

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Luis Silva Irarrázaval. FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE / AGENCIUNO
Luis Silva Irarrázaval. FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE / AGENCIUNO

A pocas semanas del aniversario número 50 del golpe de estado de 1973, el consejero constitucional del Partido Republicano, Luis Silva Irarrázaval, reconoció admirar a Augusto Pinochet e invitó a no juzgarlo solo por las graves violaciones a los derechos humanos. En la misma semana, una encuesta publicó resultados que hacen pensar que el pinochetismo está en su punto más alto en muchos años.

Exactos 103 días nos separan del lunes 11 de septiembre y Chile llega a la conmemoración de esta fecha histórica en el momento en que los defensores de Augusto Pinochet cobran mayor fuerza en el escenario político y social del país en años.

Los recientes resultados de la encuesta “Chile a la sombra de Pinochet”, realizada por CERC-MORI, así lo ratifican. “Más de un tercio de los chilenos respaldan la idea de que Chile fue liberado del marxismo y solo 4 de cada 10 opinan que destruyó la democracia. En ningún momento desde el plebiscito de 1988 había sido la opinión sobre el significado del golpe tan autoritario como en 2023”, señala el texto que acompaña el estudio.

Los números podrían ser más preocupantes todavía si se considera que el trabajo de campo se realizó hacia inicios de este año, meses antes del inédito triunfo de la ultraderecha en las urnas a comienzos de mayo. “¿Vuelve el pinochetismo a Chile a los 50 años del golpe?”, se pregunta la encuesta. Y la conclusión es demoledora: “La sombra de Pinochet a los 50 años del golpe se levanta como un fantasma que parece no tener paz”.

Pero, ¿cómo llegamos a este punto? ¿Qué lectura han hecho los medios de comunicación de este fenómeno? Y, más importante todavía, ¿qué responsabilidad les cabe a los medios respecto de la banalización de uno de los momentos más oscuros de la historia republicana del país?

La entrevista conducida por Cristián Warnken al flamante consejero constitucional Luis Silva Irarázaval volvió a reflotar la justificación del golpe de Estado, cuando este último dijo sentir “admiración” por el dictador, a quien tildó de “estadista”. “Debe hacerse una lectura un poco más ponderada de su ‘gobierno’, y no simplificar o reducir, con toda la gravedad que tiene, esos 17 años a las violaciones a los derechos humanos, porque creo que nos privamos como chilenos de una comprensión equilibrada de nuestra historia”, señaló el consejero más votado del país en la entrevista sin que Warnken cuestionara sus dichos.

Un buen ejemplo de este último punto fue la encuesta publicada en la cuenta de Twitter de radio Biobío, en la que se les preguntó a sus seguidores si consideraban que las Fuerzas Armadas habían tenido razón en realizar un golpe de Estado en 1973. La cuenta, seguida por sobre 4 millones de personas, debió borrar la encuesta ante la ola de críticas, no sin antes haber recibido centenares de miles de visualizaciones y votos.

Por esos mismos días, la entrevista conducida por Cristián Warnken al flamante consejero constitucional Luis Silva Irarázaval volvió a reflotar la justificación del golpe de Estado, cuando este último dijo sentir “admiración” por el dictador, a quien tildó de “estadista”. “Debe hacerse una lectura un poco más ponderada de su ‘gobierno’, y no simplificar o reducir, con toda la gravedad que tiene, esos 17 años a las violaciones a los derechos humanos, porque creo que nos privamos como chilenos de una comprensión equilibrada de nuestra historia”, señaló el consejero más votado del país en la entrevista propiciada por Icare. Warnken, voz históricamente ligada a El Mercurio, no cuestionó ninguno de sus dichos.

“Es desolador que nuevamente se esté hablando de poner en una balanza, por un lado, la represión, las torturas, las ejecuciones y las desapariciones y en otro el ‘éxito’ económico de una dictadura que entregó un país de 13 millones de habitantes, con 5 millones de pobres”, retrucó el periodista y escritor Óscar Contardo. Por su parte, el abogado constitucionalista Javier Couso se cuestionó el tipo de señal que la ultraderecha pretendía dar ad portas de la redacción de una nueva Constitución.

El diario de los Edwards estrenó un suplemento especial que aparecerá todos los meses y en el que se analizan los 50 años transcurridos desde el golpe. En su primera edición, del 19 de mayo, el diario consignó a la pasada “una reunión que sostuvo en Washington Agustín Edwards E., propietario entonces de El Mercurio, al más alto nivel de la administración Nixon en 1970”. El texto, por cierto, no ahondó mayormente en el financiamiento recibido por el diario de parte de la CIA y que ha sido documentado de manera abundante, y se limitó a consignar que “se habría aprobado apoyo económico para el diario”.

¿Y la prensa escrita tradicional? Tal como explicábamos en esta misma tribuna en enero, los diarios no se han mantenido ajenos a esta conmemoración. Un momento que dio cuenta de aquello fue la celebración de los 100 años de vida de Henry Kissinger, a quien El Mercurio llamó “canciller del mundo” en uno de sus titulares, mientras La Tercera destacó “Las luces y sombras del gurú de la diplomacia de EE.UU.”. Debieron pasar algunos días para que la versión chilena de El País y luego La Tercera, con un texto firmado por Peter Kornbluh, pusieran de relieve el activo rol de Kissinger en el fin de la democracia en Chile.

¿Y El Mercurio? Es difícil pedirle algo a uno de los principales promotores del derrocamiento de Allende en 1973 y ferviente defensor de la dictadura. Pese a no esperar nada de su consejo editorial, de todas maneras logra decepcionar, al punto de haber puesto en una balanza en uno de sus editoriales de marzo el violento término de la democracia en 1973 y el estallido social de 2019.

Más recientemente, el diario de los Edwards estrenó un suplemento especial que aparecerá todos los meses y en el que se analizan los 50 años transcurridos desde el golpe. En su primera edición, del 19 de mayo, el diario consignó a la pasada “una reunión que sostuvo en Washington Agustín Edwards E., propietario entonces de El Mercurio, al más alto nivel de la administración Nixon en 1970”. El texto, por cierto, no ahondó mayormente en el financiamiento recibido por el diario de parte de la CIA y que ha sido documentado de manera abundante, y se limitó a consignar que “se habría aprobado apoyo económico para el diario”.

A poco más de tres meses de una conmemoración histórica, resulta imposible pensar en un cambio de mirada cuando aún hay quienes sudan frío cuando se trata de pronunciar la palabra “dictadura”, se le sigue llamando “centro-derecha” a quienes en el resto del mundo son considerados como parte de la derecha más extrema, o cuando un conductor validado por el establishment decide pasar amablemente a otro tema cuando una autoridad electa se refiere a Augusto Pinochet como “estadista”.

Es justamente esta actitud que se ha normalizado y que consiste en “la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes” para la que el diccionario tiene una palabra que no merece mayor discusión: negacionismo.

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