Esta es la segunda parte de un artículo escrito por la cientista política Beatriz Gutiérrez López, especializada en Relaciones Internacionales y máster en Seguridad y Defensa, y publicado en 2015 en la revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos. Lee la primera parte haciendo clic aquí.
Hecha la introducción tanto al concepto de la doctrina de la muqawama como al principal actor que la desarrolla, cabe preguntarse cómo implementa Hamas estas bases teóricas en el ámbito práctico de la lucha armada y que son preludio del sistema político que pretende implantar en sustitución del Estado de Israel.
Así, debemos referirnos por una parte a los elementos estructurales clásicos de los modelos insurgentes, como son la esfera política, las bases sociales y el territorio, y, por otra a los procedimientos de combate y sus especificidades en el caso concreto de Hamas.
La doctrina de la muqawama predica la aplicación de la asimetría entre contendientes como estrategia principal, aprovechando las debilidades del enemigo y partiendo de una postura proclive a la adaptación que permita explotar cualquier vulnerabilidad emergente.
Elementos estructurales
La doctrina de la muqawama constituye no solo el corpus de directrices de combate a aplicar en la lucha contra Israel, sino el modelo de articulación sociopolítica a implantar tras la victoria final sobre el enemigo ocupante.
La esfera política es uno de los principales escenarios de aplicación del pragmatismo y adaptabilidad al entorno predicados por la doctrina de la muqawama. Ello llevó a la cúpula de Hamas en 2005 a participar en las elecciones municipales y un año más tarde a participar y vencer en los comicios legislativos de la Autoridad Nacional Palestina. El tema de la participación en el juego democrático resulta controvertido en el Islam conservador, que no reconoce mayor sistema político que el teocrático, por lo que proscribe la práctica plebiscitaria como contraria a la voluntad de Alá.
Sin embargo, el énfasis que en el pragmatismo pone la doctrina de la muqawama es el fundamento en que Hamas se basó para legitimar ante sus bases sociales su participación electoral, presentadas como un mecanismo de adaptación que permitiría al Movimiento controlar y redirigir desde dentro a la Autoridad Nacional Palestina hacia el camino recto de la resistencia contra Israel.
También derivado de la necesidad de pragmatismo que la doctrina de la muqawama insufla en Hamas encontramos la aplicación de la figura de la hudna y la tahdia al conflicto con Israel. Sobre esta base, la doctrina de la muqawama reconoce dos elementos: en primer lugar, la guerra sin cuartel hasta la recuperación total de Palestina como waqf parte de la Umma, y en segundo lugar, que esta guerra prolongada puede verse interrumpida por acuerdo entre las partes, utilizando este periodo de cese de hostilidades como un periodo para la recuperación de fuerzas y el rearme, lo cual se acerca también a la noción de adaptación y de innovación tecnológica, que difícilmente se puede llevar a cabo en periodos de conflicto. Así, Hamas ha declarado varias hudnas (cese de hostilidades) con Israel que han permitido relativos ceses de hostilidades entre los tres grandes conflictos armados de diciembre de 2008-enero de 2009, noviembre de 2012 y julio y agosto de 2014.
Heredada de los Hermanos Musulmanes, Hamas ha aplicado de forma sistemática la doctrina de la Dawa o predicación, basada en la recuperación del Islam a través de la educación y el estudio de la religión.
Sin embargo, en el ámbito político uno de los elementos más interesantes del pragmatismo propio de la doctrina de la muqawama es la conjugación de la lucha armada con el rol de Hamas como gobierno de hecho en la Franja de Gaza.
Tras la guerra civil entre Hamas y el gobierno de al-Fatah en la Franja en junio de 2007, Hamas hubo de asumir el rol propio de un gobierno, centrando gran parte de sus esfuerzos en la gestión administrativa de una Gaza bloqueada y, especialmente la reforma del sector seguridad en una situación de absoluto caos interno. Dicha reforma, con escasos recursos humanos y materiales, puede considerarse un éxito, lo cual ha granjeado a lo largo del periodo elevadas cotas de apoyo –traducido en términos de legitimidad al gobierno de Hamas por parte de la población gazatí.
Sin embargo, ¿cómo ha conjugado el Movimiento dicha acción de gobierno, con las restricciones propias del mismo en cuanto a relaciones internacionales con países afines como Egipto o Catar y en cuanto a garantizar un entorno estable en el que poder llevar a cabo la provisión de servicios que se espera de un gobierno legal, con la necesidad de proseguir sin descanso la lucha armada predicada por la propia doctrina de la muqawama y requerida por los sectores más radicales del Movimiento como elemento cohesionador?
Esta dualidad se ha resuelto principalmente efectuando un cierto desdoblamiento entre Hamas-gobierno y Hamas-resistencia, que no deja de ofrecer multitud de zonas grises ante un examen exhaustivo. Mientras las Fuerzas de Seguridad gazatíes mantienen su separación y total independencia de las Brigadas al-Qassam, es un hecho que las duplicidades existen, y que durante los periodos de conflicto efectivos de las Fuerzas de Seguridad han actuado bajo el mando de las Brigadas al-Qassam, quienes en gran medida han representado un rol de fuerzas armadas dentro de la arquitectura de
seguridad del gobierno de Hamas.
Debemos mencionar el éxito de Hamas en la capitalización de los tres enfrentamientos con Israel en 2008-2009, 2012 y 2014 como victoria ante sus bases sociales y de acuerdo con la doctrina militar de la muqawama.
La esfera social es un segundo elemento en el que debemos detenernos. Heredada de los Hermanos Musulmanes, Hamas ha aplicado de forma sistemática la doctrina de la Dawa o predicación, basada en la recuperación del Islam a través de la educación y el estudio de la religión. Desde los años setenta, como ya se ha mencionado, los Hermanos Musulmanes y posteriormente Hamas han dedicado gran parte de sus esfuerzos a construir y desarrollar una amplia y eficiente red asistencial que les ha permitido consolidar sus bases sociales con preeminencia sobre el resto de los grupos presentes en la Franja de Gaza.
Esta consolidación de las bases sociales ha permitido a Hamas la utilización de la misma en el proceso de lucha armada contra Israel con una doble motivación. Por una parte, Hamas ha logrado capitalizar a sus bases sociales como parte integrante de su estrategia ofensiva; así, en el periodo que va de 1994 a 2005 fueron numerosos los atentados suicidas perpetrados por la organización, y para ello no solo se deben tener en cuenta factores de radicalización, sino también otros como lealtad a la estructura proveedora de servicios y garantías asistenciales para la familia de los mártires.
Batallón de mujeres de Hamás.

Por otra parte, y en sentido inverso, Hamas ha capitalizado no con menor éxito a sus bases sociales como parte de su estrategia defensiva, a través de lo que se ha etiquetado como “doctrina de la víctima”, lo cual sitúa a la población civil a caballo entre la población combatiente y el instrumento de propaganda; partiendo de la base explicada previamente sobre los elementos claves de la doctrina de la muqawama en que todo musulmán palestino debe implicarse en la lucha armada frente a la ocupación se deduce que de acuerdo con estos fundamentos teóricos la diferencia entre población civil y combatiente queda difuminada en el plano interno organizativo, no así de cara a la esfera de la opinión pública internacional, para quien la diferencia entre población civil y combatiente permanece clara.
La “doctrina de la víctima”, en resumen, explica el mecanismo de legitimación interna por parte de Hamas para que sus bases sociales sean masacradas bajo los bombardeos israelíes sobre barrios enteros, escuelas, hospitales o mezquitas, como sucedió en el barrio de Shuja'iya en Ciudad de Gaza el pasado verano de 2014, sin que dichas bases sociales se sientan alienadas respecto al Movimiento en que militan, mientras que a la vez éste puede presentar dicha masacre como un ataque sobre la población civil ante la comunidad internacional.
En el periodo que va de 1994 a 2005 fueron numerosos los atentados suicidas perpetrados por la organización, y para ello no solo se deben tener en cuenta factores de radicalización, sino también otros como lealtad a la estructura proveedora de servicios y garantías asistenciales para la familia de los mártires.
Finalmente, debemos mencionar la aplicación de la doctrina de la muqawama como factor de contención de la inestabilidad social en la Franja de Gaza. Especialmente al calor de los disturbios de 2007, comenzaron a proliferar en la zona diversos grupúsculos de carácter yihadista más próximos a la ideología global de al-Qaeda que a la local de Hamas, a los que se unían grupos tradicionales pero más radicales en el espectro combatiente que Hamas, como sucede con Yihad Islámica Palestina.
La duplicidad de Hamas como gobierno y como organización insurgente a través del desdoblamiento de hecho entre Hamas-movimiento político y Hamas/Brigadas al-Qassam-brazo armado, le ha permitido continuar ejecutando acciones armadas de forma controlada y así mantener su forma y fondo de resistencia armada, a la vez que ha creado instituciones de coordinación con las demás facciones, como es el Consejo de la Muqawama, para coordinar tanto las campañas armadas como la implementación de los altos el fuego.
De esta forma, por una parte Hamas como gobierno ha hecho uso de mecanismos coercitivos para minimizar el impacto de estos grupúsculos yihadistas, mientras que a través de la continuación de la lucha armada les ha negado la carta de la deslegitimación acusando al Movimiento de desatender su obligación sagrada de la resistencia frente a Israel.
El tercer elemento estructural a considerar es el territorio, en su doble función de base segura y área de operaciones. Irónicamente, la retirada israelí de Gaza en 2005 y la guerra civil contra al-Fatah en 2007 garantizaron a Hamas el control casi absoluto de la Franja en un contexto de aislacionismo tanto respecto a Israel, que selló Gaza, como respecto a la comunidad internacional, que retiró -salvo excepciones como Siria, Irán o posteriormente Catar y Egipto- cualquier tipo de apoyo y financiación al gobierno de hecho de Hamas. Ello tuvo también su impacto en la definición del territorio respecto a los parámetros de la lucha armada.
Esta doble valoración del territorio como área de operaciones y base segura se halla en los fundamentos de alguna de las principales estrategias implementadas por Hamas, concretamente en un primer momento durante la oleada de atentados suicidas a lo largo del periodo 1994-1996 y de la II Intifada (2000-2005), en su mayoría en suelo israelí que, recordemos, en la concepción territorial de Hamas equivale en su totalidad a Palestina y tenía por finalidad el hostigamiento y la negación del control efectivo sobre la seguridad a las fuerzas de ocupación israelíes, y en segundo lugar, especialmente durante las guerras de 2008-2009 y 2014, donde las Brigadas al-Qassam pretendían generar un nivel de ataques con cohetes de suficiente intensidad como para obligar a las tropas terrestres israelíes a intervenir con fuerzas terrestres en el interior de Gaza, atrayendo al enemigo a un entorno hostil, desconocido y densamente poblado, tras la experiencia traumática de la batalla en el campamento de Yenin en 2002.
La fallida articulación operativa de Hamas en ambas guerras de Gaza que contaron con una invasión terrestre israelí, se basaba en la división del terreno en tres anillos concéntricos, el primero y externo protegido con explosivos, fuego de mortero y minas, un segundo anillo intermedio en las proximidades de los núcleos poblacionales con artefactos explosivos improvisados y francotiradores, y un anillo interno, en los principales núcleos urbanos y especialmente la ciudad de Gaza, protegido por una red de túneles, con artefactos explosivos improvisados, edificios con cargas explosivas, emboscadas y francotiradores que pretendían forzar a las tropas israelíes a combates en entorno urbano, caracterizado por su complejidad tanto por el entorno desconocido y hostil como por las dificultades que conlleva en términos operativos y de protección de la población civil.
Procedimientos de combate: la asimetría como arma
La doctrina de la muqawama predica la aplicación de la asimetría entre contendientes como estrategia principal, aprovechando las debilidades del enemigo y partiendo de una postura proclive a la adaptación que permita explotar cualquier vulnerabilidad emergente.
La respuesta al cambio en el escenario de combate vino de la mano del uso de armas de trayectoria alta como son cohetes y morteros, cuyo uso, iniciado todavía en los años de la II Intifada, se ha venido ampliando progresivamente entre 2007 y el presente.
Esta adaptación llevó primero a la explotación del terror israelí a la pérdida de vidas humanas en forma de bajas civiles, mediante las denominadas “operaciones de martirio” o atentados suicidas, que posiblemente fueron adoptados durante la deportación en Líbano en 1992, y como ya se ha mencionado constituyeron el principal procedimiento táctico de Hamas entre 1994 y 2005; sin embargo la readaptación vino forzada por tres acciones contrainsurgentes israelíes: la operación Escudo Defensivo de limpieza de elementos terroristas en Cisjordania iniciada en abril de 2002, la construcción del muro de separación entre Cisjordania e Israel, iniciado en la primavera de 2005 y la retirada unilateral israelí en agosto del mismo año de la Franja de Gaza, lo cual redujo al mínimo las posibilidades de infiltrar terroristas suicidas en Israel y obligó a buscar nuevos medios operativos.
La respuesta al cambio en el escenario de combate vino de la mano del uso de armas de trayectoria alta como son cohetes y morteros, cuyo uso, iniciado todavía en los años de la II Intifada, se ha venido ampliando progresivamente entre 2007 y el presente.
Clave fue en el desarrollo de estas capacidades el papel del eje Irán-Siria-Hizbullah; durante los últimos lustros Irán envió a Gaza a través del contrabando por la península de Sinaí y los túneles de Rafah un alto número de cohetes tipo Grad y componentes de los mismos para su ensamblaje en talleres locales gazatíes; sin embargo, y ello es quizá de mayor importancia, fue el entrenamiento tanto operativo como en la fabricación y manejo de los cohetes recibidos por efectivos de Hamas en campamentos de Líbano gestionados por Hizbullah, Siria y el propio Irán, en cursos de entre seis y veinticuatro semanas, permitiendo así con posterioridad a Hamas y las Brigadas al-Qassam reproducir este sistema de entrenamiento de forma autónoma en la Franja de Gaza.
Es en esta “guerra de los cohetes” donde se pueden encontrar algunos de los principales elementos aplicados de la doctrina de la muqawama. En primer lugar, cabe preguntarse si por estructura y procedimientos de combate Hamas desarrolla una guerra de guerrillas, terrorismo, ambos o ninguno. La respuesta más plausible es la de ambos; estructuralmente Hamas ha dotado a sus fuerzas –las Brigadas al-Qassam- de una estructura regular en divisiones, brigadas, compañías, secciones y unidades que, si bien no se corresponde con las cifras que los ejércitos regulares occidentales presentan, si les aporta una cadena de mando regular, asimilable a las unidades guerrilleras en su fase de equilibrio de fuerzas.
Salvo que en el caso de Hamas y la doctrina de la muqawama se pretende el efecto contrario, explotar dicho desequilibrio, al obligar al enemigo a participar en un tipo de lucha no convencional y basada en el factor sorpresa, para la que no está preparado y que Yoram Schweitzer denomina “terrorilla”, por su combinación de elementos tanto guerrilleros como la emboscada, y terroristas como los basados en el uso de artefactos explosivos improvisados o edificios minados sobre el contingente militar israelí que forma parte de las intervenciones terrestres en Gaza.
En segundo lugar, el armamento empleado con mayor profusión en la última década por el Movimiento de Resistencia Islámica no es el propio de las organizaciones terroristas, sino de las estructuras guerrilleras e incluso, en sus modelos más avanzados, más propio de unidades de artillería regular por su calibre, potencia de fuego y alcance.
La construcción de túneles también es probablemente una herencia directa de las relaciones de Hamas con Hizbullah, quien desarrolló y utilizó con fines militares una amplia red de construcciones subterráneas en sus enfrentamientos con Israel y especialmente en la II guerra del Líbano en el verano de 2006.
Sin embargo, el uso que se le ha dado a este armamento viene dictado por un imperativo del ecosistema de combate como el bloqueo de la Franja de Gaza y ha constituido tanto una clave del desequilibrio operativo frente a Israel como de la cuestión acerca de la naturaleza insurgente de Hamas según su procedimiento de combate, puesto que los cohetes se han empleado como táctica terrorista, al basar su principal capacidad no en su letalidad -muy limitada debido a la ausencia de sistemas de guiado- sino en su capacidad de hostigamiento sobre la población civil israelí, que desde 2009 a la 2014 ha sufrido un incremento en la sensación de terror ante los ataques de cohete conforme Hamas –y otros grupos insurgentes, especialmente Yihad Islámica Palestina- han ampliado las cualidades técnicas de los cohetes y, especialmente, su alcance, que ha permitido poner bajo amenaza a poblaciones como Tel Aviv o Haifa, al norte de Israel y a más de 75 kilómetros de Gaza,48 así como amenazar infraestructuras críticas no protegidas por la Cúpula de Hierro, como la central nuclear de Dimona.
Otro sistema que se basa en el concepto de adaptación al entorno es lo que Perel y Shapir han llamado la guerra subterránea. La construcción de túneles también es probablemente una herencia directa de las relaciones de Hamas con Hizbullah, quien desarrolló y utilizó con fines militares una amplia red de construcciones subterráneas en sus enfrentamientos con Israel y especialmente en la II guerra del Líbano en el verano de 2006.
La primera acción armada de renombre a través de túneles por parte de Hamas desde la Franja de Gaza data también de 2006, con el secuestro de Gilad Shalit, soldado de 19 años que fue liberado en octubre de 2011. El uso de los túneles era común en la frontera con Egipto, dedicados en su mayoría al contrabando, por lo que la tecnología necesaria estaba ya testada y preparada para su implementación, de modo que comenzó a aplicarse con fines tanto ofensivos (caso del secuestro de Shalit) como defensivos. Así, los túneles cobraron gran importancia en las dos primeras guerras de Gaza –diciembre de 2008-enero de 2009 y noviembre de 2012- para facilitar el tránsito de los combatientes de las Brigadas al-Qassam de un escenario de combate a otro, alcanzar inadvertidamente los enclaves de las lanzaderas de cohetes o unir edificios minados o con francotiradores con los cuarteles militares, así como para dar cobijo a la cúpula política del Movimiento, constantemente amenazada por los asesinatos selectivos israelíes.
Sin embargo, la guerra de 2014 aproximó nuevamente el uso de los túneles a fines ofensivos; en los casi cincuenta días que duró la intervención el ejército israelí voló treinta túneles que cruzaban bajo el muro perimetral de la Franja y se internaban en suelo de Israel, con la previsible finalidad de infiltrar células capaces de perpetrar ataques o secuestros.
Finalmente, debemos mencionar el éxito de Hamas en la capitalización de los tres enfrentamientos con Israel en 2008-2009, 2012 y 2014 como victoria ante sus bases sociales y de acuerdo con la doctrina militar de la muqawama. La victoria presentada por Hamas ha consistido en los tres casos en el logro de negar al enemigo –Israel- la consecución de sus objetivos preservando un cierto nivel de capacidades militares para poder proseguir con la lucha armada tras un breve periodo de tahdia empleado para el rearme.
Los objetivos militares de Israel también se basaban en un concepto operativo de “victoria” limitada a la consecución de recuperar la capacidad israelí de disuasión sobre Hamas para garantizar un entorno seguro a la población civil del sur de Israel limítrofe con la Franja de Gaza; ello no solo no se ha logrado completamente en ninguno de los tres enfrentamientos, sino que ha resultado imposible destruir en su totalidad a Hamas –en gran parte debido a la configuración del entorno al que Hamas forzaba a Israel a combatir o bien desde el aire, con una menor precisión, o bien con una intervención terrestre con los riesgos en términos de bajas militares propias que ello conlleva y su posible repercusión en el espectro de apoyos de la opinión pública.
Hamas califica estos enfrentamientos como victoria pues los hechos han demostrado que sus arsenales y la moral de sus bases sociales han permitido dar continuidad a la lucha armada tras un periodo de recuperación de fuerzas e incluso han logrado reforzar sus capacidades armamentísticas con nuevas generaciones de cohetes de mayor alcance. Así pues, y ello es vital en términos de legitimidad, mientras que Israel solo puede vender ante su opinión pública una victoria militar como la consecución de determinados objetivos, Hamas mantiene intacta su legitimidad con solo mantener la capacidad de resistencia intacta.
Los componentes árabes y musulmanes radicalizados han redefinido parámetros de combate clave para un enfrentamiento armado como son las propias concepciones de victoria, derrota, paz y resistencia y que, por tanto, deben ser reconsiderados para poder actuar sobre ellos.
Muestra del éxito de esta redefinición propia de victoria son las celebraciones en la Franja de Gaza tras la firma del alto el fuego del 26 de agosto de 2014, que se vieron ratificadas como acertadas –en términos de legitimidad y según la doctrina de la muqawama- en diciembre del mismo año, cuando las Brigadas al-Qassam presentaron en sociedad a través de su cuenta de Twitter un nuevo modelo de cohete, sin especificar alcance ni potencia de fuego, bajo el nombre de “¿Qassam?” y que se presupone de mayor alcance que los modelos previos.
Consideraciones finales
Como ha podido verse a lo largo de todo el epígrafe precedente, la actividad política y armada de Hamas, especialmente en la franja de Gaza, se ha basado en las orientaciones teóricas de la doctrina de la muqawama, implementada por el propio movimiento desde los años noventa, conforme la acción militar, equilibró su peso respecto a la acción social de Hamas. El resultado primero y más evidente de la adopción de esta doctrina ha sido el obligado esfuerzo de Israel a readaptar sus procedimientos contrainsurgentes clásicos a lo largo de las dos últimas décadas para poder hacer frente a la amenaza que Hamas ha planteado para la seguridad nacional israelí.
Pese a las críticas que Hamas ha recibido en la escena yihadista global, su impacto como resistencia prolongada y hasta la fecha no erradicable, inserto todo en un contexto de auge del islam sunnita conservador como el que recorre la región, no es descartable que también la doctrina de la muqawama pueda ser importada por otros grupos con las necesarias readaptaciones territoriales. El riesgo, por encima de capacidades militares o empleo de determinados procedimientos de combate, se basa en una estructura identitaria y mental que difiere de los elementos clásicos a los que Estados como Israel se han venido enfrentando desde los años sesenta en forma de guerrillas y terrorismo.
Los componentes árabes y musulmanes radicalizados han redefinido parámetros de combate clave para un enfrentamiento armado como son las propias concepciones de victoria, derrota, paz y resistencia y que, por tanto, deben ser reconsiderados para poder actuar sobre ellos.
Sin ánimo de ser alarmistas ni de infravalorar las lecciones aprendidas en más de medio siglo de contrainsurgencia contemporánea, resulta vital readaptar estas estrategias, procedimientos, técnicas y tácticas a los nuevos modelos emergentes, de los que la doctrina de la muqawama es tan solo un ejemplo. Y para esta readaptación efectiva es preciso no solo conocer el territorio y la cultura en la que se produce el modelo insurgente –los corazones y las mentes- sino analizar cómo estos valores identitarios se plasman en un determinado procedimiento de combate legitimado y apoyado por unas bases sociales que lo ejecutan como su propia estrategia de salida frente a una determinada situación de agravio. Porque no olvidemos que en los conflictos armados, pese al radicalismo virulento de los discursos, normalmente son las balas las que siegan vidas, y a efectos contrainsurgentes tan vital resulta neutralizar las armas como los discursos sobre los que su uso se articula.
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