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Jueves, 7 de Agosto de 2025
Opinión

'La Gente' sí, los corruptos no

Yasna Lewin

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Foto: ITV Patagonia
Foto: ITV Patagonia

El populismo de Franco Parisi es como el 'FraFrá' de 1989, quien obtuvo un millón 77 mil  votos, prometiendo ética y soluciones fáciles, aunque en realidad era un epítome de las malas prácticas; ¿qué harán los diputados del Partido de la Gente? Frente a situaciones similares, los constituyentes de la extinta Lista del Pueblo repudiaron los hechos y dejaron la organización. 

Ayer 9 de diciembre fue el Día Internacional Contra la Corrupción, un flagelo que nutre el malestar ciudadano y suele ser utilizado por el populismo. La experiencia histórica es profusa en liderazgos carismáticos con retórica antielitista, que se aprovechan del desafecto hacia instituciones degradadas e indiferentes a las demandas populares.

El desprestigio institucional suele ser capitalizado por algún populista que se considera a si mismo una extensión “del pueblo” o “de la gente” y habla en su nombre para confrontar a “los políticos”. Los populistas descalifican a los clivajes tradicionales, rechazando binomios como izquierda-derecha, liberal-conservador o democrático-autoritario; para reemplazarlos -como describen el holandés Cass Mude y su par chileno Cristóbal Rovira- por una nueva dicotomía entre “el pueblo puro y la élite corrupta”.  Sobran ejemplos recientes en América Latina como Abdalá Bucarám, Fernando Collor de Melo, Hugo Chávez, Nayib Bukele, Jair Bolsonaro y otros que derivaron en regímenes autoritarios como Daniel Ortega, Alberto Fujimori o Nicolás Maduro. 

Estos defensores de la honestidad y la pureza suelen entrañar un curioso contrasentido, porque terminan comprometidos en conflictos con la justicia. Cualquier parecido de lo antes descrito con el discurso y práctica de Franco Parisi “NO es mera coincidencia”. 

Vale la pena recordar que el Chile post dictadura también tuvo una avant premiere populista a comienzos de los noventa, con la Unión de Centro Centro (UCC) y su recordado líder Francisco Javier Errázuriz, el 'FraFrá'; excandidato presidencial, luego senador desaforado y más tarde condenado por agresión a un abogado en un litigio privado sobre derechos de agua.

FraFrá también fue investigado por “trata de personas” y condenado a indemnizar a 54 ciudadanos paraguayos que trabajaban en su hacienda bajo condiciones calificadas como infrahumanas. Algunas de sus empresas fueron sancionadas por daño ambiental y otras tantas por atropellos a la ley laboral. Finalmente, su esposa e hijos fueron condenados a pagar US$70 millones por deudas, lo que implicó  la disolución de los activos de su otrora poderoso Grupo Inverraz. 

Estos defensores de la honestidad y la pureza suelen entrañar un curioso contrasentido, porque terminan comprometidos en conflictos con la justicia. Cualquier parecido de lo antes descrito con el discurso y práctica de Franco Parisi “NO es mera coincidencia”. 

Durante la vigencia política de su líder, el partido UCC tuvo escasa figuración parlamentaria. En su mejor momento, logró elegir al propio Errazuriz en el Senado, a su esposa María Ovalle en la Cámara y al diputado García Huidobro, quien tiempo después se enrolaría en las filas de la UDI para representarla en el Senado. Ya en 1999  la UCC entró en crisis y el 2002 fue disuelta por el Servel. El legado político de este partido, sin ideario pero con un líder carismático, tuvo una vida efímera.

El FraFrá fue contemporáneo a lo que el historiador Federico Finchelstein define como la ola del populismo neoliberal de fines del siglo XX, previa a otra ola de izquierda populista surgida a comienzos del Siglo XXI.

Si aplicamos las definiciones de la ciencia política y la historia, Franco Parisi es un populista clásico, con un discurso provocador, una retórica simplificada para problemas complejos, denuncias de persecución y de conspiraciones, ataques a la prensa y, por supuesto, el intento de apropiarse de la opinión de “la gente”. 

Por eso no es raro que después de la primera vuelta Parisi se haya autoasignado el rol de 'gran elector' e invitara a un 'casting' para los candidatos que pasaron a segunda vuelta; mientras los otros competidores derrotados reconocían y apoyaban con humildad a las mayorías que los superaron. 

Por el contrario, aunque después de varias vacilaciones, el candidato de Apruebo Dignidad entendió que la Presidencia de la República la obtiene quien se comporta a la altura de la dignidad del cargo. Quien busca obtener la mayoría entre los ciudadanos y no el que mira al techo frente al abierto incumplimiento de las obligaciones morales y judiciales de pensión alimenticia. 

El líder del Partido de la Gente (PDG) decidió invitar a José Antonio Kast y Gabriel Boric a comparecer a su 'Club de Tobi',  los 'Bad Boys'. Lo curioso es que el candidato Republicano no solo aceptó tal invitación, sino que -según La Red- abandonó la campaña en Chile para pedirle personalmente el favor a Parisi en Estados Unidos.

Por el contrario, aunque después de varias vacilaciones, el candidato de Apruebo Dignidad entendió que la Presidencia de la República la obtiene quien se comporta a la altura de la dignidad del cargo. Quien busca obtener la mayoría entre los ciudadanos y no el que mira al techo frente al abierto incumplimiento de las obligaciones morales y judiciales de pensión alimenticia. 

Pero los estándares éticos de Parisi no solo se afectan por la orden de arraigo derivada del no pago de sus obligaciones como padre, sino además las sanciones de dos universidades, tras la denuncia de acoso sexual de una alumna; su rendición de gastos rechazados en anteriores campañas y; más recientemente, los antecedentes de Ciper acerca de su participación directa en mecanismos de financiamiento irregular del PDG; además otros conflictos financieros que han rodeado en forma permanente sus actividades comerciales, desde la administración de colegios hasta negocios inmobiliarios. 

Como buen 'winner', Parisi ha sabido zafar o reducir el costo político de vivir en la cornisa de la ética. Su método es correr siempre hacia adelante y pasar al ataque, llegando al extremo de dañar la credibilidad del sistema electoral, incluyendo a vocales de mesa, el Servel y el Tricel; de las pocas entidades que salvan del desprestigio institucional. 

Casi 900 mil personas optaron en primera vuelta por el candidato del PDG; su voto es respetable y vale lo mismo que el de otros ciudadanos que optaron por las demás candidaturas. Criticar la trayectoria personal del señor Parisi no implica descalificar a sus electores.  

Ese es el daño de los liderazgos populistas, aquí y en cualquier parte del mundo: levantar el discurso de transparencia y vivir en la opacidad; criticar la calidad de la política y contribuir con hechos propios a desprestigiarla; declararse al margen de los clivajes que permiten distinguir proyectos políticos de aventuras personales. 

Casi 900 mil personas optaron en primera vuelta por el candidato del PDG; su voto es respetable y vale lo mismo que el de otros ciudadanos que optaron por las demás candidaturas. Criticar la trayectoria personal del señor Parisi no implica descalificar a sus electores. Probablemente a los simpatizantes del PDG les pasará igual que a los de  FraFra: un millón 77 mil 172 electores que votaron por ese empresario en 1989. Con el tiempo verán que ese líder que prometía ética y soluciones fáciles terminó siendo un epítome de las malas prácticas, condenado por la justicia. Ciertamente FraFrá, y su lema “no más bla blá”,  puede ser recordado con una sonrisa, como un episodio freak de nuestra historia política. El problema es que en esta oportunidad el Congreso tendrá seis parlamentarios electos con el “ideario” de Parisi. 

Frente a situaciones igualmente graves, los constituyentes de la extinta Lista del Pueblo repudiaron los hechos y dejaron la organización. De acuerdo a la decisión que adopten los diputados del PDG, sabremos si esta nueva asonada populista es como la UCC, una anécdota para sonreír, o una tragedia que lamentar.

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A propósito de Fra Fra, jamás fue juzgado por los diferentes delitos de fraude que cometió.

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