Ni se le ocurra acercarse a la intersección de Morandé con Catedral, porque allí habitan uos seres delirantes que engendran imbunches, adefesios, monstruos y aberraciones varias. Aunque suenen pueriles, los conceptos enunciados son la exacta reproducción de vocablos vertidos esta semana en torno al acuerdo de la Comisión de Sistema Político de la Convención Constitucional.
La estridencia reflejó el profundo dolor que causa la pérdida circunstancial y personal de poder. Poco tiene que ver con el saludable escrutinio público ni con el debate técnico del derecho constitucional o de las ciencias políticas sobre un nuevo régimen de presidencialismo atenuado con bicameralismo asimétrico.
El griterío más bien responde a que ese acuerdo logró desarticular una de las operaciones más toscas que se haya conocido en torno a la Convención Constitucional: el salvataje a un puñado de políticos que pone por delante el confort de al menos 20 años de asiento en la Cámara Alta (a los que llevan cuatro años les quedan cuatro además de dos reelecciones por ocho años cada una; y en el caso de los recién elegidos podrían estar 24 años).
El poder que pierde el bloque socialista democrático es de trece senadores, mientras Apruebo Dignidad renunciaría solo a seis.
El griterío más bien responde a que ese acuerdo logró desarticular una de las operaciones más toscas que se haya conocido en torno a la Convención Constitucional: el salvataje a un puñado de políticos que pone por delante el confort de al menos 20 años de asiento en la Cámara Alta
La frustración de ambiciones de los senadores en ejercicio fue torpemente desnudada por el cientista político Mauricio Morales, quien se burló del bicameralismo asimétrico advirtiendo que “si quieres ser humillado como político preséntate como candidato a la Cámara de Regiones”.
Los deshonrados senadores habían elegido apenas tres semanas antes al socialista Alvaro Elizalde como presidente de la corporación, con el mandato expreso de usar su ascendiente sobre el colectivo socialista de convencionales, para revertir o al menos atenuar el acuerdo de bicameralismo asimétrico. Tan crucial fue esa misión de sobrevivencia que a la derecha le costó el virtual quiebre de su coalición y la pérdida de una posibilidad cierta de encabezar la Cámara Alta por cuatro años.
Más tarde, los siete senadores socialistas y los seis del PPD estuvieron dispuestos a poner en vilo su frágil alianza de gobierno con Apruebo Dignidad, al exigir al ministro de la Presidencia, Giorgio Jackson, la intervención directa del presidente Gabriel Boric en la Convención Constitucional.
Mantener el principal bastión de poder del PS y el PPD bien valía el costo de debilitar la instalación de su nuevo Gobierno. Tanto así que el senador Fidel Espinoza ni siquiera se puso colorado cuando acusó a Jackson de pretender “dejar mal al Senado con la Convención” por apurar el proyecto de indulto a los presos de la revuelta.
Según los senadores, el inminente rechazo de la iniciativa fortalecería las posiciones unicameralistas de los constituyentes.
La arquitectura acordada en la Comisión de Sistema Político tiene virtudes y defectos, como cualquier otro régimen político democrático. La literatura académica acumula un vasto acervo con argumentos a favor y en contra de la cámara única y del bicameralismo asimétrico. El constitucionalista Tomás Jordán ha explicado que la experiencia comparada muestra modelos que inspiraron el acuerdo de los convencionales, como el “Senado acotado” que existen en España y Alemania, o el “Senado Inclinado” que se construyó en Francia
La arquitectura acordada en la Comisión de Sistema Político tiene virtudes y defectos, como cualquier otro régimen político democrático. La literatura académica acumula un vasto acervo con argumentos a favor y en contra de la cámara única y del bicameralismo asimétrico.
Y si el problema fuera el peligro autoritario por el dominio legislativo de una Cámara Proporcional sin contrapeso, cómo se explica que el 58% de los regímenes presidencialistas sean unicamerales, al igual que el 57% de los países parlamentaristas y el 63% de los semipresidenciales. De los 190 países asociados a la Unión Interparlamentaria, 77 son bicamerales y 113 son unicamerales.
Se rebate al respecto que en el caso latinoamericano las experiencias de Venezuela y Ecuador no son buenos ejemplos, pero también existe una sola cámara en países estables como Costa Rica.
Los argumentos teóricos y la experiencia en otros países son imprescindibles para una deliberación tan relevante como la que tiene lugar en la convención, siempre que con ellos no se encubran intereses corporativos y ambiciones de poder.
Comentarios
Sesgada y acotada la columna.
Unicameralismo? Bicameralismo
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