Tres principales distribuidoras de editoriales independientes han sufrido robos millonarios en los últimos dos meses, entre septiembre y noviembre. Se trata de LaKomuna, Metales Pesados y Liberalia, que acaparan buena parte de este mercado. En todos estos episodios han sido los libros lo que fueron a buscar los ladrones, y hasta el momento no se ha dado con el paradero de los volúmenes.
El primer robo ocurrió el 9 de septiembre y afectó a la distribuidora LaKomuna, encargada de distribuir distintas editoriales independientes conocidas. Claudia Aguirre, su directora general, cuenta que tienen ubicadas sus bodegas en el sector de Matta sur. “Fueron 640 ejemplares los que se robaron. Orjikh, Mundana, Babieca, La Bauda, Alma Negra, Mimesis, Tácitas, Bifurcaciones, Mandragora, por nombrar algunos. Nosotros calculamos que eran por lo menos $10 millones, con el precio en el mercado neto. También computadores, disco duro y algunos artefactos domésticos”, dice.
El segundo robo ocurrió el 19 de octubre, y el afectado fue la distribuidora Metales Pesados. A las 6 de la mañana de ese día, también en el barrio Matta sur, les robaron 1.200 libros, con un valor neto de $13 millones. “No nos alcanzaron a robar unas bolsas llenas de libros, quedó todo desordenado. Se llevaron solo las cajas de las novedades, que estaban listas para ser distribuidas”, dice Paula Barría, editora y directora general en Ediciones Metales Pesados.
Y el tercer robo lo sufrió la distribuidora Liberalia. Ocurrió el 2 de noviembre, un sábado. Es por lejos la sustracción de mayor valor económico. “15.345 libros contabilizados. Llevado a precio comercial son casi $200 millones. Aparte de los libros, se llevaron un refrigerador chiquitito, una pesa para pesar las cajas (pesas industriales), y luego se llevaron una máquina que es de un cargador frontal, que aguanta hasta 1.500 kilos de cargo, y que pesa 1.500 kilos. Cortaron la energía eléctrica del lugar, del sitio, porque esta es una bodega particular, no está dentro de un conjunto de bodegas. Tiene un solo ingreso, y además está amurallada nivel búnker”, cuenta Sergio Toledo, gerente comercial de Liberalia.
Un mercado negro
Para los tres trabajadores de estas distribuidoras, lo que hay detrás de estos robos tiene que ver con un mercado negro donde circulan los volúmenes robados. “Hay lectores que no están llegando a la librería, porque obtienen el recurso antes que eso”, dice Claudia Aguirre.
“Lo que sí está claro es que hay un mercado negro paralelo. A mí lo que más me preocupa es que hay un mercado negro que es bastante más grande de lo que uno conoce. Los libros sí están encontrando su lugar, están empezando a circular. Eso significa que hay alguien que los está vendiendo en esos lugares. Hay una red donde circula”, añade Paula Barría.
Sergio Toledo, en tanto, lamenta el trabajo perdido de toda una cadena que se genera para armar un libro, partiendo por su autor o autora. “Ese valor nadie lo calcula, no se calcula en su valor comercial el tiempo que demora hacer un libro, pero sí que es importante, porque sin tener esos procesos creativos anteriores, luego no tenemos los resultados que son los libros impresos, que se exponen a la luz pública de manera legal. Eso se rompe con situaciones como esta”, dice.






Comentarios
Añadir nuevo comentario