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Sábado, 14 de Junio de 2025
[Jueves de medios]

La revancha de la Constitución fome

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

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Foto: Víctor Huenante/ Agencia Uno.
Foto: Víctor Huenante/ Agencia Uno.

¿Será este sopor que vivimos de cara a la elección del 7 de mayo el gran aliado de quienes no quieren cambios verdaderos y están dispuestos a empujar cualquier iniciativa que se diferencie de la Convención pasada? Para los medios, ha sido un factor común no cubrir la actual comisión de expertos con la misma vara que la convención anterior.

A mediados de marzo, el académico e investigador Juan Pablo Luna publicó una columna en Tercera Dosis que llamó la atención de muchas y muchos. Titulado “Alucinando con el oasis perdido”, el texto llegó incluso a ser citado por Gabriel Boric durante su alocución en la Cumbre Iberoamericana, quien aludió a este “lúcido analista uruguayo”.

“El problema de Chile radica en la imposibilidad de institucionalizar en el tiempo procesos moderados de cambio y transformación social que logren al mismo tiempo incorporar y vertebrar políticamente a los sectores populares, sin necesariamente destituir completamente a los poderosos de siempre”, fue el extracto escogido por el Presidente en República Dominicana.

La figura de Loncon fue comparada con la de la presidenta de los expertos, Verónica Undurraga. “La Verónica, es que me encanta ella”, fueron las palabras usadas por Benítez para celebrar su nombramiento. “Me parece una persona inteligente, moderada, voy a decir algo que no debiera decir, elegante", agregó.

Según confidencia el propio Luna en su ensayo, uno de los gatillantes para escribir el texto fue un programa escuchado en radio Duna pocos días antes, el que describe como un espacio “de análisis político que transpira seriedad, y seguramente contribuye a consolidar el sentido común predominante en Santiago oriente”, pero que a los oídos del resto de Chile “bien podría pasar como una sátira humorística”.

Conducido, entre otros, por la editora de La Tercera Domingo María José O’Shea y el gerente general de Copesa Andrés Benítez, el programa de la emisora de la familia Saieh celebraba la sobriedad y el extendido uso de corbatas en la primera sesión de la Comisión Experta. A renglón seguido se comentaba el “dejo octubrista” mostrado por Elisa Loncon en un discurso en Harvard, quien, a juicio de los conductores, ha hablado “puras tonteras”.

La figura de Loncon fue comparada con la de la presidenta de los expertos, Verónica Undurraga. “La Verónica, es que me encanta ella”, fueron las palabras usadas por Benítez para celebrar su nombramiento. “Me parece una persona inteligente, moderada, voy a decir algo que no debiera decir, elegante, una persona que cumple con todas las condiciones”, agregó. En suma, los comentarios iban más bien dirigidos a la apariencia y nivel de conocimiento personal que se tenía de los integrantes de la Comisión Experta.

Diez días después del programa, en el auditorio de Libertad y Desarrollo, el análisis del fracaso de la Convención y el auspicioso debut de la Comisión Experta volvió a ser motivo de comentario durante el lanzamiento del libro Lecciones constitucionales: reflexiones sobre un proceso fallido y propuestas para el debate. “No sé por qué nadie me ha convidado a ninguna universidad afuera. Debe ser porque no me vestía distinto”, comentó el autor del texto Bernardo Fontaine sobre la visita de Loncon a Harvard.

Pero, ¿qué es lo que se desprende de estas dos postales emanadas del epicentro de la élite cultural, económica y política del país? ¿Qué se esconde tras estos comentarios llenos de clasismo y desprecio hacia lo distinto? Finalmente, ¿qué hay en el inicio de este nuevo proceso constitucional que tanto acomoda a estos sectores con amplia llegada en los medios conservadores?

El fuerte enojo de la representante UDI Bettina Horst fue cubierto por La Tercera, pero estuvo lejos de generar algún tipo de polémica. Respecto del hecho, El Mercurio se limitó a consignar que existían “diferencias”.

El trabajo de la Comisión Experta es lo más parecido que hemos visto hasta el momento a hacer política bajo el agua: todo parece moverse en cámara lenta, es imposible escuchar las discusiones, y los rostros y los partidos a quienes representan se confunden en un espectáculo somnoliento.

Los medios, quizás por falta de herramientas o tal vez por desinterés en interrumpir un trabajo que parece acomodarles, no se han metido a bucear en este mundo con el mismo nivel de escrutinio con el que lo hicieran en 2021 durante la bulliciosa Convención Constitucional. Lo que antes había que exaltar, hoy hay que dejarlo pasar. Las diferencias que antes ocupaban todas las portadas hoy van escondidas en párrafos interiores.

Ocurrió, por ejemplo, hacia fines de marzo cuando se produjo la discusión más acalorada al interior de la Comisión Experta. El fuerte enojo de la representante UDI Bettina Horst fue cubierto por La Tercera, pero estuvo lejos de generar algún tipo de polémica. Respecto del hecho, El Mercurio se limitó a consignar que existían “diferencias”. Así, debieron pasar tres días para que El Mostrador titulara con “La pelea que marcó a la Comisión Experta tras un mes con pacto de silencio y un gran acuerdo”.

Sucede que las peleas y diferencias no se condicen con el objetivo central que el establishment tiene pensado para este proceso constitucional. Como verbalizó la propia Bettina Horst en una entrevista a dos páginas en El Mercurio a medidos de marzo, “hay que trabajar una Constitución minimalista y fome, y que no haga grandes promesas”.

Un par de semanas más tarde, ahora en el Diario Financiero, la directora ejecutiva de Libertad y Desarrollo obvió la idea de la fomedad, pero lo planteó de otra manera: “Uno no puede obviar tampoco que el momento constitucional se ha venido desinflando”.

¿Será este sopor que vivimos de cara a la elección del 7 de mayo el gran aliado de quienes no quieren cambios verdaderos y están dispuestos a empujar cualquier iniciativa que se diferencie de la Convención pasada?

¿Qué ocurre entonces? Parecemos atravesar por una mezcla entre fomecracia –un proceso que busca deliberadamente no despertar mayor interés en la ciudadanía– con una “anti-Convención”, como la llamó el académico Juan Pablo Rodríguez. En este último caso, “el riesgo de que el proceso actual se convierta en una anti-convención es que pierda ya no solo la legitimidad sino el sentido”.

Esa improbable mezcla entre fomedad y revanchismo parece encontrar en nuestra prensa un caldo de cultivo ideal. Estas voces no solo copan las columnas, entrevistas y cartas al director de los principales medios, sino que como consignó hace poco el Diario Financiero, los candidatos al Consejo que promueven esta visión cuentan ya con el generoso apoyo de los grandes grupos económicos del país.

¿Será este sopor que vivimos de cara a la elección del 7 de mayo el gran aliado de quienes no quieren cambios verdaderos y están dispuestos a empujar cualquier iniciativa que se diferencie de la Convención pasada? ¿En qué momento se le subirá el volumen a la discusión y se intentará involucrar a la ciudadanía? Las desigualdades y abusos denunciados por millones en las calles hace pocos años siguen tan presentes como entonces, pero no hay mejor momento para meternos el dedo en la boca que durante un largo y pronunciado bostezo.



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Es que esta prensa especializada que comanda los medios de comunicación están muy ocupados en las acciones de Carter y la delincuencia desatada de los octubristas. El dedo lo graficaré en mi voto

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