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El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, declaró en Moscú que el uso por parte de Ucrania de misiles de largo alcance y alta precisión occidentales para alcanzar objetivos en la retaguardia profunda del país, serán considerados un acto de guerra por parte de la OTAN, y que Rusia actuará en consecuencia.
“Si esa decisión se toma no significará otra cosa que la participación directa de los países de la OTAN, de Estados Unidos y de los países europeos, en la guerra en Ucrania [...] Eso significará que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos, combaten contra Rusia”, declaró Putin a la televisión pública rusa en San Petersburgo.
No es la primera vez que el mandatario ruso muestra los dientes, pues en diversas otras ocasiones Putin ha hablado de represalias e incluso de despliegue de armas nucleares tácticas, en caso de una mayor escalada, pero sí es la primera vez que establece una línea roja tan clara y precisa.
Esto se da en circunstancias en que los principales funcionarios de la política exterior de Estados Unidos y Reino Unido - Anthony Blinken y David Lammy,- se reunieron en Kiev, donde habrían acordado permitir a las fuerzas ucranianas el uso de misiles británicos Storm Shadow para golpear las líneas logísticas rusas, en lo profundo de su territorio. Esto, a horas del viaje del primer ministro británico Keir Starmer a Washington, donde discutirá el punto con el presidente estadounidense Joe Biden.
La movida se da en el entendido de que Moscú recibió una partida de misiles iraníes de corto alcance que permitirían realizar un ataque fulgurante en el Donbás, probablemente al inicio del invierno, liberando así los misiles rusos de largo alcance para golpear al unísono la retaguardia ucraniana, y su ya magullado sistema eléctrico.
¿En la práctica, qué significan las palabras de Putin?
Durante los más de dos años de conflicto armado entre Rusia y Ucrania, el presidente ruso ha evitado usar la palabra “guerra”, llamando “operación militar especial” a las acciones bélicas que desarrolla el país en el campo de batalla. Incluso ante las incursiones ucranianas a los oblast rusos de Bélgorod y Kursk, y los ataques con drones a Moscú, el líder ruso no ha perdido la calma, ni ha escuchado los cantos belicistas dentro de Rusia (cuyas voces constituyen la mayor y real oposición al mandatario), que piden ley marcial y movilización general para barrer con Ucrania, usando todo el peso de la maquinaria de guerra rusa.
Puedo estar muy equivocado, pero pienso que ninguna de las fuerzas en conflicto tienen motivaciones para hacer grandes apuestas bélicas que puedan impactar en el resultado electoral estadounidense, al menos mientras éste parezca definirse como por una moneda al aire. Tal vez puedan salir declaraciones altisonantes de la Casa Blanca y el Kremlin, como puede ser declarar el permiso para usar los Storm Shadow, pero incluso así eso no necesariamente implicará que los militares británicos operarán en lo inmediato misiles contra Rusia desde territorio ucraniano.
Es cierto -eso sí- que el régimen ruso ha advertido que Rusia está bajo una “guerra indirecta” con la OTAN, la cual usa Ucrania y sus fuerzas como proxy para el debilitamiento militar de su país. Pero, lo ha hecho siempre cuidando hacer la diferencia respecto de lo que implicaría una “guerra directa”, tanto para las fuerzas potencialmente enemigas, como para la población rusa, cuya opinión pública podría volverse en contra de su gobierno, en caso de que el esfuerzo bélico la afecte de manera más árdua que hasta ahora.
En otras palabras, la palabra “guerra”, a secas, ha estado reservada por Putin para ser puesta en mayúsculas, en un momento como éste.
¿Es creíble la amenaza?
Las agencias de inteligencia occidentales y su diplomacia pintan al presidente ruso como un jerarca aislado, no plenamente seguro de sí mismo, paranoico, y dado a bravatas que luego lo hacen recular. De tal modo, apuestan, Putin no iniciará una Tercera Guerra Mundial en caso de que Ucrania use los Storm Shadow en territorio ruso.
Ya en el pasado, argumentan, Putin no ha respetado sus propias líneas rojas, permitiendo -en la práctica- el ingreso a Ucrania de Himars, tanques alemanes Leopard y F-16, armas occidentales que también se consideraron como escaladas inaceptables por el régimen ruso, las cuales incluso campean en el territorio ruso de Kursk.
Los rusos, por su parte, han buscado caracterizar a Putin como un mandatario frío y racional, cuya palabra tiene valor, en la misma medida en que cumple tanto con sus compromisos como con sus advertencias y amenazas. En tal sentido, buscan que Occidente crea que el ataque con los misiles británicos -los cuales, necesariamente deben contar con la operatividad de agentes e infraestructura británicos- será respondido como un acto de guerra por parte del Reino Unido, el más fiel aliado de Estados Unidos en la OTAN.
Ya Rusia expulsó a seis diplomáticos británicos de Moscú, acusándolos de espionaje y de poner en riesgo la seguridad del país. Mientras, el primer británico respondió diciendo que Ucrania es el país agredido y que tiene derecho a defenderse.
No está claro qué está en la cabeza de Putin, ni cuál podría ser la respuesta contra los intereses británicos en caso de que un Storm Shadow golpee Rusia. Pero sí es evidente que a partir de sus palabras, algo debería hacer en represalia.
¿Qué?
En mi parecer todo depende del timing de las cosas, el cual está marcado por la incierta elección estadounidense de noviembre.
Si es que gana Kamala Harris, considero que es posible que la OTAN arriesgue un ataque a Rusia con los Storm Shadows, dando carta blanca a la estrategia ucraniana que todo el tiempo ha sido transformar la guerra en su territorio en una guerra europea. En especial, esto puede pasar si es que es cierto que Rusia tiene una carta ganadora con los misiles iraníes, ante la cual en especial el Departamento de Estado de Estados Unidos estaría más dispuesto a arriesgar mucho con tal de evitar que los rusos la usen, y aplasten a los ucranianos. Algo que al parecer no comparte, de momento, el Pentágono.
También es posible que -aunque ganado Harris- Occidente no se arriesgue a una represalia rusa compleja, como puede ser el uso de un arma nuclear táctica en Ucrania, lo que técnicamente no es un ataque a un miembro de la OTAN, por lo que es posible esperar que no se activen las disposiciones que obligan a todos sus miembros a salir en auxilio del país agredido, dividiendo el bloque y fracturando las sociedades europeas y norteamericanas. Algo así podría producir un escenario japonés de rendición… o desencadenar una Tercera Guerra Mundial.
Si es que gana Donald Trump, me parece, que sería el fin de la guerra, pues Ucrania no contaría con el pleno apoyo de Estados Unidos, país que pasaría a buscar una tregua y una salida negociada, estando dispuesto a conceder territorio ucraniano a la parte rusa y probablemente aceptando también un compromiso de neutralidad de Ucrania; esto es, impidiendo su ingreso a la OTAN.
¿En el intertanto?
Puedo estar muy equivocado, pero pienso que ninguna de las fuerzas en conflicto tienen motivaciones para hacer grandes apuestas bélicas que puedan impactar en el resultado electoral estadounidense, al menos mientras éste parezca definirse como por una moneda al aire. Tal vez puedan salir declaraciones altisonantes de la Casa Blanca y el Kremlin, como puede ser declarar el permiso para usar los Storm Shadow, pero incluso así eso no necesariamente implicará que los militares británicos operarán en lo inmediato misiles contra Rusia desde territorio ucraniano.
Con todo, hay que recordar que los finales de guerra suelen ser antecedidos por los más destemplados estruendos... así como sus inicios.
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