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Sábado, 2 de Agosto de 2025
Tráfico de drogas / siglo 21 - Cap. 5

Como nació y se extendió el tráfico de drogas en Paraguay

Manuel Salazar Salvo

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General Andrés Rodríguez.
General Andrés Rodríguez.

El país guaraní se transformó en uno de los principales exportadores de heroína y cocaína desde la época en que llegaron excriminales nazis, fascistas y ultraderechistas de todo el mundo. En la década de los 90 comenzó a cultivar marihuana hasta transformarse en el principal productor de América del Sur.

El 1º de agosto de 1995, el Ministro del Interior de Paraguay, licenciado Carlos Podestá, describió a sus colegas americanos reunidos en Buenos Aires el inquietante panorama que se estaba configurando en Ciudad del Este -‘‘la Hong-Kong de América’’- amenazada por la creciente actividad  de las mafias orientales.

‘‘Detectamos las actividades de bandas organizadas, integradas por individuos de origen oriental, particularmente chinos, que, entre otras modalidades delictivas, se dedican al contrabando de armas y estupefacientes. Paralelo a ello, se registra un alto índice de inmigrantes de Medio Oriente, especialmente libaneses, algunos de los cuales han alcanzado notable prosperidad y con ello cierto poder económico y gravitación social, pese a que en reiteradas oportunidades se los ha involucrado en actividades comerciales poco transparentes”, afirmó el secretario de Estado.

Podestá afirmó también que estaban operando en Ciudad del Este, la segunda en importancia del país, en el nudo fronterizo con Argentina y Brasil, muy cerca de las concurridas cataratas de Iguazú, cuatro grupos de ciudadanos chinos, monopolizando todas las actividades comerciales de los inmigrantes orientales y de procedencia árabe. El ministro aludió a cuatro grupos claramente identificados: dos procedentes de Hong-Kong; uno, denominado ‘‘Grupo Pekín’’, originario de China; y, un cuarto, conocido como ‘‘Grupo Macao’’.

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Auguste Joseph Ricord.
Auguste Joseph Ricord.

La inteligencia policial paraguaya había logrado comprobar que uno de los grupos de Hong-Kong formaba parte de una organización internacional denominada ‘‘Fu Tchin’’, con bases de operación en Nueva York y en algunas ciudades de Brasil. Los jefes de la banda recibían instrucciones directas de Estados Unidos y eran constantemente relevados. En caso de que las filiales mafiosas tuviesen algún conflicto con sus rivales locales, la central les enviaba matones de refuerzo en menos de 24 horas. Si las dificultades eran con las autoridades paraguayas, los jefes y sus subordinados directos eran relevados de inmediato.

En Ciudad del Este, el mencionado grupo mafioso originario de Hong Kong funcionaba a mediados de 1995 bajo la fachada de la Empresa Fu Tchin-Sul America-Imp. Exp.

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General Andrés Rodríguez.
General Aldrés Rodríguez.

Las bandas orientales enquistadas en esa zona franca paraguaya operaban, según el ministro Podestá, de la siguiente manera:

- Visitan a los comerciantes y les ofrecen en venta un producto determinado que los mafiosos están importando. Ante una negativa, son presionados y amenazados de muerte, llegando al asesinato si los afectados se resisten.

- Tienen un sistema de información muy perfeccionado que les avisa cuando llegan los contenedores con determinados tipos de mercadería, como también sobre la identidad de su propietario, el que es visitado por los mafiosos para asegurarles que tienen el derecho de marca de la mercadería recibida y que, si quiere venderla en la región, debe pagar un ‘‘derecho de marca’’ que, de acuerdo a la cantidad y calidad del producto, varía entre 100 mil y 500 mil dólares por cada contenedor.

- Presionan y amenazan para que los comerciantes no compren ni vendan determinados tipos de mercadería.

- Los comerciantes deben pagar cierta cantidad de dinero -entre cinco mil y ocho mil dólares- para disponer de ‘‘protección’’ y poder así comprar y vender cualquier tipo de mercadería.

La policía paraguaya también había detectado que los grupos mafiosos estaban involucrados en el tráfico de armas, vendiendo en el continente fusiles AR-15, M-16 y metralletas UZI, además de diversos tipos de municiones y explosivos.

La inteligencia policial paraguaya había logrado comprobar que uno de los grupos de Hong-Kong formaba parte de una organización internacional denominada ‘‘Fu Tchin’’, con bases de operación en Nueva York y en algunas ciudades de Brasil.

En el denominado Cono Sur -integrado por una parte del sur de Brasil, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay- la nación guaraní aparece al promediar  la década del 90 como uno de los principales focos de influencia del narcotráfico y de las nuevas actividades criminales desarrolladas en su entorno.

Diferentes analistas de las redes criminales del mundo han coincidido en señalar que la instalación en Asunción a mediados de la década del 60 de una conexión latina de la mafia marsellesa, dirigida por el francés Auguste Joseph Ricord; y, la llegada de una corriente migratoria de chinos a comienzos de los años 80, eran dos de las razones principales por las cuales a fines de los años 90 Paraguay mostraba a sus instituciones y a sus actividades comerciales muy permeadas por la corrupción y los negocios ilícitos de los grupos mafiosos.

Auguste ‘‘Papa’’ Ricord, formado al amparo de las relaciones que las mafias europeos establecieron con los bandos en pugna durante la Segunda Guerra Mundial y en los turbios años de la postguerra, supo sacar provecho del reacomodo a que se vio obligado el crimen organizado occidental luego de la caída del dictador cubano Fulgencio Batista y de la erradicación de las bases de operaciones del narcotráfico en La Habana.

Ricord se instaló en 1947 en Buenos Aires y orientó sus negocios a la trata de blancas, abasteciendo de hermosas mujeres a los más elegantes prostíbulos de las principales ciudades del continente. Amparado por jefes policiales de la capital argentina, protegido por nazis y fascistas prófugos, apoyado por los ultranacionalistas franceses, el marsellés abrió un restaurante en las cercanías del estadio de River Plate, que le servía como pantalla para sus oscuros negocios.

En abril de 1968, una banda de franceses asaltó una sucursal del Banco Nacional de Argentina, huyendo con un cuantioso botín. El método empleado por el grupo había sido el mismo utilizado por los miembros de la Organización del Ejército Secreto, OAS, cuando recaudaban fondos para su causa robando bancos en Europa. Dos policías franceses llegados de París reconocieron a los posibles sospechosos, vinculados claramente con Ricord. Los policías bonaerenses que lo protegían, temerosos de que la investigación los involucrara, recomendaron al francés que abandonara rápidamente el país.

El marsellés se instaló entonces en una pizzería que había abierto a fines de 1967 en Asunción, ubicada en el sector de Itá-Enramada, y a la que denominó ‘‘París-Niza’’. Desde allí, aprovechando sus inmejorables vínculos con algunos de los principales asesores del dictador Alfredo Stroessner, Ricord logró exportar a Norteamérica más de cinco toneladas de heroína entre 1968 y septiembre de 1972, mes en el que finalmente fue deportado a Estados Unidos.

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Tomaso Buscetta.
Tomaso Buscetta.

Las fuerzas antidrogas norteamericanas estaban desesperadas porque la heroína estaba inundando las calles de Nueva York, de Los Ángeles y de las más importantes ciudades del país, pese a los controles aduaneros. La heroína era la misma que se había estado distribuyendo en la guerra de Vietnam y que los traficantes buscaban colocar en el mercado estadounidense. Los agentes antinarcóticos en muchos casos habían encontrado partidas de droga ocultas al interior de los cadáveres de los soldados que retornaban a su patria para ser sepultados.

La Casa Blanca descargó todo su poder sobre las redes de las drogas y casi junto con la demanda por Ricord se detuvo en Río de Janeiro a Tomaso Buscetta, miembro de la mafia italiana a cargo de la conexión brasileña. Un informe de la policía carioca afirmó que la Unión Corsa tenía especialistas en ejecuciones, correos aéreos, falsificadores, expertos en el soborno de autoridades e incluso un hermoso señuelo, la modelo brasileña Helena Ferreira, que era utilizada para tareas muy especiales.

En 1972 el tráfico de drogas se había convertido ya en uno de los mejores negocios ilícitos. El mercado estaba demandando un total de 600 millones de dosis de cocaína y heroína en Estados Unidos y Europa, a precios reajustados en un 50 por ciento con respecto a escasos años atrás. Las ganancias eran similares o mayores que el juego clandestino, actividad que en 1971 había reportado dividendos superiores a los 50 millones de dólares a uno de los jefes de la mafia, el estadounidense de origen judío Meyer Lansky.

La policía paraguaya también había detectado que los grupos mafiosos estaban involucrados en el tráfico de armas, vendiendo en el continente fusiles AR-15, M-16 y metralletas UZI, además de diversos tipos de municiones y explosivos.

En 1948 se contabilizaban en Estados Unidos 47 mil adictos a las drogas; 25 años después, en 1972, la cifra había aumentado a 300 mil. Ese era el mercado cautivo que había que satisfacer y eran cada vez más las personas de todos los orígenes sociales y procedencias geográficas que estaban dispuestas a correr riesgos para ganar dinero rápidamente. A mediados de 1972 fue descubierto el primer cargamento enviado desde Centroamérica hacia Florida por un valor total de un millón de dólares.

Los estadounidenses acusaron a Ricord en 1972 de ser uno de los responsables principales de la distribución anual de ocho toneladas de heroína en Estados Unidos, gran parte de la cual provenía de Turquía. Temían, sin embargo, una amenaza peor, la producción del llamado Triángulo de Oro, formando por Laos, Tailandia y Birmania, que ya se elevaba entonces a más de 70 toneladas de heroína, o que esa droga fuese reemplazada por la cocaína sudamericana.

En marzo de 1983, después de cumplir diez años de un total de 20, Ricord salió de una prisión de Missouri rumbo a Brasil donde lo recogió un avión de Líneas Aéreas Paraguayas. Llegó a Asunción mudo debido a un avanzado cáncer a la laringe y postrado en una silla de ruedas. Murió en 1985 transformado casi en una leyenda, aumentada por el filme “Contacto en Francia”, basado en parte de su vida y que fue galardonado con cinco premios Oscar en 1975.

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Contacto en Francia.
Contacto en Francia.

El otro carburante de los actuales problemas, la corriente migratoria de chinos, surgió a partir de los estrechos vínculos que el gobierno de Stroessner estableció con el régimen nacionalista del general Chiang Kai-Shek, elegido presidente de Taiwan en 1950, tres años antes de que el dictador sudamericano asumiera el poder.

En 1975, tras la muerte del líder anticomunista chino, su hijo Chiang Ching-Kuo fue designado presidente en 1978. Cinco años después, en 1983, al discutirse la sucesión de Ching-Kuo, se mencionó el nombre del general Wang Sheng, pero se impusieron los antiguos equilibrios entre los clanes chinos y el militar debió esperar su turno. Sheng fue enviado como embajador a Paraguay, donde al poco tiempo elaboró un proyecto para instalar a cinco mil familias de chinos de Hong-Kong en las húmedas tierras del Chaco paraguayo.

La iniciativa provocó la inmediata inquietud más allá de las fronteras guaraníes. El diario La Nación de Buenos Aires dio cuenta editorialmente de su preocupación ante la noticia de que unos 35 mil chinos de Hong-Kong iban a instalarse en el área comprendida entre Ciudad Presidente Stroessner, en Paraguay; Puerto Iguazú, en Argentina; y, Foz de Iguazú, en Brasil. ‘‘Motivo de inquietud es su lugar de procedencia, Hong-Kong, donde el narcotráfico, además de otras actividades ilícitas, se ha incrementado notablemente en los últimos años’’, indicó el periódico argentino en 1985.

A comienzos de los años 90 existían en Hong Kong más de 50 sociedades secretas dedicadas a actividades criminales, integradas por casi 120 mil personas. Las más importantes eran la Sun Yee On, la Woo Sing Woo, la 14 K y la Lung Ying Shea, ligada ésta última a escuelas de artes marciales.

Entre los años 60 y 70, una de las bandas de narcos de Hong Kong era dirigida por los hermanos Ma, de los Chiu Chau. El mayor era conocido como White Powder Ma (Ma Polvo Blanco) y era sindicado como el primero que consiguió establecer vínculos formales con la mafia estadounidense y el francés Auguste Ricord, cuando éste vivía en Paraguay. A minutos de ser detenido en Norteamérica, logró huir a Taiwán en 1977, donde gozó de protección por parte de algunos funcionarios gubernamentales. A principios de los 90 seguía dirigiendo uno de los imperios más importantes de la heroína asiática.

El 4 de enero de 1985, el diario The New York Times  reveló que las autoridades estadounidenses -fundadas en un informe recibido de la policía de Asunción- habían acusado a altas personalidades del ejército paraguayo de estar relacionadas con el tráfico de drogas. Dos meses después, Gilberto Yannes, un hombre de negocios brasileño, fue asesinado con un balazo en la cabeza cuando piloteaba una avioneta donde transportaba a México 600 kilos de cocaína. Medios de prensa informaron que al aterrizar la nave en territorio paraguayo fue rodeada por soldados del ejército. La droga desapareció misteriosamente.

En julio de 1988, la policía antinarcóticos brasileña culpó a Paraguay de haberse convertido en uno de los centros más importantes del tráfico de drogas, afirmando que mensualmente salían del Chaco unos 500 kilos de pasta base de cocaína hacía el estado de Mato Grosso del Sur. El gobierno paraguayo, escasos días después anunció que la policía había desmantelado una red internacional de narcotraficantes con ramificaciones en Estados Unidos, España, Bolivia y Colombia, en la operación más importante emprendida hasta la fecha en el país. Se habían decomisado 268 kilos de cocaína de alta pureza pertenecientes al cártel de Medellín.

Durante los 35 años de la dictadura del general Stroessner, la corrupción llegó a límites impresionantes. Al terminar su gobierno, el contrabando significaba el 70 por ciento del mercado interior, con un beneficio de mil millones de dólares, cantidad superior al producto de todas las exportaciones lícitas. Más de la mitad de los vehículos llegados a Paraguay habían sido robados en Brasil y Argentina. Las autoridades brasileñas calcularon que en diez años 135 mil automóviles y 15 mil camiones y microbuses cruzaron fraudulentamente la frontera.

El 3 de febrero de 1989, el general Andrés Rodríguez, consuegro y uno de los colaboradores más cercanos de Stroessner, derrocó al anciano dictador y casi tres meses después, el 1º de mayo, fue elegido Presidente de la República. Rodríguez, apodado por funcionarios del gobierno de Estados Unidos como ‘‘El general Cocaína’’ era señalado, además, como uno de los protectores de Joseph Auguste Ricord.

Rodríguez también había sido acusado de controlar el contrabando de cigarrillos estadounidenses en todo el Cono Sur. Con un sueldo no superior a los 300 dólares mensuales era propietario de una de las mansiones más lujosas de Asunción, que ocupaba toda una manzana y que poseía canchas de tenis, de squash, piscina cubierta y otra al aire libre. Una de sus principales fuentes de ingresos era una importante casa de cambio de monedas de la capital paraguaya.

‘‘No he tenido ninguna vinculación con el tráfico de drogas. Lo juro por lo más sagrado, como católico, como padre de familia, lo juro por mis hijos’’, había afirmado el general Rodríguez horas después de haber depuesto a Stroessner.

 En enero de 1990, las presiones estadounidenses obligaron al general Rodríguez a depurar sus servicios antidrogas, acusados de tener relaciones con el tráfico. Su jefe fue despedido y un mes más tarde fueron defoliados todos los campos que producían marihuana destinada al mercado brasileño.

La DEA creyó que las condiciones para intentar frenar el creciente tráfico de drogas a través de Paraguay habían mejorado y aumentó el nivel de sus operaciones encubiertas destinadas a identificar las redes de envío de cocaína a Estados Unidos.

En esos años, disminuyó el tráfico de cocaína pero aumentaron el contrabando y los cultivos de marihuana, que transformarían a Paraguay en el primer productor de cannabis en América del Sur.

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