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Viernes, 27 de Junio de 2025
[Jueves de medios]

El espejo distorsionado de la prensa

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

Desde el estallido social la credibilidad en los medios chilenos sufrió una caída estrepitosa. Las razones parecen apuntar a su cercanía con las elites y los sectores ideológicamente afines a ese grupo. Pese a haber sido años particularmente noticiosos, la confianza en la prensa tradicional no ha logrado repuntar.

Por sexto año consecutivo el Reuters Institute de la Universidad de Oxford incluyó a Chile en su informe anual Digital News Report, extenso estudio que analiza la realidad mediática e informativa de 46 países del mundo.

De acuerdo con los resultados analizados por los académicos Francisco Fernández (PUC) y Enrique Núñez-Mussa (Michigan State University), los medios chilenos no se reponen aún del todo del terremoto que significó el estallido social de 2019 tras el cual su credibilidad se derrumbó un total de 15 puntos porcentuales. De acuerdo con el informe de 2020, el motivo para tan abrupta caída fue que los medios eran percibidos como demasiado cercanos a las elites, desentendiéndose de los problemas de fondo que afectaban a la población. “Los periodistas son vistos como parte de una clase política no representativa y hay resentimiento en las calles por la cobertura de noticias en la televisión y en la prensa”, señaló entonces el estudio.

Hoy, dos años más tarde, la credibilidad en los medios chilenos vive un repunte y alcanza el 38%, pero todavía lejos del 47% que llegó a tener antes del estallido. La confianza sigue siendo baja para estándares internacionales, al punto que apenas el 18% de los encuestados cree que nuestros medios son ajenos a la influencia indebida de la política y 17% cree lo mismo de las presiones de sectores empresariales.

La crisis más pronunciada parece estar en la prensa escrita, la que representa una fuente de noticias para solo el 21% de la población, muy lejos del 46% de 2017. Dicho en otras palabras, la prensa escrita ha perdido más de la mitad de su fuerza en apenas cinco años.

¿Qué es lo que explica esta estrepitosa caída? ¿Cómo entender que en los años más noticiosos de las últimas décadas –con constantes de elecciones, revueltas sociales, una pandemia y la redacción de una nueva Constitución– la prensa escrita no logre frenar el derrumbe? A juicio de los autores del informe, los dos grandes diarios, El Mercurio y La Tercera, han optado por caminos distintos. Mientras el primero se aferra a su edición impresa, el periódico de Copesa ha apostado por lo digital. En ambos casos, las ediciones de fin de semana son sus caballitos de batalla.

La cobertura del trabajo constituyente asoma como otra interesante muestra de cómo los diarios han optado por crear escándalos de temas que terminaron cayendo por su propio peso [...]  Quizás uno de los ejemplos más groseros fue la portada de La Segunda del 31 de mayo que aseguró: “Convención a punto de descabezar la Corte Suprema”. Pocos días después, el 7 de junio, el diario se vio obligado a informar –en un espacio bastante menos protagónico de su portada– que “no habrá descabezamiento judicial”.

El imparable auge de las noticias digitales aparece como una de las más obvias respuestas a la crisis de la prensa escrita. El reducido porcentaje de consumidores dispuesto a pagar por las noticias que reciben tampoco aparece como un escenario favorable para estos medios que apuestan a las suscripciones de largo plazo. Si bien la prensa escrita se anota cada cierto tiempo un golpe digno de aplausos –fue El Mercurio el que reventó el caso de Nicolás López y La Tercera el que destapó la verdad de Rodrigo Rojas Vade– vale la pena preguntarse hasta qué punto los diarios nos han ayudado a entender de mejor manera este Chile convulso de los últimos años.

¿Han logrado estos medios entregarnos una versión desinteresada de este país que hace menos de tres años se cansó de los abusos? ¿Han estado dispuestos a sacudirse de sus compromisos corporativos para dar cuenta del proceso de transformaciones que vivimos? A la luz de lo que leemos cada mañana, esto no parece ser así y la apuesta ha sido subrayar una serie de errores, minucias y noticias parciales que entorpecen el entendimiento más que facilitarlo. Estos medios son un espejo que muchas veces refleja la realidad con todos sus matices, pero que también –más a menudo de lo deseable– entrega visiones distorsionadas por los intereses de sus dueños y el modelo que se intenta salvaguardar.

La visita de Gabriel Boric a Norteamérica es un buen ejemplo de lo anterior, con una pronunciada cobertura del momento en que el Presidente no se percató de la presencia del representante estadounidense John Kerry. El error llegó a ocupar incluso el titular de portada de LUN, con la cara de Kerry destacada al interior de un círculo rojo. Tuvo que ser Sebastián Edwards, economista no muy dado a celebrar al gobierno actual, quien en una columna en La Tercera señaló que el viaje “fue todo un éxito” y que el gaffe “en nada empaña la imagen positiva que dejó Boric tanto en Canadá como en Estados Unidos”. Esta mirada, que privilegió el tema de fondo por sobre el chascarro, brilló por su ausencia en la mayoría de los análisis de la prensa.

La cobertura del trabajo constituyente asoma como otra interesante muestra de cómo los diarios han optado por crear escándalos de temas que terminaron cayendo por su propio peso. Como señaló el periodista Jon Lee Anderson en su celebrado reportaje para The New Yorker, “muchas de las propuestas poco prácticas fueron rechazadas. Pero los medios, particularmente los de derecha, han presentado un goteo constante de noticias sobre las ideas más extrañas”. Quizás uno de los ejemplos más groseros fue la portada de La Segunda del 31 de mayo que aseguró: “Convención a punto de descabezar la Corte Suprema”. Pocos días después, el 7 de junio, el diario se vio obligado a informar –en un espacio bastante menos protagónico de su portada– que “no habrá descabezamiento judicial”. Lejos de estar “a punto” de aprobarse, la norma quedó corta en más de una treintena de votos.

Los últimos ejemplos dicen relación con el poder que algunos de los más poderosos avisadores tienen sobre nuestros medios. La Sociedad Nacional de Agricultura ha publicado durante los últimos dos meses una serie de avisos que promueven la necesidad de cambios, pero “con los pies en la tierra”. La campaña ha dado pie a una serie de afirmaciones derechamente falsas, las que fueron criticadas con firmeza por la presidenta de la comisión de Agricultura de la Cámara Consuelo Veloso.

Los últimos ejemplos dicen relación con el poder que algunos de los más poderosos avisadores tienen sobre nuestros medios. La Sociedad Nacional de Agricultura ha publicado durante los últimos dos meses una serie de avisos que promueven la necesidad de cambios, pero “con los pies en la tierra”. La campaña ha dado pie a una serie de afirmaciones derechamente falsas, las que fueron criticadas con firmeza por la presidenta de la comisión de Agricultura de la Cámara Consuelo Veloso. Por irónico que suene, los agricultores están “sembrando mentiras”, y lo están haciendo a página completa a través de los principales diarios del país.

Una similar campaña de desinformación es la que ha comenzado la Asociación de AFP, la que a través de publicidad pagada y entrevistas con los medios ha comenzado a instalar la idea –altamente discutible y alejada de los parámetros internacionales– de que el sistema previsional chileno es de “seguridad social”, “tripartito” y “mixto”. Mientras expertos como Ignacio Schiappacasse se han encargado de develar la falsedad y de explicar las características reales del sistema chileno, los medios parecen estar agachando la cabeza ante el poder que ostenta uno de los sectores que más dinero invierte en publicidad en nuestros medios.

Es esta arraigada costumbre de convertirse en la voz de estos sectores poderosos e ideológicamente cercanos los que parecen impedir que se solucione el problema de los bajos niveles de credibilidad y caída en la influencia de parte de nuestros medios. Los chilenos comienzan finalmente a leer el texto de la nueva Constitución y en él no aparece ninguna de las altisonantes propuestas de normas que tantas portadas ocuparon por meses.

No es la irrupción de nuevos actores per se lo que parece estar motivando el declive de la prensa escrita, sino más bien la posibilidad que estas nuevas plataformas entregan para contrastar lo que cada mañana aparece escrito en los diarios. Se trata de espejos, quizás más pequeños y precarios, pero en los que el reflejo que vemos se asemeja con mayor precisión a la realidad de todos los días.



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Excelente artículo. Solo agregaría la guinda del pastel en cuanto a medios de comunicación: La TV, que por enemplo incluye como panelista estable a la ex ministra Rubilar para comentar las políticas sociales de Boric (insólito verla explicando los bonos actuales) o la crisis de La Red, justo previo al plebiscito (donde por fin invitados no serían atacados por argumentar a favor del Apruebo). La cobertura de Nicolás Lopez y Rojas Vade se cae hacia la nada sin una posición ética que sustente la interpretación de la información.

Un artículo para leerlo, sentirlo, entenderlo y compartirlo. Apagué hace días el televisor, compro La Estrella (Valparaíso) para resolver el puzzle y el Sudoku. Luego me sirve para encender la estufa a leña. He vivido ¡tantos años!, creyendo las mentiras de la prensa y la televisión, y me duele haberlo hecho. Yo Apruebo.

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