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Jueves, 29 de Mayo de 2025
Cultura capitalina

El adiós de un clásico: tras 38 años de trasnoche, cierra sus puertas el bar Berri del Barrio Lastarria

Camilo Solís

El inmueble de Lastarria con Rosal ya fue comprado, de manera que el dueño del bar, Eduardo de Azcuénaga, se apura en desocupar la taberna y retirar su entrañable mobiliario y decoración. El 30 de septiembre, cerrará las puertas al público. “Santiago se perdió un lugar como pocos”, menciona el tabernero.

“Durante toda la existencia del Berri, siempre fui el último en salir y cerrar el local”, dice Eduardo de Azcuénaga, de 76 años, sentado en una de las mesas del bar que con sus propias manos decoró y fundó en 1985, cuando no había ninguna otra cantina en el Barrio Lastarria. 

El bar Berri, uno de los más icónicos y tradicionales de Lastarria y de Santiago, cerrará sus puertas definitivamente luego de 38 años de historia el próximo sábado 30 de septiembre. Ya no saldrán desde sus puertas los murmullos, las risas y cantos de sus parroquianos, ni tampoco el sonido del piano que usualmente alguno de los asistentes se anima a tocar entre tragos.

―No voy a hacer nada el día del cierre ―comenta Eduardo sobre el 30 de septiembre―. ¿Por qué tendría que celebrar la muerte de un hijo?

La ‘gran casa Berri’, como denominan al voluminoso inmueble que se encuentra justo en la intersección de Lastarria con calle Rosal, encontró finalmente un comprador, de manera que las salas que ocupa el bar Berri en un costado del inmueble, están siendo desalojadas poco a poco. 

“La compró una institución de otro tipo. Ya no será un bar, ni un restaurante, ni nada por el estilo. Me avisaron hace ya un tiempo, así que ahora tengo que salir. Primero estoy desocupando el segundo piso, ¡que es una hermosura cómo lo tenía! Así que sólo estamos atendiendo aquí abajo hasta este sábado que viene”, mencionó en conversación con Interferencia Eduardo, o 'Don Berri', como prefiere que lo llamen.

De color azul las paredes y siempre en una penumbra acogedora. Desde los rincones de la taberna se asoma una multitud de cuadros y antigüedades que De Azcuénaga ha coleccionado con los años y utilizado para decorar el Berri con un detallismo que solo puede venir desde el afecto.

En una esquina hay un piano y, hacia el fondo, una enorme cafetera italiana de 1915 que probablemente es la mayor presea conseguida por el tabernero en sus múltiples paseos por Franklin en búsqueda de antigüedades.

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Eduardo de Azcuénaga junto a la cafetera italiana.
Eduardo de Azcuénaga junto a la cafetera italiana.

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Un pianista-parroquiano.
Un pianista-parroquiano.

Todo tendrá que retirarse prontamente dado que el nuevo comprador necesita los espacios sin falta durante este año.

En los últimos meses, Don Berri ha dedicado parte de su tiempo en averiguar si algún otro inmueble en el Barrio Lastarria está disponible para irse con todo el mobiliario y desembarcar con su bar en algún sitio cercano.

De hecho, a solo media cuadra (por Lastarria), cerró hace poco el bar Victorino, y hay otro local desocupado cerca en el mismo sector. Sin embargo, los elevados precios que se cobran por arriendo en el sector hacen imposible la idea de un traslado del Berri por ahora. 

Eduardo nació en las cercanías de Lastarria, en un recinto hospitalario que antiguamente se ubicaba cerca de la Plaza Italia en el año 47. En 1974, con 26 años a la sazón, se fue a vivir a España, donde se mantuvo durante algunos años para volver a Santiago en los ochenta. El 85 inauguró el Berri cuando no había ningún bar en el sector. 

―Todo era residencial, salvo algunos almacenes por aquí y por allá... lo que sí había en el barrio era el Les Assassins, que estaba aquí a la vuelta y cerró hace poco, pero ese era un restaurante, no una cantina como esta ―comenta sobre el barrio―. Luego me secundó el bar Biógrafo, y el Gatopardo… y además estaba el Torremolinos, pero esa siempre fue más bien una fuente de soda. 

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Eduardo de Azcuénaga afuera del Berri en 1985. Imagen cedida por su propietario.
Eduardo de Azcuénaga afuera del Berri en 1985. Imagen cedida por su propietario.

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El segundo piso del Berri hace algunos años, hoy cerrado. Imagen cedida por el propietario.
El segundo piso del Berri hace algunos años, hoy cerrado. Imagen cedida por el propietario.

Así las cosas, el Berri fue testigo del surgir de Lastarria como barrio gastronómico, bohemio y turístico durante las últimas décadas. Sus momentos más difíciles vinieron primero con el estallido social y luego con la pandemia y sus coletazos. 

A causa de eso, el Berri ya había estado a punto de cerrar, cuando en 2021 se anunció que un comprador extranjero había firmado una promesa de compraventa por el inmueble. Pero finalmente la venta no se concretó, de manera que la historia del Berri continuó unos años más animando la noche de Santiago.

“No me voy a ir a extramuros”, dice Don Berri, señalando que no se arriesgaría a estas alturas experimentando en un lugar distinto al Barrio Lastarria luego de 38 años familiarizado con el sector. Menos aún considerando los cambios que han habido en distintos sectores de la capital. Aún así, señala que procurará seguir trabajando porque no tiene interés en caer en la inactividad.

"Aquí tenía un segundo piso de otro planeta, hermoso. Con unos asientos del tren que antiguamente salía desde Plaza Italia por el Parque Bustamante en dirección sur. Estas mismas mesas… las compré a un bar del centro que cambió de mano. Y esa reja que ves allí, era de un balcón súper antiguo", dice sobre sus cosas, y agrega que "voy a guardarlas mientras tanto...  porque mi duda es si pudiera renacer el Berri en algún momento... cuesta creer que algo que yo pienso que es bello, se acabe así tan de repente".

―Yo creo que Santiago se perdió un lugar como pocos. No por la atención, porque aquí nunca atendimos con humitas ni nada de eso, pero este es un lugar especial, un clásico de Santiago ―cerró Eduardo, con la idea de que el Berri pudiera resurgir alguna vez en el futuro.

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Comentarios

Comentarios

Es lamentable que se siga destruyendo todo lo hermoso que te tenia santiago los sectores de izquierda son los causantes de destruir donde llegan.

Ni modo, las últimas veces que fui la experiencia dejaba mucho que desear. Una lastima que por seguir repitiendo la misma fórmula yno buscar asesores expertos . El rubro gastronómico pierde locales.

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