Pasaron dos días desde que comenzó la revuelta social, y Cheril Linett, artista de performance, investigadora escénica y directora del proyecto performático “Yeguada Latinoamericana”, estaba llamando a otras performistas para salir a las calles a montar una acción con la identidad que le ha dado a cada una de sus obras: tensionar al espectador con una performance con cuerpos diversos que cuestionan valores patriarcales y coloniales.
Las artistas, como parte de feminismos y disidencias sexuales, buscan también poner en la palestra a la cultura tradicional “hetero-normativa”, cuestionarla e incomodarla. Con ese ímpetu, en ese momento no tuvieron tiempo para prepararse, pero salieron inmediatamente a buscar militares para ponerse frente a ellos, con su cola característica, cuerpos desnudos y la mirada desafiante para tomar registro audiovisual. Así fueron haciendo varias performances interpelando la violencia, aludiendo a las denuncias por violaciones, estuvieron frente a La Moneda, en Plaza Dignidad y frente a las comisarías.
Después de haber inaugurado la exposición “Del Cuerpo a la Carne” en el museo Le Neomudéjar de Madrid, donde incluye obras de la Yeguada y otras performances, la actriz enfatiza que su apuesta es por un arte comprometido con el contexto social.
Esa propuesta ya la venían trabajando unos años antes. Linett reconoce que la propuesta inicial de la Yeguada, nacida en 2017, no fue como un proyecto, ni como una serie, sólo una perfomance que tituló así, pero nunca pensó en continuar desarrollándola.
“Cuando hice una segunda me di cuenta que quería continuar”, confiesa en entrevista con Interferencia.
Al mismo tiempo, dice que ha sido complejo continuar con tantos limitantes al momento de salir a la calle y sin contar con tantos recursos. “Hay que buscar la manera de hacer lo posible, por eso hay mucha colaboración, pero hemos tenido el aguante de seguir haciéndolo bajo esas otras lógicas”.
Después de haber inaugurado la exposición “Del Cuerpo a la Carne” en el museo Le Neomudéjar de Madrid, donde incluye obras de la Yeguada y otras performances, la actriz enfatiza que su apuesta es por un arte comprometido con el contexto social que interpele al poder. Desde ahí, lo que toca, asegura, es estar vigilantes a las decisiones que se sigan tomando después del proceso abierto con la revuelta social.
-¿Qué propuesta llevó a España?
El espacio dónde íbamos primero a estar en residencia es un pueblo muy pequeño, Cañada del Hoyo, que está en la región de Castilla-La Mancha. Llegamos allá primero y después a Madrid, donde está la exposición que llegamos a inaugurar, que tiene algunos registros audiovisuales del proyecto Yeguada y otras series mías de performance. Era una exposición individual que todavía se está mostrando. Era una de las razones por las cuales viajaba a España, pero luego pregunté si es que había un espacio de residencia y me dijeron que sí. Este fue un Fondart con el que pude llevar a mi equipo de trabajo, fueron cinco performers que viajaron conmigo.
-¿Cuál fue el criterio para escoger la obra que mostraría allá?
Siempre trabajo con nuevas propuestas dependiendo del lugar donde vaya. La performance de la Virgen de la Luz la pensé en relación al contexto para ese lugar por lo que significa en ese lugar esa virgen, sabiendo que es una cuna del colonialismo y del catolicismo, que es tan importante como la Corona. Sabía que iba a ser un conflicto, pero nunca imaginé que tanto.
-¿Cómo fue?
En Cuenca el casco antiguo está lleno de iglesias, hasta llegar arriba donde está la catedral. Una de esas iglesias del sector es la de la “Virgen de la Luz”. Apareció un párroco cuando estábamos afuera y llamó a los policías. Allá son muchas policías distintas. Llegaron inmediatamente e hicieron el control de identidad. Se dieron cuenta que no éramos de allá, entonces, nos decían “en nuestro país así no se hacen las cosas, en el de ustedes sí”. Fueron muchos comentarios de ese tipo y finalmente tuvimos que salir de ahí. Nos amenazaron con deportarnos, no permitir el ingreso. Al llegar a la casa, vimos que se filtró la noticia porque un periodista tomó una foto cuando estábamos afuera. La noticia se viralizó y la tomaron medios locales y después nacionales. Me contaron que, incluso, la vio alguien que estuvo en Francia. Así se empezó a correr la voz.
"Allá hicieron, incluso, varias misas y una procesión por nuestra conversión al catolicismo. Había mucha vigilancia el día de las misas y afuera de donde nos quedábamos estaban los policías".
-Era algo que buscaban, ¿o no?
Sí, solo que las primeras noticias que salieron fueron muy sensacionalistas, con titulares que hablaban mucho de cómo se interpreta el trabajo y dónde ponen su atención. Leí varias notas distintas, obscenas. Como “cinco hombres y una mujer” porque siempre está eso de que si son travestis, entonces qué son, que salieron semidesnudas, sin bragas y con rabos. Lo que fue complejo es que la guardia civil comenzó a llegar a la casa para vigilarnos. Allá hicieron, incluso, varias misas y una procesión por nuestra conversión al catolicismo. Había mucha vigilancia el día de las misas y afuera de donde nos quedábamos estaban los policías. Al día siguiente volvieron a ir, hicieron control de identidad, se quedaron hasta más tarde.
-¿Alguna de las performances que han hecho acá ha tenido ese nivel de vigilancia policial?
Una vez hicieron una misa en la tumba de Jaime Guzmán porque la fuimos a “profanar”. Llegaron de la UDI, está la noticia. Llegaron a hacer una misa del Opus Dei, le dejaron flores por nuestra profanación.
-Y, ¿durante el estallido social?
Ahí había un riesgo diferente al hacer acciones. Durante el periodo de revuelta había mucha violencia policial y ninguna supervisión a ese tipo de agresiones que podrían haber ejercido contra nosotres. Costaba más hacer las acciones, pero, aún así, se pudo. Era distinto, andar escapando todo el rato, cada vez que salíamos, porque la calle se había convertido en un campo de batalla. Hubo un día en que fuimos apuntadas por un policía con un arma. Me acuerdo que era un joven y estaba nervioso sosteniendo el arma, un fusil. Entonces, fue distintos interpelarles tan directo en ese periodo a como había sido antes, e, incluso, como ha sido después de la revuelta.
Revuelta: “La premisa era sostener la mirada de los militares en posición de ataque”
-Fue muy interesante cómo las distintas expresiones artísticas estuvieron presentes en la revuelta, interpretando el despertar social, desde las emociones y las sensibilidades que se expresaban en la calle. ¿Cómo lo vivió desde la performance?
Bueno, vengo haciendo performance desde antes de la revuelta, desde 2016, en que ya se interpelaba directamente a las instituciones policiales y se les utilizaba para las acciones. No específicamente desde Yeguada que surge en 2017, pero sí antes había hecho el 25 de noviembre [Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer] donde les utilicé y les hice parte de la acción. Creo que antes había mayor desconocimiento de la performance, no se hablaba tanto de la acción en la calle, pese a que hay toda una historia en Chile en relación a esto. Pero, cuando llegó la revuelta, incluso, un poco antes con la revuelta feminista, se empezó a hablar y a entender más.
-¿Cree que también aportó a movilizar gente en el contexto en que estábamos?
Mira, recuerdo que habían pasado dos días desde el inicio de la revuelta, y después de haber estado en la calle todo el día, con una sensación de furia, sin saber qué hacer, con impotencia, pensé por qué no hacer una Yeguada. Ya se estaban viendo muchas noticias sobre la violencia policial y convoqué performistas, pero no llegaron todas porque había mucho miedo. Llegaron al final como unas seis.
"Las autoridades han sido negligentes en lo de las violaciones a los derechos humanos, y es porque no se están relevando estos casos, no se toma desde el lugar que se debería. Sé que no se va a reformar esto inmediatamente, no va a deconstruirse totalmente la estructura social".
-Y, ¿dónde se fueron?
A buscar militares. La premisa era sostener la mirada de los militares en posición de ataque. Pero no encontrábamos ese día, aunque ya habían salido a la calle. No les pillamos, pero ahí empezamos a ver las barricadas, que ya habían estado en la calle esos días por eso no tenían tanto temor.
-¿Cómo lo resolvieron finalmente?
Vimos pasar uno que otro militar, de hecho, hay una foto donde hay militares y nosotras atrás con cola. Pillamos una barricada y dije “bueno, aquí en cierto modo hay que situarse desde qué lado queremos estar”. Esa primera Yeguada en la revuelta lo vi desde ese lugar, decir “también estamos acá”.
-Y eso, ¿cómo lo fueron desarrollando en los meses siguientes?
Es que pasaron dos días y las volví a llamar. Ya había un montón de prohibiciones desde el Estado, como la penalización por uso de artefactos incendiarios de cualquier tipo, incluso las bengalas. Entonces, era volver a salir, componer otra vez con las colas, pero esta vez con las bengalas, que era un elemento muy utilizado en la Plaza Dignidad. Me interesaba utilizarlo dentro de la propuesta. Eso fue para la siguiente performance, considerando que no había mucho tiempo para nada, ni para preparar. Era todo muy rápido.
-Frente a los casos de violencia ocurridos durante el estallido que todavía no son resueltos desde la justicia, ¿cuáles son las exigencias hacia las autoridades que deben tomar decisiones sobre esto?
Bueno, las autoridades han sido negligentes en esto, y es porque no se están relevando estos casos, no se toma desde el lugar que se debería. Sé que no se va a reformar esto inmediatamente, no va a deconstruirse totalmente la estructura social que ya viene impuesta por tanto tiempo. Sé que es todo un proceso y estamos en medio de él, que no va a ser inmediato, pero lo que una espera es que se hagan cargo y que no estén siendo relegados a otros espacios como si fuesen menos prioritarios.
"Personalmente no creo en la política partidista, imagino que mis compañeras tampoco por lo que hemos hablado, tenemos una visión más anarquista en ese sentido, y solo vamos a participar de este proceso, pero sin poner nuestra total confianza".
Proceso constituyente: “Mantenemos la vigilancia”
-La performance toma distancia de las instituciones justamente para cuestionarlas, como la familia, la iglesia, las policías, las Fuerzas Armadas. Con esa distancia, ¿cómo ve el proceso constituyente que se abrió a partir de la revuelta?
Nos pasa que sentimos una responsabilidad de ser partícipes y también ejercer un voto que sabemos hacia qué lado se va a ir, pero eso no quiere decir que va a haber una confianza por las personas que están en este momento en el gabinete. Personalmente no creo en la política partidista, imagino que mis compañeras tampoco por lo que hemos hablado, tenemos una visión más anarquista en ese sentido, y solo vamos a participar de este proceso, pero sin poner nuestra total confianza. Creo que es lo que hemos estamos haciendo, pero siempre manteniendo la vigilancia en cada decisión que sigan tomando, sobre todo, después de que les entregamos poder.
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-¿Qué espera del proceso que se viene con el plebiscito?
De todas maneras, que se apruebe la propuesta, pero, como te decía, va a ver un estado constante de atención de muches de nosotres sobre cómo se están llevando las cosas desde el gobierno, cómo se están abordando los temas. Antes no eran sorpresivas ciertos tipos de represiones, ahora se espera que no sea así, que no se coarten las libertades de las personas. Hay muchas cosas que se tienen que reivindicar y una cree que con las personas que están a cargo ahora puede ser más posible, pero si no es así, se va a seguir estando en la calle. O sea, todavía sigue estando la institución de Carabineros de Chile ahí mismo…
-A propósito de eso, vimos un furgón de Carabineros en la Marcha del Orgullo con una bandera LGBTIQ+, ¿qué le pareció?
"En este momento me interesa desarrollar otros aspectos de la propuesta, que tienen que ver con investigación escénica, los acoples, porque lo que hacemos son composiciones ya sea en Yeguada como en las otras performances".
Es como un lavado de imagen, nada más que eso, creo que no tiene ningún sentido. No sé de dónde les vino esa idea, qué pensaron, si es que iba a existir algún tipo de aprobación hacia la misma institución por parte de las comunidades de disidencias sexuales. Obviamente no la hubo, es muy absurdo.
-¿Qué cosas le gustaría incorporar en el proyecto de la Yeguada o ir cambiando? ¿Hacia dónde le gustaría llevarlo?
A pesar de que haya muchas obras diferentes, no sólo de la Yeguada, me siento en medio de un proceso de investigación desde muchas áreas, y no sabría hacia dónde va a llegar o qué quiero necesariamente que llegue porque va a acorde a lo que va aconteciendo en el momento. He podido profundizar en metodologías de trabajo que sirven para continuar desarrollando las propuestas, pero cada una está muy impregnada del entorno y de lo que pasa. Entonces, creo que eso va seguir siendo así y si no, no me haría sentido. En este momento me interesa desarrollar otros aspectos de la propuesta, que tienen que ver con investigación escénica, los acoples, porque lo que hacemos son composiciones ya sea en Yeguada como en las otras performances. Tengo una fijación con ver muchos cuerpos juntos componiendo. Estoy poniendo ojo ahí y en ver cómo se desprenden discursos o se abren ideas que tienen que ver con temas sociales.
-¿Ha pensado algo sobre la militarización en Wallmapu?
Creo que eso no me corresponde porque no soy mapuche. A pesar de que obviamente, apoyo y respeto a las personas mapuche, empatizo con lo que está pasando y me genera impotencia, rabia, creo que no me corresponde a mí estar hablando sobre esos temas. En ese sentido, trato de ser cuidadosa con ello.
-¿Para no caer en apropiación cultural?
Sí
-Y, ¿sobre lo que pase con la nueva Constitución?
Sí, obviamente, al menos para mí, porque cada persona tiene su manera de hacer performance y sus lógicas, sus métodos, su lenguaje, tiene que ver mucho con su imaginario y con su historia. En mi caso, dependiendo de lo que vaya pasando, van a ir surgiendo las propuestas.
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