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Viernes, 19 de Abril de 2024
¿Existe el Antropoceno?

La resiliencia de la Tierra... pese al Homo Sapiens

Ricardo Martínez

¿Puede el ser humano inaugurar una gran era geológica? Al parecer no y la vida segurirá porfiadamente en el llamado Holoceno, con seres humanos o sin ellos. Sin embargo, esto no implica negar el cambio climático ni la responsabilidad humana en este, sino ponerlo en la perspectiva y la escala de la asombrosa y larga vida del planeta.

Admision UDEC

Una publicación reciente -aunque anterior a los Friday For Future- de la prestigiosa revista The Atlantic titulada El Antropoceno es un chiste (The Anthropocen is a joke, en inglés) discute si es necesario establecer que la época geológica actual debe llamarse Antropoceno, la cual -dada la acción humana- está caducando el Holoceno.

De acuerdo al artículo, no hay suficiente información que permita decir que el efecto de la civilización humana, en especial la moderna, haya sido tan significativa sobre la Tierra, en términos geológicos, como algunos autores están sosteniendo desde inicios de este siglo.

Esto no quiere decir que el cambio climático no sea gravísimo, ni que no sea responsabilidad humana, sino que hay que atender la escala de la vida terrestre, para situarlo en ese contexto de largísima -y difícil de imaginar- duración.

Si una persona empieza a cavar un agujero en la Tierra desde su patio para llegar a China (y efectivamente China se encuentra en las antípodas de Chile), como comentaba el presidente Sebastián Piñera hace un tiempo, una de las cosas con las que se va a encontrar será con capas de materiales de distinta naturaleza que se han ido formando a lo largo de extensísimas épocas y que permiten a los geólogos datar los periodos de la Tierra.

Durante el proceso de excavación hacia China, en las capas superiores se encontrarán indicios de la época denominada Holoceno (hasta hace 11,7 mil años), luego, del Pleistoceno (hasta hace 2,58 millones de años) y así sucesivamente, a través de una serie de nombres que algo se han aprendido en la escuela.

Una de las disciplinas que estudia estos datos se llama cronoestratigrafía y, de acuerdo con convenciones internacionales acordadas en reuniones científicas regulares desde fines del siglo XIX, las dataciones dividen la escala temporal geológica en supereones (como el Precámbrico), el que se divide en eones (como el Fanerozoico), el cual a su vez contiene eras (como la del Cenozoico), las cuales tienen periodos (como el Cuaternario), épocas (como el Plioceno) y edades (como el Norgripiense).

Para determinar cuándo termina uno de los periodos mencionados y cuándo comienza el siguiente, se consideran aspectos paleobiológicos y geológicos que se encuentran registrados en las rocas. Algunos de esos fenómenos corresponden a, por ejemplo, modificación de los grupos de organismos predominantes, momentos de extinciones masivas, cambios climáticos, geoquímicos o inversiones del campo magnético terrestre. Todos ellos acontecimientos masivos o traumáticos para la Tierra, que han dejado una huella significativa que los especialistas pueden detectar, fechar y analizar.

Del Antropizoico al Antropoceno

Pensar que el efecto de la actividad humana sobre la Tierra puede tener efectos significativos en los registros cronoestratigráficos, y que, por consecuencia se puede hablar de un periodo especial asociado al homo sapiens y, en particular, a la era moderna, es algo que ya planteó el geólogo y paleontólogo italiano Antonio Stoppani en el siglo XIX. Stoppani hablaba de un Antropozoico.

Sin embargo, fue en el año 2000 que el premio Nobel de Química, Paul Crutzen, acuñó el término Antropoceno, señalando que la influencia del comportamiento humano sobre la Tierra en las recientes centurias ha sido significativa, y ha constituido una nueva era geológica.

De acuerdo con el artículo de The Atlantic "mientras que algunas épocas en la historia de la Tierra se extienden más de 40 millones de años, este nuevo capítulo comenzó tal vez hace 400 años (…) Estas son afirmaciones inusuales sobre la geología, un campo que generalmente trata con paquetes de roca de una milla de espesor apilados durante decenas de millones de años, en el que nacen cordilleras enteras (...) Las fechas de roca (instantáneas de un solo cuadro, del tiempo profundo) pueden venir con barras de error de 50.000 años, un lapso de casi 10 veces más que toda la historia humana registrada. Si tener una época más corta que una barra de error parece extraño, bueno, también lo es el Antropoceno".

Para que el Antropoceno pueda llegar a ser considerado un periodo propiamente tal, y no solo la propuesta de algunos científicos, se requiere de la aprobación de la Comisión Internacional de Estratigrafía, la que no se ha pronunciado oficialmente sobre el caso hasta la fecha.

Los tiempos cósmicos

Este debate de especialistas no desdice los hallazgos actuales sobre el cambio climático, que está afectando al planeta particularmente en este inicio del siglo XXI, causado fundamentalmente por la agencia humana.

No. El debate antropocénico se concentra en saber si habrá un efecto aún mayor producto de la civilización humana sobre la Tierra, el que no es posible determinar con la información actual.

Conviene, para ejemplificar este punto, recordar esas ilustraciones en que las edades del universo y de la Tierra se representaban en la escala de un solo año calendario, como divulgó Carl Sagan en la saga Cosmos a inicios de los ochenta

Según Sagan "el sistema solar aparece recién el 9 de septiembre, la vida en la Tierra surge el 30 de ese mes, el primer dinosaurio aparece el 25 de diciembre y los primeros primates el 30. Los más primitivos homo sapiens aparecen diez minutos antes de medianoche del último día del año, y toda la historia de la humanidad ocupa solo los últimos 21 segundos”.

Puesto en esas perspectivas temporales y espaciales, la actividad humana (el Antropo algo) asociada a periodos extensísimos, se muestra como infinitesimal, tal como solían representar en la literatura escritores como Howard P. Lovecraft, quien muchas veces habló de eones, o John R.R. Tolkien, o Julio Verne, fanático este último de la geología del siglo XIX.

El artículo de The Atlantic profundiza en esto último en sus conclusiones: "La idea del Antropoceno infla nuestra propia importancia al prometer vida geológica eterna a nuestras creaciones. Forma un hilo con el excepcionalismo propio y peculiar de nuestra especie. Esta ilusión puede, a la larga, hacernos matar todo. Todavía no hemos alcanzado una época Antropocena. Si algún día en el futuro lejano lo logramos, será un testimonio asombroso de una especie que, después de una infancia con cólicos que amenazaron al mundo, aprendió que no estaba separada de la historia de la Tierra, sino que era una parte contigua de los sistemas que han mantenido este milagroso mundo de mármol habitable por miles de millones de años".

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