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Viernes, 19 de Abril de 2024
Marzo de 1985

El asesinato de los hermanos Vergara Toledo y la creación del Día del Joven Combatiente

Manuel Salazar Salvo

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Luisa Toledo con la imagen de uno de sus hijos. Foto de Kena Lorezini.
Luisa Toledo con la imagen de uno de sus hijos. Foto de Kena Lorezini.

En esta semana que termina, falleció Luisa Toledo, la madre de los hermanos Vergara Toledo. Ella se transformó en un símbolo de las organizaciones de derechos humanos, que durante décadas han luchado por verdad y justicia para sus familiares.

Admision UDEC

El diario La Nación, férreamente controlado por la dictadura militar, informó el 30 de marzo de 1985: Dos antisociales mueren al enfrentar a Carabineros.

A continuación el texto de la noticia señaló:

-Un funcionario de Carabineros resultó herido y dos civiles, con antecedentes delictuales, perecieron anoche durante un enfrentamiento registrado en La Villa Ferroviarios, en el sector de Las Rejas con Cinco de Abril de esta capital. De acuerdo a lo informado por fuentes policiales, el carabinero herido es el cabo, Marcelo Muñoz Cifuentes. Los antisociales abatidos fueron identificados como Rafael Vergara Toledo de 18 años y Eduardo Arturo Vergara Toledo, de 18. Las primeras informaciones indican que alrededor de las 19.15 horas los dos delincuentes asaltaron un negocio en la Villa Kennedy, huyendo. Al ser interceptados por la policía, que los persiguió hasta Ia Villa Ferroviarios, se produjo el enfrentamiento a balazos.

Los servicios de inteligencia del gobierno del general Augusto Pinochet, y también las policías, manipulaban los asesinatos políticos tratando de ocultarlos como hechos delictuales.

Como en muchos otros casos similares, lo informado no era cierta. Los servicios de inteligencia del gobierno del general Augusto Pinochet, y también las policías, manipulaban los asesinatos políticos tratando de ocultarlos como hechos delictuales. Los organismos defensores de los derechos humanos y toda la oposición los denominó “Falsos enfrentamientos”.

Esa misma noche del 29 de marzo de 1985, en la comuna de Lo Barnechea, fue asesinada por agentes de la CNI la militante del MIR Paulina Alejandra Aguirre Tobar.

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Paulina Aguirre Tobar.
Paulina Aguirre Tobar.

La Brigada Azul de la CNI seguía de cerca a los miristas de la Fuerza Central y a los hombres y mujeres que habían integrado las redes de apoyo a los guerrilleros de Neltume. Una de aquellas mujeres, Paulina Aguirre Tobar (“Luisa”), 21 años, arrendó a comienzos de 1985 una cabaña de madera en el interior de una parcela, en calle Pastor Fernández 16.100, en Lo Barnechea. La misma vivienda había sido alquilada antes por una mujer de unos 30 años, que dijo ser fotógrafa y a quien visitaba un hombre de la misma edad. En las noches, los vecinos sentían que martillaban, como si estuvieran realizando un trabajo de carpintería. La mujer abandonó la cabaña sorpresivamente al día siguiente de un robo en una casa vecina que motivó la presencia de personal de Investigaciones.

El terremoto del 3 de marzo agrietó la única pared de cemento de la vivienda habitada por Paulina. La dueña, quien residía en la misma parcela, le pidió a la joven que se acomodara en una pieza de su casa mientras reparaban la cabaña. Pero ella optó por trasladarse a la casa de su abuela, en la Villa Cumbres Andinas, en  Macul.

El 27 de marzo, los maestros que efectuaban las reparaciones debieron derribar la pared dañada y en el interior de un tabique de madera descubrieron paquetes de municiones. Alertaron a la propietaria y ésta dio aviso al Ministerio de Defensa. Al lugar llegó un equipo de la CNI, que dejó una guardia permanente esperando el regreso de Paulina.

Según la versión entregada por la CNI, Paulina regresó el 29 de marzo, a las 23.15 horas. Cuando la joven abrió la puerta del antejardín, le habrían ordenado que se detuviera e identificara. Entonces, ella habría sacado un arma de su bolso con la que  disparó a los agentes. Al repeler el ataque, éstos la habrían herido mortalmente. El informe de autopsia registró ocho entradas de bala, dos de las cuales le atravesaron la cabeza. La muchacha pereció al instante. La investigación realizada durante el proceso reveló que Paulina estaba siendo seguida con anterioridad, que iba desarmada y que la asesinaron a sangre fría. 

La joven pidió ingresar al MIR a los 15 años. Había visto a su padre, Luis Aguirre Smith, torturado en Calama y después preso en la Penitenciaría de Santiago.

La primera luz para dar con los autores la proporcionó una agente de la CNI, Ema Verónica Ceballos Núñez, perteneciente a la Armada, quien declaró que el operativo en El Arrayán fue comentado en la Brigada Azul por un sujeto denominado “El Paco Aravena”, quien estudiaba Leyes y se jactaba de haber dado muerte a la joven mirista. Otro agente reveló que Paulina Aguirre era seguida desde hacía un mes. Ema Ceballos reconoció luego al “Paco Aravena” en una serie de fotografías que le mostró el juez Juan Guzmán Tapia, identificándolo como Miguel Ángel Soto Duarte. Resultó ser el agente que disparó las balas que provocaron la muerte inmediata de la muchacha. Cuando ya había caído, los agentes Alejandro Astudillo Adonis y Jorge Andrade Gómez le siguieron disparando. Álvaro Corbalán y el entonces capitán Krantz Bauer, quienes dieron las órdenes, siguieron paso a paso el “operativo” y se encargaron del montaje posterior para simular un enfrentamiento.

La joven pidió ingresar al MIR a los 15 años. Había visto a su padre, Luis Aguirre Smith, torturado en Calama y después preso en la Penitenciaría de Santiago. Su tío Pedro, trabajador de Chuquicamata, estuvo recluido en la cárcel de Copiapó y su tío Carlos Acuña Álvarez fue fusilado en Antofagasta. 

El 20 de julio de 2005 el ministro en visita Jorge Zepeda dictó condenas contra cinco ex agentes de la CNI, como responsables del homicidio calificado de Paulina Aguirre Tobar. Los culpables eran el mayor (r) de Carabineros Miguel Soto Duarte (“El paco Aravena”), condenado a cinco años y un día; el suboficial (r) de la FACh, Alejandro Astudillo Adonis, a tres años y un día; el mayor (r) del Ejército Álvaro Corbalán Castilla, cinco años y un día; el teniente coronel (r)  de Ejército Krantz Bauer Donoso, a cinco años y un día); y, el teniente coronel (r) Jorge Andrade Gómez, subcomandante del cuartel Borgoño. 

Se aclaran los hechos

Tras la muerte de los hermanos Vergara Toledo, en los días siguientes, poco a poco, se fue conociendo la verdad de lo ocurrido en el caso de los hermanos Vergara.

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El funeral de los hermanos Vergara.
El funeral de los hermanos Vergara.

El padre de los jóvenes, Manuel Vergara, relató:  

-Parece que Rafael no murió inmediatamente. Parece que lo arrastraron, los juntaron y Rafael, el más chico, estaba vivo todavía y estiró la mano para tomar a su hermano y ahí murió... Para mí eso me da una gran satisfacción... como los hijos, los hermanos... es posible que se quieran tanto de dar la vida por el otro; de tratar de acercarse... eso para uno como padre realmente lo hace sentirse bien.

“No entendemos por qué ese día ellos estaban juntos. Creemos que se juntaron por algo efectivo. Estuvieron todo el día en el sector, mucha gente los vio, visitaron amigos y familias. Sabemos dónde tomaron desayuno, sabemos que Rafael jugó con algunos niños. Después supimos que la Tenencia Alessandri recibió una llamada telefónica a las siete y cuarto de la tarde sobre la presencia de sospechosos en el sector.

"Eduardo murió instantáneamente, Rafael quedó herido, fue subido al furgón y rematado ahí. Posteriormente su cuerpo fue arrojado junto al de su hermano”.

“Carabineros ordenó que se detuvieran y según algunas personas, no se detuvieron... arrancaron, el furgón los siguió pidiendo refuerzos; los acorralaron y un carabinero disparó obligándolos a huir hacia donde los estaban esperando y ahí los acribillaron. Eduardo murió instantáneamente, Rafael quedó herido, fue subido al furgón y rematado ahí. Posteriormente su cuerpo fue arrojado junto al de su hermano”.

Roberto Bolton, un prestigiado cura obrero, sacerdote diocesano, escribió más tarde un testimonio  donde expresó: 

-Al atardecer del día 29 de marzo de 1985, en los sectores populares de la ciudad de Santiago, donde se esparció como un reguero de pólvora la noticia: “mataron a Eduardo y Rafael Vergara!", se produjo una especie de espasmo de tragedia, de dolor, de indignación y de impotencia. Carabineros había asesinado a dos de los mejores y más queridos elementos de la juventud de la zona oeste de la capital”.

“La eucaristía que celebré al día siguiente en la Villa Francia, en el pequeño altar que situamos entre los dos cuerpos, es la más estremecedora que he celebrado en casi cuarenta años de sacerdote”.

El funeral del día 31; el traslado de los restos en hombros de sus compañeros, desde Villa Francia hasta la Iglesia de Jesús Obrero; la eucaristía que allí se concelebró por decenas de sacerdotes en medio de una muchedumbre que el vasto templo no pudo contener; la marcha, después, al cementerio entre banderas, aclamaciones, consignas y cantos, fueron actos que revistieron una mezcla de fe pública religiosa y de combatividad vibrante pocas veces vistas.

Después, todos los meses, el día 29 de marzo, hubo en la Villa Francia, hoy comuna de Estación Central, una romería, un acto o una celebración en el lugar donde vivieron y donde murieron los Vergara, siempre significativa y activamente presididas por Manuel y Luisa, sus padres. Cada vez, y poco a poco, estos actos se fueron transformando en un proceso, que -no está muy claro cómo- concluyó en el Día del Joven Combatiente ya bien transcurridos los años 90’, tras el retorno de la democracia.

Tres años más tarde, el 5 de noviembre de 1988, otro hermano Vergara Toledo, Pablo Orlando, de 25 años de edad, fue abatido en una acción de propaganda armada del MIR.

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Aracelli Romo.
Aracelli Romo.

La familia Vergara Toledo era muy católica y de gran actividad en las comunidades cristianas de base de la zona poniente de Santiago. Los hijos, sin embargo, optaron por el camino revolucionario para luchar contra la dictadura militar e ingresaron al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, donde formaron parte de las milicias de aquel grupo político. 

Tres años más tarde, el 5 de noviembre de 1988, otro hermano Vergara Toledo, Pablo Orlando, de 25 años de edad, fue abatido en una acción de propaganda armada del MIR en los alrededores de la ciudad de Temuco. Junto a Pablo, murió también la joven Araceli Romo Álvarez, de 26 años.

25 años después

Los carabineros que asesinaron a los hermanos Eduardo y Rafael fueron finalmente  condenados en agosto del 2010 tras un fallo de la Corte Suprema que rebajó las penas que le había aplicado en primera instancia el ministro que investigó la causa.

Los policías Alex Ambler Hinojosa y Francisco Toledo Puente recibieron siete años de prisión y Jorge Marín Jiménez recibió la condena de 10 años y 1 día de presidio, pero en febrero de 2017 la misma Corte Suprema le concedió el beneficio de la libertad, es decir, ni siquiera cumplió la pena efectiva.

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Hermanos Vergara Toledo.
Hermanos Vergara Toledo.

Nunca se aclaró si el crimen de los carabineros fue un “encargo” de alguna de las jefaturas de la CNI.

Desde el crimen de Eduardo y Rafael, la madre de los jóvenes, Luisa Toledo, luchó incansablemente para esclarecer qué había ocurrido con sus hijos y hacerles justicia. Ella se convirtió en uno de los grandes símbolos y referentes de las organizaciones defensoras de derechos humanos que no han reposado en casi 50 años en busca de verdad, justicia, reparación y memoria para sus familiares y amigos, víctimas de la dictadura militar del general Pinochet.



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Eduardo y Rafael Vergara Toledo fueron asesinados cuando se aprestaban a conmemorar el 1er año desde la muerte de Mauricio Maigret, caído en combate contra carabineros del cuartel de las Fuerzas Especiales de Carabineros de la Población Teniente Merino y sobre una patrullera de la Comisaría Cerro Navia que acudió en su apoyo como parte de dos unidades milicianas de la Resistencia de la comuna de Pudahuel, como una forma de respuesta a las muertes civiles en la reciente jornada de protesta del 27 de marzo de 1984.

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