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Jueves, 17 de Julio de 2025
[Sábados de streaming - Series de TV]

Kleo: Venganza, terapia y liberación

Juan Pablo Vilches

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Kleo.
Kleo.

Tras dos vertiginosas temporadas, la serie conserva su gracia y agilidad para saltar de un género en otro y poner todo al servicio de una historia de emancipación.

Kleo no es original ni pretende serlo. Su estructura ósea desciende genéticamente de Kill Bill (Quentin Tarantino, 2003-2004) y, por extensión, de La novia vestía de negro (François Truffaut, 1968), mientras que parte de su musculatura viene heredada por la ostalgie (nostalgia del comunismo) de Good Bye Lenin! (Wolfgang Becker, 2003).

Y su piel –su colorida piel– recubre el enrarecido periodo que va entre la caída del muro de Berlín y la reunificación alemana con una estética vital y llena de tonalidades, como la de Almodóvar en los años 80, quien a su vez la heredó de dos maestros alemanes del color y del melodrama, llamados Douglas Sirk y Rainer Werner Fassbinder.   

Bonito caldo el de Kleo, esta exitosa y premiada serie alemana que sorprendió gratamente a la audiencia global con su primera temporada, montada en el thriller, la acción, el humor (generalmente negro) y unas cuantas gotas de absurdo lisérgico-místico; para volver a presentarse este 2024 con la continuación natural e inmediata en términos de trama… y dejar la puerta abierta para una tercera (y suponemos final) temporada. Ya veremos por qué.

Kleo Straub (Jella Haase) es, antes que todo, una joven y atractiva agente de la Stasi con amplia licencia para matar, quien en 1987 cae inexplicablemente en desgracia tras cumplir una exitosa misión en Berlín Occidental. Traicionada por su abuelo/jerarca del régimen, por su jefe, por su novio/supervisor y por el país al que dedicó su vida, termina en prisión, sufre un aborto y es amnistiada apenas cae el muro de Berlín.

Así, la serie empieza con Kleo vagando por un mundo en mutación acelerada y tratando de entender la nueva realidad mientras se esmera por saber por qué cayó en prisión. En paralelo, le seguimos la trayectoria a Sven Petzold (Dimitij Schaad), su opuesto absoluto, un policía de Berlín Occidental que se obsesiona con ella y su última misión. En parte porque le atrae; en parte porque esto le puede servir como trampolín en su abúlica carrera policiaca.

En poco tiempo, las trayectorias convergen para dar vida a una pareja dispareja entre una mujer poderosa y un hombre aparentemente débil e inútil; donde él aporta el relajo cómico y ella se comporta como una heroína de acción hecha y derecha, que además desfila por la pantalla –y por diversas ciudades de Europa y de Sudamérica– con atuendos deliberadamente estilosos y música deliberadamente ad-hoc.

Kleo no es original ni pretende serlo. Su ameno trayecto de investigación y venganza no solo toma la trama de una película de Tarantino, sino la compulsión bien ejecutada por hacer que todo lo que rodee a su protagonista sea –a falta de otra palabra mejor– cool, incluso la supuestamente monolítica y gris Alemania Oriental.

Y junto con la sangre, los muertos, la moda, el diseño y el color, Kleo es también una historia de desplazamientos en el espacio, en el tiempo (pues se escarba en el pasado familiar de la protagonista) y finalmente en su mente. Una mente que no tiene toda la información que debería tener, y la serie se las arregla bastante bien para mantener la causa de esto en la ambigüedad: ¿hay un trauma demasiado grande? ¿O un caso extremo de manipulación mental propio de los regímenes totalitarios?

Kleo no es original, pero tampoco es simple. La búsqueda casi psicoanalítica de su pasado familiar coincide con un proceso de construcción y reconstrucción de ella misma, facilitada y acelerada con la ayuda de los amigos. Sven, por cierto, que además de ser un enamorado en negación hace de pepe grillo para morigerar su propensión homicida; y Thilo (Julius Feldmeier), otro alemán occidental, que baila tecno para drogarse y se droga para bailar.

Se puede decir que la serie funciona bastante bien, aunque a medida que se adentra en la segunda temporada, se empieza a notar que las ideas y los trucos parecen agotarse. Primero, porque las estructuras de ambas temporadas son bastante parecidas, y sus soluciones son cada vez rocambolescas; segundo, porque el desfile de cadáveres no tiene nada que envidiarle a Game of Thrones (Benioff y Weiss, 2011-2019), lo que en realidad termina acorralando a la serie en una eventual tercera temporada bastante breve. Simplemente porque queda muy poca gente por matar.

No es ninguna casualidad que los dos hombres que “humanizan” a Kleo sean unos occidentales tan inofensivos como una mosca, mientras que los hombres alemanes orientales cubran una gama que va desde el no-muerto, pasando por el patriarca y el fanático hasta el embustero, y donde todos son sumamente peligrosos. Sí puede ser una casualidad que el tipo físico de Kleo sea sospechosamente parecido al de Angela Merkel, quien de hecho creció en Alemania Oriental.

Por todos los elementos mencionados, se puede decir que la serie funciona bastante bien, aunque a medida que se adentra en la segunda temporada, se empieza a notar que las ideas y los trucos parecen agotarse. Primero, porque las estructuras de ambas temporadas son bastante parecidas, y sus soluciones son cada vez rocambolescas; segundo, porque el desfile de cadáveres no tiene nada que envidiarle a Game of Thrones (Benioff y Weiss, 2011-2019), lo que en realidad termina acorralando a la serie en una eventual tercera temporada bastante breve. Simplemente porque queda muy poca gente por matar.

Y sin embargo, corre por debajo un torrente vital que emerge esporádicamente en la forma de diálogos explícitos o acciones inexplicables por parte de Kleo, un torrente de emancipación respecto de su pasado, su ideología y su entrenamiento, para decantar en la vieja idea el libre albedrío. Como lo muestra la potente y concisa escena con Ramona (Marta Sroka), su némesis y referente, y como se refrenda en las decisiones que va tomando a medida que la segunda temporada llega a su final.

Así, Kleo se presenta ante el espectador como una experiencia bastante completa: atractiva en lo visual, refrescante en lo musical, precisa como serie de acción y muy bien escrita en su veta cómica. Una experiencia que se vale del género (o de una mezcla de estos) para dar cuenta del renacimiento de una persona, a través de un juicio crítico del pasado comunista del país y de su presente abyectamente plegado a los designios estadounidenses.

En suma, Kleo no es original; pero eso tampoco es tan importante.

 

Acerca de...

Título original: Kleo
País: Alemania
Exhibición: Dos temporadas y contando (2022-  )
Creada por: Hanno Hackfort, Richard Kropf y Bob Konrad
Se puede ver en: Netflix



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