Estamos donde tú estás. Síguenos en:

Facebook Youtube Twitter Spotify Instagram

Acceso suscriptores

Viernes, 19 de Abril de 2024
Newsletter 'La Semana'

El hacha de guerra de Netanyahu

Andrés Almeida

campana_de_netanyahu.jpg

Campaña de Netanyahu entre árabes-israelíes. Parte del laberinto de la política interna previa al conflicto que el primer ministro no pudo resolver en las urnas.
Campaña de Netanyahu entre árabes-israelíes. Parte del laberinto de la política interna previa al conflicto que el primer ministro no pudo resolver en las urnas.

Nuevamente la atención mundial vuelve sobre el conflicto palestino-israelí, el cual parece reemerger de la caja de herramientas para resolver política doméstica de Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel.

Admision UDEC

Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado sábado 15 de mayo, y ahora se comparte para todos los lectores.

Es difícil recordar un momento en que Israel haya gozado de tan buena prensa como durante la pandemia, en especial cuando logró un contrato con Pfizer y rápidamente inoculó a gran parte de su población, la primera a nivel mundial en volver a cierta normalidad. Fue tan así, que el inveterado conflicto palestino-israelí quedó en un raro segundo plano.

Esto es tan válido para la política doméstica -más preocupada de una crisis parlamentaria en la que no se ha podido establecer un nuevo gobierno en cuatro elecciones seguidas- como para el escenario internacional, donde incluso en el ascenso de Joe Biden al poder, el tema del Medio Oriente fue resuelto con un par de gestos; la nominación de Antony Blinken como secretario de Estado, quien es judío, y el anuncio de restablecimiento de relaciones y de ayuda internacional con la Autoridad Palestina, que ejerce su mandato en Cisjordania.

Hasta el domingo 9 de mayo pasado...

En torno a ese día -en el que los israelíes conmemoran el día de la recuperación de Jerusalén en 1967- se han producido varios eventos agresivos por parte de israelíes que provocaron la ira de los palestinos, como por ejemplo el desfile de jóvenes colonos que exigían recuperar para la fe judía zonas sagradas en el barrio que está en torno a la mezquita de Al-Aqsa, las que hoy son administradas por autoridades musulmanas. Algo que fue hecho en calles palestinas junto con proferir violentas proclamas anti-árabes ancladas en pasajes de la Biblia y que provocó enfrentamientos entre civiles y una violenta reacción de la policía israelí. O, el hecho de que se haya optado entonces por presionar el desalojo de seis familias palestinas de un barrio aledaño, para dar cumplimiento a una sentencia judicial que ordena devolver esos inmuebles a dueños judíos que los perdieron para la Guerra de 1948.

Para mayores detalles y profundidad política y cultural de estos episodios, es recomendable este artículo (en español) de The New York TimesEnfrentamientos en la mezquita de Al-Aqsa: esto es lo que pasa.

Todos los caminos apuntan a Benjamin Netanyahu, el histórico líder de la derecha israelí y primer ministro del país, quien protagoniza una aguda crisis política, pues en cuatro elecciones consecutivas no ha obtenido una ventaja electoral ni alianzas parlamentarias suficientes como para conformar gobierno.

Con efecto de carambola, estos hechos animaron a Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, el otro enclave palestino de la zona en conflicto, a lanzar un ataque de misiles hacia territorio israelí, lo que produjo ocho muertos -hasta el cierre de esta edición-y una escalada misilística de castigo, que ha dejado más de 120 muertos palestinos, incluida una treintena de niños. Esto, con el efecto adicional de fortalecer las posiciones de Hamás -una organización islamista que proclama la violencia contra Israel y que gobierna Gaza- debilitando el ya débil gobierno de Mahmoud Abbas en Cisjordania, el que incluso había pospuesto elecciones ante el temor de una derrota frente a sus rivales islamistas.

Al respecto, es interesante el artículo de The New York Times, Retraso en el voto palestino prolonga la división entre Cisjordania y Gaza.   

¿Qué llevó a Israel a provocar una situación como ésta?

Todos los caminos apuntan a Benjamin Netanyahu, el histórico líder de la derecha israelí y primer ministro del país, quien protagoniza una aguda crisis política, pues en cuatro elecciones consecutivas no ha obtenido una ventaja electoral ni alianzas parlamentarias suficientes como para conformar gobierno, estando presionado cada vez más por el líder opositor Yair Lapid.

"Esta polarización es justo lo que Netanyahu necesita en este momento. Hace ocho días, Yair Lapid, del Partido Yesh Atid, recibió el mandato presidencial para tratar de formar un gobierno; probablemente sería una fusión extraña de partidos de izquierda, derecha, centristas y árabes. Netanyahu sabía muy bien que su única oportunidad de adelantarse a este gobierno, cuyos miembros estarían unidos principalmente en la oposición a é, era crear una atmósfera que hiciera del conflicto palestino-israelí un tema central", escribe Bernard Avishai en su artículo para The New Yorker Hamas y Netanyahu están apostando peligrosamente en Jerusalén.

Ese es el análisis también de la izquierda israelí, como da cuenta esta columna de opinión escrita por Louis Fishman en Haaretz, el principal periódico de Israel: Netanyahu está llevando a Israel a una guerra civil entre judíos y palestinos. "El mayor truco de magia de Netanyahu había sido cegar a los judíos israelíes ante la opresión de los palestinos por parte de su estado. Pero incluso el castillo de naipes más cuidadosamente construido finalmente comienza a derrumbarse, y eso es exactamente lo que está sucediendo ahora ... El netanyahuismo inexpugnable, el trabajo de un maestro ilusionista, se está haciendo añicos", dice el analista, en relación a una idea extendida en la política israelí, la cual observa el estatus quo -es decir, una situación sin solución al conflicto, dominada por la fuerza- como una nueva normalidad histórica.

En una línea muy similar, escribe Shlomo Ben-Ami, uno de los intelectuales progresistas israelíes más relevantes: "Israel no puede proclamar victoria. El estallido sacudió la frágil coexistencia entre judíos y árabes dentro de sus fronteras, y destruyó el consenso interno que decía que el nacionalismo palestino estaba derrotado y que una solución política al conflicto ya no era necesaria. Y mientras se intensifica la violencia, para ambas partes ya es evidente que la era de las guerras y victorias gloriosas del pasado terminó". Este artículo está disponible en español en Project-Syndicate bajo el título: El fin de la autocomplacencia israelí.

Eso, en el largo plazo, pero, como dice Axios Tel-Aviv, el newsletter de esta publicación estadounidense dedicada a la polítíca israelí; Bibi barómetro; la crisis saca de la pista a Bennett y Lapid, en referencia al apodo de Netanyahu (Bibi) y los dos rivales de política interna -a su derecha y a su izquierda- de este halcón.

En este artículo



Los Más

Ya que estás aquí, te queremos invitar a ser parte de Interferencia. Suscríbete. Gracias a lectores como tú, financiamos un periodismo libre e independiente. Te quedan artículos gratuitos este mes.

En este artículo



Los Más

Comentarios

Comentarios

Añadir nuevo comentario